19. Ejercito de Dumbledore

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˗ˏˋ CHAPTER NINETEEN ˎˊ˗

(DUMBLEDORE'S ARMY)

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—Umbridge ha estado leyendo tu correo, Harry

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—Umbridge ha estado leyendo tu correo, Harry. No hay otra explicación —Dijo Raquel con tono de preocupación.

Era el día siguiente, se encontraban en clase de encantamientos. Raquel, Hermione, Ron y Harry hablaban de lo sucedido con Sirius la noche pasada.

—¿Piensas que Umbridge atacó a Hedwig? —preguntó el azabache indignado.

—Estoy casi segura de eso —contestó Hermione severamente —Vigila a tu rana, se está escapando.

—¡Accio! —exclamó Harry y la rana pasó volando tristemente de regreso a su mano.

Encantamientos siempre era una de las mejores clases para disfrutar de una charla privada; había generalmente tanto movimiento y actividad que el peligro de ser oído por casualidad era muy leve.

—Fue una huida muy, muy difícil la de anoche —comentó Hermione —Sólo me pregunto si Umbridge sabe lo cerca que estuvo.

—Si hubiera agarrado a Hocicos... —pensó la pelirroja en alto con tono apenado.

Harry terminó la frase por ella.

—...probablemente hubiera regresado a Azkaban esta mañana.

Les permitieron permanecer dentro en la hora del descanso debido al aguacero que había en el exterior. Encontraron asientos en una ruidosa y abarrotada aula del primer piso, donde Peeves estaba flotando soñadoramente cerca del candelabro, reventando ocasionalmente alguna pelotita de tinta encima de la cabeza de algunos alumnos.

Raquel giró la mirada viendo como Hermione veía de forma pensativa la ventana.

—¿Qué piensas Her? —dijo la pelirroja apoyando su cabeza en el hombro de su mejor amiga.

—Estaba... preguntándome... supongo que estamos haciendo lo correcto... ¿no? empezando éste grupo de Defensa Contra las Artes Oscuras. —respondió Hermione despacio.

—¿Qué? —preguntaron Raquel, Harry y Ron al unísono.

—¡Hermione, fue tu idea en primer lugar! —le recordó Ron indignado.

—Lo sé —aceptó Hermione, torciendo sus dedos juntos —pero después de hablar con Hocicos...

—Pero si él está de acuerdo con todo esto —intervino Harry.

—Sí —susurró Hermione, mirando fijamente la ventana de nuevo —Sí, eso es lo que me hizo pensar que quizás no era una buena idea después de todo...

Peeves flotó sobre ellos boca abajo, con su cerbatana preparada, lanzó varios de sus globos con la mala suerte de que uno de ellos acabará explotando en la cabeza de la pelirroja.

Raquel y la orden del fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora