suitor

tres

Después de que HueningKai cenará, se fue a la cama, al lado de Soobin.

Soobin entusiasmado de que su amado durmiera con él, a su lado, lo abrazó por la espalda, pegando su nariz en la pijama de HueningKai, sintiéndose amado.

—¿me quieres?— susurro cerca de su oído, apretando más su abrazo.

HueningKai soltó el agarre de las manos de Soobin y se volteo, ahora, quedando cara a cara con su esposo.

—claro que sí te quiero, ¿qué pregunta es esa?— ahora él abrazo la cintura de Soobin, pegándolo más a su cuerpo, hundiéndose ambos en un cálido abrazo de esposos.

Momentos como esos, confundían más a HueningKai, realmente amaba a Soobin y lo quería para toda su vida, amaba sus tratos, amaba la comida que él hacía, amaba el apoyo emocional que le daba, amaba todo lo que Soobin le ofrecía. Sin embargo, nunca se detuvo a pensar, qué le gustaba de Soobin.

Soobin era lindo físicamente, amaba sus facciones, y mentiría si dijera que no le gusta el cuerpo de Soobin, su cintura, sus piernas y sus labios, eran sus partes favoritas.

Pero había un detalle, realmente no le gustaba tener intimidad con Soobin por dos cosas; no lo veía sexualmente atractivo y para él era raro de cierta forma hacerle el amor a su esposo.

Soobin no se comparaba con sus amantes, era descarado decirlo de esta forma, pero sólo HueningKai sabía quienes lo satisfacían. A veces era muy difícil negarle a Soobin tener un poco de intimidad pues a veces él hacía sus berrinches y dramas, a veces HueningKai no tenía ni un amante, por lo que tenía que conformarse con Soobin.

HueningKai no estaba cómodo con Soobin del todo.

—bésame por favor.— suplicó estando a escasos centímetros de los labios de HueningKai.

No podía decirle que no a esos ojos tan bonitos que se encontraban abiertos de par en par y a ese pequeño pucherito formado en los dulces labios de Soobin.

Juntaron sus labios en un corto y silencioso beso, cosa que a Soobin no le agrado.

—¿qué pasa?— se acercó más al cuerpo de HueningKai, quizá él se sentía mal y Soobin estaba un poco insistente, quizá lo estaba abrumando.

—nada, estoy cansado.— fueron las últimas palabras que dijo antes de cerrar los ojos y voltearse al lado opuesto a Soobin, no quería estarlo soportando más.

•

—no sé que es lo que me pasa, estoy tan confundido últimamente.

—no deberías estarlo, su estado de ánimo no es algo que te corresponde a ti, eres su esposo, no su psicólogo.

HueningKai bufó ante la respuesta de Yeonjun. —a veces pienso que debería divorciarme de él y dejarlo en paz, no se merece lo que le hago.

—tranquilo, él no es capaz de satisfacerte en lo absoluto, no es tu culpa, ¿está bien?, tal vez no se lo merezca pero tampoco se esfuerza por ser lo mejor para ti.

Yeonjun tenía razón, desde que se casaron Soobin no ha vuelto a arreglarse, ni a ponerse lindo, no era la misma persona que conoció al inicio, él estaba tan cambiado. Soobin se la pasaba hablando de sus pinturas y exposiciones que se olvidó de los intereses de su esposo, Soobin era un hombre muy ocupado que no tenía nisiquiera un día libre para salir a cenar con su esposo.

HueningKai no tenía la culpa.

En Yeonjun encontró más que sexo.

Encontró a alguien que de verdad lo encendía en la cama, alguien que de verdad sabía como hacerle el amor. Encontró la comprensión de una pareja sentimental, Yeonjun se interesaba y escuchaba atentamente cada uno de los proyectos de HueningKai, encontró un compañero para salir juntos al cine, salir a cenar, etcétera.

—tal vez tengas razón, aún así creo que no es justo que le esté haciendo esto.— Se soltó del agarre que tenían las manos de Yeonjun en sus caderas desnudas y camino hacia el baño, tenía que tomarse una ducha urgentemente.

Se miró al espejo y sonrió satisfactoriamente. Le encantaba ver su cuerpo repleto de marcas, arañadas y demás, pues aquello significaba lo bien que la había estado pasando con su amante, significaba la gloria pura para HueningKai.

Apreciaba mucho las noches de aventuras que tenía junto a Yeonjun en su departamento a las afueras de la ciudad, departamento que HueningKai compro para él. Pues en el se hospedaría cada que desapareciera largas semanas de su casa por cuestiones de "trabajo", sus proyectos estaban detenidos hace medio mes, o sea, desde que empezó a frecuentarse con Yeonjun.

HueningKai se sentía completo, había encontrado el amor.

•

Había empezado otra semana más de tortura, cada que su esposo se alejaba de él, se sentía tan inútil, vacío, solitario e infeliz. Lo único que le quedaba era esperar.

Se preguntaba realmente, ¿dónde estaría su esposo?, claro que Soobin estaba al tanto de sus amantes y demás, sabía que las veces en las que se ausentaba era porque se iba a revolcar con todos ellos, pero ¿en dónde estarían?

Y la pregunta del millón, ¿por qué le pasaba todo esto?

Sí apenas anoche HueningKai durmió en su cama, si apenas anoche le dijo que lo amaba, si apenas anoche lo besó.

No entendía con exactitud los motivos para que HueningKai lo engañará de las formas más crueles que existen, él nunca se había portado mal con Kai, al contrario, siempre lo consintió mucho, siempre le dió el amor que se merecía, siempre veló por él, siempre intento hacerlo sentir cómodo en la relación. Soobin lo hizo todo.

Quizá había una razón mucho más poderosa que sus pensamientos.

No importaba que fuera, aún así le lastimaba.

Sabía que tenía que divorciarse lo más pronto posible por el bien de ambos, por el bien de la salud mental de Soobin y por la felicidad de HueningKai, pues estaba claro que Kai no era feliz con Soobin ni de broma, todas las acciones de HueningKai le lastimaban, así fueran las más insignificantes, Soobin sabía la verdad y el hecho de que HueningKai no haya sido sincero con él desde un principio, lo mata más.

Entre sus pensamientos, el timbre de la puerta retumbó en sus oídos, yendo lo más rápido posible para abrir.

Abrió la puerta y no se encontró con absolutamente nadie, pero al mirar hacia el suelo se encontró con un bonito arreglo floral de tulipanes. Sonrío y rápidamente lo levantó del suelo. Se percató de que entre los tallos había una pequeña nota.

HueningKai las había mandado para él.