veinte

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Soobin se encontraba esperando a su esposo pacientemente después de haberse arreglado para él. Ya no estaba intranquilo, solamente esta noche esperaba pasarla bien con Hueningkai.

Por última vez.

Estaba consciente de que ya no iba a ser lo mismo después de esa noche, ya no volvería a llamarle por apodos lindos a su esposo, ni a cocinarle sus platillos favoritos cada fin de semana, ya no recibiría flores de parte de él, ya no dormiría nunca más a su lado. Pero lo más importante, ya no volvería a sentirse inseguro, ya no volvería a llorar. Ya no sufriría. Sería la última vez que dormiría a su lado, al día siguiente le pediría que por favor saliera de su casa, tendrían que arreglar su divorcio. Le dolía tanto lo que estaba por hacer, pero ya no podía más con esa agonía y tristeza que inundaba su corazón.

De pronto, la puerta fue abierta. Encontrándose con la silueta de su esposo, ese mismo abrigo que tenía puesto, ese abrigo que quería arrancarle y pulverizarlo con sus propias manos. Solamente sonrió y espero a que Hueningkai se acercara a él para besarlo y abrazarlo.

Con los mismos labios que había besado a Yeonjun horas antes.

—te ves guapísimo, ¿nos vamos?, una reservación en tu lugar favorito nos está esperando, mi amor.

Hueningkai era un ángel caído del cielo, esa sonrisa, esos ojos, ese cabello, esa voz, esa sutileza con la que le hablaba y le trataba. ¿Por qué tenía que manipularlo de esa forma?, tenía todo con él a su lado, se sentía el hombre más amado del universo con sólo una caricia de aquel hombre que en la mayoría de veces, le aplastaba el corazón con cada mentira que decía. Tenía tanto deseo de que él cambiará y fuera el hombre al que le entregó su corazón justo cuando lo conoció. Lástima que esa versión de él, no volvió a vivir más en su persona.

Cerraron su hogar y salieron tomados de la mano hacia su auto. Al subir, Soobin se percató de un pequeño detalle en el tablero del auto. Había un pequeño marco con una fotografía de ellos dos en el parque de diversiones en Los Ángeles. Se miraban tan jóvenes y felices. Tan enamorados. Sonrió al recordar ese viaje al extranjero tan preciado para él, una de las pocas buenas cosas que vivió con su esposo. Era una lástima que todo eso ahora se convirtiera en vagos recuerdos de su adultez que quizá a los cincuenta años, jamás vuelva a recordar. Vagos recuerdos que se llevaría a la tumba. Vagos recuerdos plasmados en lo más profundo de su alma.

—¿la pusiste apenas?, no la había visto— habló de pronto refiriéndose a la fotografía.

—estaba en el despacho, no sé qué hacía allá sabiendo que puedo traerla aquí en el auto, conmigo. Es una forma de traerte siempre, aparte de mi mente. Tengo otra en mi cartera, ¿quieres verla?— buscó en su bolsillo su cartera para ofrecérsela a su esposo, sería una buena idea que viera cuanto apreciaba las fotografías juntos.

Mala idea.

Al abrir el objeto, Soobin se encontró con un ticket de un restaurante al que había ido justamente ese mismo día a las diez de la mañana. Restaurante al que ahora mismo se dirigían.

Hueningkai era un descarado al llevar a comer a su amante a su lugar favorito, a su museo favorito, a su pintura, ¿No le era suficiente cogerselo a sus espaldas?, ¿qué era lo que realmente buscaba en Yeonjun, una imitación barata de él mismo?, no lo entendía. Mientras, se aguanto las ganas de llorar, las ganas de gritar, reprimió una vez más sus sentimientos. Solamente guardo el ticket en su lugar y suspiró, tenía que aguantar solamente esa noche, su última noche. Siguió hojeando los compartimientos de la cartera hasta encontrarse lo que realmente buscaba.

Una fotografía a blanco y negro de él mismo de cuando iba a la preparatoria y otra de él con su pequeño hijo, Odi. Además de una pequeña nota escrita con tinta roja; "Te amo más que a nadie, Kai Kamal Huening"

Sonrió al verlos, bien o mal, esos pequeños detalles aún seguían con él. Tal vez una pequeña parte de su esposo sí lo quería. Sí lo amaba.

Ahora mismo se encontraban en el mismo mirador de hace un mes. Viendo las estrellas en medio de la oscuridad, con la sola radio del auto encendido. Esta vez estaba reproduciéndose una canción de una banda que amaban en común, su fanatismo por Cigarettes After Sex fue el mismo que les unió en una amistad hace algunos años, más tarde los consolidó en un bello matrimonio. Una unión que se decía, sería para toda la vida.

—¿recuerdas como nos conocimos?

—lo recuerdo todo el tiempo, sabes, jamás voy a olvidar tu manera tan espontánea de acercarte a mí. Creí que serías como los demás, pidiendo hierba gratis y esas cosas. Esa noche de Noviembre cambió totalmente mi vida.

—lo sé, es sorprendente como la vida da muchas vueltas. No me arrepiento. ¿Sabes una cosa?

—¿qué?

—te amo

—¿cómo es que lo haces?

Suspiró. —Soobin, estoy arrepentido. Sé que te engañé, pero no elijo de quien enamorarme. Sólo quiero que comprendas, que aún tengo sentimientos por la otra persona. Pero no son impedimentos para quererte a ti, no lo veo hace casi un mes y créeme que poco a poco lo estoy olvidando. El que vale totalmente la pena eres tú mi amor, tú y solamente tú. Eres mi esposo, el futuro padre de mis hijos. Mi vida te pertenece a ti.

Soobin no sabía cómo tomar esas palabras, no sabía si era sinceridad, burla, manipulación, o solamente su esposo drogado.

—Kai.. lo sé todo..

—¿qué?

—sé que estás con él. Con Yeonjun.

Hueningkai quedó perplejo.

—la he pasado mal todos estos meses Hueningkai, no sabes cuántas veces intenté morir porque ya no soportaba que me hicieras esto. Lo sabía incluso antes de que tú mismo me lo dijeras, sé qué..

—perdoname.. pero he dicho que no soy yo el que elije de quién enamorarse. Te pasó lo mismo. Estabas profundamente enamorado de ella, que ni siquiera te importó restregarme tu dolor sabiendo que me gustabas. Te enamoraste de mi de la noche a la mañana y hasta ahora no sé si realmente fue algo arreglado con nuestros padres o de verdad había amor de tu parte. Estabas con ella incluso dos meses antes de que nosotros formalizaramos. Ni siquiera pudiste sanar lo suficiente cuando ya estabas conmigo. Una noche, puedes amar a alguien. Y a la siguiente, a alguien más. No elijes de quien hacerlo.

Soobin cayó en cuenta, que probablemente, esto se trataba de un karma. Unas con otras. Su relación con Hueningkai fue demasiado complicada. Pero lo que sí sabía, era que él jamás le faltó al respeto estando en una relación de novios, mucho menos en el matrimonio.

No podía creer el cinismo de Hueningkai.

Pero no quería perderlo antes del tiempo acordado.

Sin embargo, no pudo contener sus lágrimas y solamente se aferró a los brazos de su esposo, quien lo envolvió en un abrazo cálido. Estuvieron un rato así, sintiendo sus latidos el uno al otro, hasta que uno de ellos habló.

—bebé, te amo como nunca he amado a nadie. Esta vez todo será distinto, te lo prometo. Sólo dame una oportunidad, él está lejos ahora. Y yo, quiero estar contigo— el castaño levanto el mentón de su esposo con sus dedos, conectando sus ojos con los contrarios. Sus ojitos llorosos, sus pupilas dilatadas, esos bellos ojos que sabía que habían perdido su brillo hace tiempo. Brillo que él mismo había quitado.

Le sonrió, y posteriormente besó sus labios. Los unieron en un beso lento, dulce y tan doloroso a la vez.

Soobin sabía que la única forma de arrancarse a ese hombre de su corazón, era la propia muerte.

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