5. Los Black

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˗ˏˋ CHAPTER FIVE ˎˊ˗
(THE BLACKS)

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Raquel y Harry habían dormido juntos esa noche ya que querían ponerse al día de todo y volver a la mayor normalidad lo antes posible

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Raquel y Harry habían dormido juntos esa noche ya que querían ponerse al día de todo y volver a la mayor normalidad lo antes posible.

El azabache también se había disculpado por fín con Hermione y Ron por gritarles y comportarse así el día que llegó, la verdad que los cuatro se encontraban bastante agusto últimamente, algo extraño en Raquel estas vacaciones.

Los cuatro estaban en el salón, sentados cómodamente en los sillones, mientras que los padres acababan como siempre una reunión de la orden. Ron y Hermione se peleaban sobre la P.E.D.D.O, nada muy raro según Raquel.

—Sí, sí, si, —dijo Ron cortando por fín la pelea. —Vamos, estoy hambriento.

Siguieron el camino más allá de la puerta hacia el comedor liderados por Ron, pero antes de que pudieran descender las escaleras...

—¡Esperad un momento! —dijo Ron casi sin respiración, estirando un brazo para que Raquel, Harry y Hermione no caminaran más allá.

—Todavía están en el vestíbulo, a lo mejor somos capaces de oír algo.

Los cuatro miraban cautelosamente a los que estaban a punto de salir. Oyeron cómo se abría la puerta de entrada y luego se cerraba.

—Snape nunca come aquí —le dijo Raquel a Harry tranquilamente.

—¡Gracias a Dios! Venga, vamos.

—Y no olvides bajar la voz en el vestíbulo, Harry —le advirtió Hermione.

Mientras pasaban por la hilera de cabezas de elfos colgadas en la pared, vieron a Lupin, la señora Weasley y Tonks en la puerta de entrada, sellando mágicamente sus múltiples cerraduras y cerrojos detrás de los cuales los otros acababan de salir.

—Vamos a comer abajo, en la cocina —susurró la señora Weasley —Harry, querido, si pudieras andar de puntillas a lo largo del vestíbulo hasta esa puerta de allí...

CRASH

—¡Tonks! —sollozó la señora Weasley exasperada.

—¡Lo siento! —gimió Tonks, que estaba tirada en el suelo. —Es ese estúpido paraguas de ahí, es la segunda vez que me tropiezo con...

Pero el resto de sus palabras fueron cortadas por un horrible y ensordecedor chillido que dejaba helada la sangre.

Las mortífagas cortinas de terciopelo que habían pasado hace un momento se habían abierto de par en par, pero no había ninguna puerta detrás de ellas, si no un cuadro, el de la madre de Sirius.

—Otra vez no... —exclamó la pelirroja tapándose las orejas.

Lupin y la señora Weasley se precipitaron y trataron de cerrar las cortinas para tapar a la anciana, pero no eran capaces de cerrarlas y ella empezó a gritar más alto que nunca, blandiendo sus manos para intentar atacar sus caras con las uñas.

Raquel y la orden del fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora