—los soles vendrán a reclamar su sacrificio —dijo sijtli— debes aguardar por ellos, pues les perteneces.—¿cómo lo hago? —quise saber a través de sus sabias palabras.
—ellos te enviarán la luz que necesitas para prepararte, para cuando los recibas, pues aunque has sido honrada con sus visitas, no han sido sus presencias —reveló— tu corazón debe sonreír primero, antes de que vengan a ti, ya que solo así el corazón irradiará el sacrificio que ellos dejaron desde el principio.
Recorrió las venas de uno de mis brazos como si fueran caminos.
—las deidades forjaron la vida de su pueblo, por nuestras venas corre la sangre de los dioses —mostró las venas de sus manos— tú eres parte de la promesa, de la profecía y sacrificio de ambos mundos.
Todos guardaron silencio, asimilando se había llegado el tiempo en que estaba sucediendo.
—ahora, ve a lavar tu cuerpo con agua de este lado de la tierra —sus labios sonrieron tratando de animar— debes estar cansada.
Asentí, para luego levantarme, al hacerlo sostuve las manos de mis padres sin decir nada, únicamente sintiendo su amor y finalmente me dirigí a la habitación.
La vida era una fiesta que los dioses les habían otorgado a sus hijos, pero por azares del destino lo habían olvidado, así como también el hecho de saber quienes eran sus padres. Una fiesta para trascender el alma y corazón hacia los yacimientos de la verdadera vida.
Ellos no, nos habían abandonado, su pueblo los había abandonado a ellos, pero ahora habían despertado para reclamar su sangre.
Deje que el agua le recobrara la vitalidad a mi piel, que los olores de la vida inundaran mi olfato, que la sensación de estar viva envolviera mi alma, y a pesar de que estaban las mil dudas y los mil pensamientos, permití ignorarlos un instante, para sentirme aquí, con la viveza.
Al salir del baño, vestí un vestido bordado que mi madre me había hecho, se pille mi cabello largo y negro. No había sido alguien que apresurara la vida más allá de lo superficial, pero ahora ya no existía más cavidad, ahora apreciaba con el corazón cada pequeño detalle, pues aunque podía andar en la vida y en la muerte en los tiempos de los dioses, la comprensión de que cada momento era único estaba mucho más lejos de nuestro entendimiento.
Que lo eterno no existía en lo material, que lo eterno existía en el alma del corazón para trascender a la existencia de nuestra raíz, que cantaba a través de las energías para nuestra tierra con las frecuencias que rodeaban a nuestros dioses.
Salí de las cuatro paredes a dar un paseo a la libertad de la naturaleza. Mis pies tocaron el pasto verde, al tiempo que cerraba los ojos para poder escuchar el pálpito de lo profundo.
El amor de Téotl... de la dualidad, estaba en todas partes en que sus hijos lo buscaran, en el viento, en el agua, en los animales, en las flores, en el cielo, en la tierra, fuera y dentro del corazón, del espíritu, del alma.
—hija —sijtli murmuró— están aquí.
Anunció, así que fui tras de ella.
En medio del campo, en medio de la madre que nos resguardaba, ahí estaba un pueblo, el cual esperaba para dar inicio a una ceremonia en honor a nuestros dioses, una ceremonia en donde la sangre de los sacrificios era derramada.
Éramos la energía de la sangre, éramos el amor de las deidades, y éramos el sacrificio del pueblo al devolver esa energía a su origen, trasmutando entre más qué la vida.
—somos la piel que resguarda el amor hacia nuestra vida —hable con reverencia a Téotl, al llegar al lugar asignado para mí.
Cada uno de los presentes, incluyendo a las tías, a mi madre en unión, comenzaron a dar tributo al invocar a los dioses, con cantos, bailes y sonidos; cada pequeño movimiento tenía un significado a la par entre mundos, energías, vidas, muertes, llenos de la sabiduría ancestral que era pura.
Los truenos y relámpagos resonando desde el cielo... desde el omeyocan, los rugidos de la tierra a través de estruendos terrenales, junto con los rayos del sol resplandeciendo con sabiduría hacia la vida, el viento, el frío, el sol, cada estación pronto se volvió una al rededor, mientras las gotas de lluvia iniciaron a tocar nuestras pieles, para el final recordarnos que la vida era el amor de la muerte y la muerte el amor de la vida... el pueblo el amor de los dioses y los dioses el amor del pueblo
Honrar a tus tierras y a tus Dioses, para que tu mente sea libre y sepa volver a su hogar. Las raíces de nuestro corazón. Ahora muchas palabras dejaban de tener un significado, para comenzar a sentirlas.
Había vuelto a las mías, aceptando la honra de ser un sacrificio... para lo que estaba después de terminar la vida y para lo que estaba en su inicio.
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𝐶𝑖𝑒𝑙𝑖𝑡𝑜 𝐿𝑖𝑛𝑑𝑜
Fiksi SejarahUna historia envuelta de dos principales culturas mexicanas, escritas con el conocimiento del autor que sin duda seguirá obteniendo, ya que ama su cultura y busca promoverla con amor y respeto. Cabe destacar que las antiguas civilizaciones de las c...