El viento aumentó considerable y el colibrí voló junto con los demás. El agua humedeció mis pies, vi hacia abajo y la tierra se inundaba del agua que salía del pozo, el cual era custodiado por un perro xoloizcuintle.Camine hacia él al sentirme llamada, el perro dejo que lo acariciara, luego intento seguir un camino sin alejarse de mi, lo cual me indicó que lo siguiera.
El agua era tan cristalina que la tierra se podía ver con suma claridad como si no estuviera el líquido sobre ella, los pasos se sentían flotantes y con una ligereza.
—han derramado la sangre y los dioses han despertado —una energía se manifestó como ecos— los rituales se han seguido y ahora las profecías se cumplirán.
Estaba a mi lado, era tan sublime que su mera presencia latía en mi raíz conectando a través de mi corazón en vibraciones más allá de la vida.
—soy Mictecacihualt, la reina del mundo de los muertos —se desapareció.
Cientos, miles de recuerdos fueron apareciendo uno tras otro, de distintas personas, de diferentes épocas, de diferentes historias. Recuerdos de alegría, de romances, de sabiduría, de paz, pero también de tristeza, de miedo, tantas vidas vividas, que al tiempo que las podía observar atravesaban mi interior como dagas.
Eran los recuerdos de los muertos, de los habitantes y los que comenzaban a emprender camino hacia el Mictlan. Vi a los colibríes entrar y salir con mensajes.
Un moviento de entre lo profundo de los huesos obtuvo mi atención, una gran figura se fue formando. Era la energía de lo profundo del mictlan.
—haz cruzado hacia la muerte —comenzó a comunicarse con gran poder— emprendiste el camino entre la vida y la muerte. Tus huesos fueron forgados aquí.
Golpeó su cetro lleno de obsidiana, entonces mis huesos fueron revelados debajo de mi piel como dibujos en un lienzo.
—la tierra de los muertos te ha recibido. Pronto llegarás y recibirás a los cinco soles. Ahora vuelve al mundo de los vivos.
Una oleada de humo me envolvió y volví al posó; el caballo relinchó y los vientos aumentaron.
Entonces lo entendí, aquel libro del que tanto hablaba mi sijtli, era mi vida, una corta vida que ya no compartía con los vivos, ahora podía andar por los senderos de la vida y la muerte. Observé a mis al rededores, todo se encontraba en medio de ambos mundos.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, me dejé caer sobre la tierra, mis rodillas sostuvieron mi cuerpo al tiempo que extendía mis brazos y les supliqué a los dioses que no me dejaran, implore su compañía y les entregue mi corazón.
Las nubes comenzaron hacer estruendos, el color de los rayos iluminaron el cielo y gotas tacaron mi piel que era una con la tierra. Me puse de pie, monté el caballo y emprendí camino de vuelta.
¿Cuál fue mi último momento con los vivos?, ¿que fue lo que dejé de mí en la tierra?, ¿que dejó la tierra en mí?, ¿qué había después de la muerte?. Yo no estaba del todo muerta, pero tampoco viva, era el sacrificio de nuestros pueblos a los dioses... las leyendas eran ciertas.
El caballo volvió a relinchar, entonces lo acaricié aún en galope; en ese momento sentí una presencia cerca, al búscarla la encontré. Escuché el trotón de su compañero al tiempo que también relinchaba, no pude verle el rostro, pero si su silueta cubierta de una capa negra con hermosas figuras, sus manos sobresalían y se podían ver sus huesos, su sombrero era grande y muy elegante, digno de él jinete.
Se desvaneció a media que llegaba a casa. El caballo se detuvo y yo baje de él, al entrar en la casa un olor a flores y velas me recibió, yo me fui unas horas, pero en el mundo de los vivos el tiempo no corría igual, ya eran finales de octubre y los vientos anunciaban la llegada de los difuntos a sus seres queridos, por eso los colibríes salieron con los mensajes a los seres queridos.
Los xoloizcuintles al notar mi presencia me buscaron, así que los apapache. Voltee a ver a mi familia para sonreírles, pero parecía que no me estaban viendo; uno de los xoloizcuintles corrió en una dirección atrás mío y mis ojos lo siguieron.
—no has cruzado a su mundo, por eso no pueden verte —Ameyal acaricio a quien lo recibió.
Por un instante me quedé sin habla, si, su presencia era magnética, era deleitante, sus labios gruesos, sus ojos profundos que dejaban ver hacia su alma y el amor que vivía en ella, era agradable... pero también desagradable, así que borre y omití la primera parte.
—¿qué haces aquí? —le cuestione al tiempo que llamaba a mi xoloizcuintle
—si tan solo me lo pides, me voy —se dio la vuelta esperando una respuesta mía.
—¡no! —me levante— no te vallas, yo no he dicho eso —aspire sin creer que pudiera decir lo que había dicho— ¿por qué tú si puedes verme?.
—soy el otro sacrificio —se acercó con lentitud hacia mí— estamos juntos en el camino, Cielito lindo, la niña de los vestidos bonitos.
—por eso yo también puedo verte —evidencie y en un intento de distraer el nerviosismo de mi respiración.
Se puso frente a frente en una limitada distancia, contrajo su mandíbula mientras me observó, al igual que yo lo hice con él.
—deja que tus ojos me vean, por que los míos ya te han visto a ti —declaró.
𑁍____________________________𑁍
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𝐶𝑖𝑒𝑙𝑖𝑡𝑜 𝐿𝑖𝑛𝑑𝑜
Historical FictionUna historia envuelta de dos principales culturas mexicanas, escritas con el conocimiento del autor que sin duda seguirá obteniendo, ya que ama su cultura y busca promoverla con amor y respeto. Cabe destacar que las antiguas civilizaciones de las c...