PIEL DE AMOR.

11 1 0
                                    






Las gotas de lluvia caían de las hojas de los árboles, la tierra se convirtió en lodo y las personas nos recibieron con una sonrisa.

Quite los huaraches y mis pies pisaron nuestro suelo, inmediatamente una conexión me arremetió. Éramos naturaleza, éramos árboles, éramos agua, éramos tierra, nos habían separado y buscábamos el anhelo de volver a unirnos.

Mi tía comenzó hablar con ellos en maya, la lengua nativa de quienes nos recibían.

Vagos recuerdos aturdieron mi memoria, los mismos que no tenía del todo claro. Mi admiración y respeto estaba con cada persona, pues ellos se habían aferrado y defendido lo que les pertenecía y lo seguían haciendo.

No conocía del todo las lenguas, pero estas variaban del lugar. Mi familia me había enseñado que por más que las habláramos nos faltaba mucho para poder conocer, por qué las lenguas no se traducían, se interpretaban con el idioma del corazón y el alma, pues era nuestro ser quien buscaba hablar a través de las palabras.

Otras mujeres nos guiaron a un lugar donde podríamos vestirnos y bañar, ya que nuestra ignorancia en la naturaleza nos había dejando estragos.

Si tal vez estuviéramos en la casa de las tías nuestros cuerpos sintieran el frío o la exposición del aire libre, quizás sería más aún si estuviéramos en medio de la ciudad, pero aquí era diferente, claro que el frío envolvía nuestra piel, pero éramos uno.

Al terminar el ritual de la higiene nos brindaron un delicioso pox; su olor cautivo nuestros olfatos despertando las ganas de ingerirlo. Todos se dirigían a mi tía y nos atendían a nosotros como sus acompañantes.

Me intrigaba cada palabra que decían, cada cosa que hacían, cada movimiento, cada mirada, todo me intrigaba, pero entendía que si mi tía no nos involucraba mucho era por razones importantes y no era inteligente desafiar lo que no se conocía.

—¿tú crees que podamos quedarnos a vivir aquí? —el interés de Aruma rompió la distancia.

—no lo sé, no lo creo.

—¿estás bien? —su mirada pareció preocupada— desde que llegamos te noto inquieta.

—¿qué?, no, para nada. Estoy bien —forcé una sonrisa.

No era inquietud incómoda, no, no, era inquietud desesperada por salir, de proteger, pero no sabía que era exactamente.

Poder ser parte y observar a las personas en medio de la naturaleza, llenaba mi alma como un abrazo materno. Al cabo de un rato, terminaron de hablar, la tía se llevó con ella a Aruma y dejó que otras personas me llevaran a donde dormiría. Al andar no pude evitar ver de cerca sus ropas, el bordado que plasmaban y los colores.


Sus ojos me encontraron, estaban llenos de pureza, nobleza, amor, paz, respeto, eran de esas miradas que te transportaban a otro tipo de vida.


—Ma'alob k'iin (buen amanecer) —se despidieron.


Busqué el cielo y este se volvía cada vez más oscuro, así que por un instante me perdí, sin comprender del todo sus buenos deseos. Deje de buscar y entre adentro de donde pasaría la noche.

Un cansancio destilo por mi cuerpo, así que busqué donde descansar.

—tienes un largo camino —una voz hueca salió desde dentro de los árboles.

Un respiro dió cordura y busqué. La neblina reposaba sobre el suelo y todo parecía estar sin movimiento alguno; di unos pasos, las flores tocaron mi piel, su olor era tan intenso, tan embriagante, otro aroma acompañaba y era como el desgaste del humo de las velas.

El cielo parecía no estar, en cambio parecía estar navegando como en medio del mar sin ningún tipo de luz como se conocía, solamente humeadas de colores mayormente naranjas.

—la sangre ha sido derramada, nos ha llamado —se volvió a escuchar— nuestro sueño ha terminado.

—¿quien eres? —logre preguntar.

—no han estado solos, se acerca el día en que liberaron nuestras tierras. Pero aún siguen siendo prisioneros —está se escuchó más de cerca— el olor a frutas con agua y mezcal se acercan para dar un abrazo al recibir los aires fríos llenos de pétalos naranja.

No entendía lo que estaba pasando, donde estaba o quien hablaba, nada más sabía que era mi raíz.

—el día en que el mundo de los dioses y el de los vivos estarán abiertos. La sangre se volverá a derramar para alimentar y volver a tener piel de amor.

Un dolor que emanaba de mi corazón recorrió cada fibra de mi cuerpo qué me hizo abrir los ojos de un arranque.

Al escuchar un silbido mi tía entró junto con otras personas, sin decir nada ella me observo con una mirada inexplicable.

𑁍______________________________𑁍

𝐶𝑖𝑒𝑙𝑖𝑡𝑜 𝐿𝑖𝑛𝑑𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora