diecisiete

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—¿es para ese bastardo, verdad?, cariño, hablamos sobre tu divorcio..

—papá, no me voy a divorciar de él. Y no, no es para él, es para mí. Compre una propiedad en el centro, abrí mi propio negocio, pero.. quiero comprar algunas cosas, ya sabes, muebles y esas cosas..

Su papá no estaba muy convencido, ¿pero que podía hacer?, era su único hijo y no podía negarle absolutamente nada por más que quisiera, sabía que el dinero que su hijo le pedía no era para él, si no para su esposo. Sabía que se habían metido en problemas de nuevo. —haré como que te creo Soobin. He perdido la cuenta de cuántas veces te he dicho que te divorcies, ese hombre no te trae nada bueno, solamente te ilusiono al principio. Error tuyo por no darte el tiempo suficiente para conocerlo y querer casarte al instante.

—papá, no necesito más sermones. Él está cambiando.

Su padre suspiró, girando su silla para así darle la espalda al menor y abrir el cajón que contenía su caja fuerte con la gran cantidad de dinero que Soobin le estaba pidiendo "prestado", pues a sus ojos no parecía así, estaba consciente de que no vería ese dinero en mucho tiempo. Pero de alguna forma tenía que apoyar a su único hijo. Su adoración. Entregó el gran fajo de billetes a Soobin con tanta pena, le decepcionaba que su hijo mendigará el amor de un hombre sin autoestima cuando él como padre había hecho su mayor esfuerzo para que su hijo creciera sin carencias.

Lamentablemente no pudo evitar la carencia de una figura materna.

—te ruego que te cuides, no quiero que él te golpee, te insulte o te trate mal. Siempre que necesites de papá, ven a casa. Tu casa. Ven a verme más seguido, por favor, tal vez pueda ir a visitarte a ti a tu negocio, pero me gustaría que vinieras más seguido por aquí.

—lo haré papá— le sonrió ampliamente y pronto se acercó a él para darle un beso en la frente además de un fuerte abrazo como símbolo de despedida. —tengo que irme. Muchas gracias por esto, te prometo que voy a pagarte pronto, ¿sí?, no te angusties papá, vendré pronto y te llamaré en la semana. Te amo.

—también te amo. Cuídate.

Solamente vió salir a su hijo de su despacho con la cara casi arrastrando de toda la angustia que traía cargando encima. Le dolía verlo tan apagado, tan grisáceo, tan triste.

Sin embargo sabía que no podía ayudarlo, no si él no se dejaba ayudar.

Hueningkai estaba ocupado armando un lego en la sala de su casa, en espera de su esposo y su dinero. Tendría que ir a su despacho nuevamente, tendría que saldar con esa deuda si no quería que su amante fuera ejecutado esa misma noche. Mismo que vería esa noche después de tantas semanas de ausencia, lo extrañaba tanto y sentía que no podía más con ese castigo llamado; estar viviendo en la misma casa que Choi Soobin. Se la había pasado increíble al lado de su esposo todo ese tiempo, estaba comiendo delicioso, era atendido como se lo merecía, Soobin le compraba cosas lindas como el juguete en el que estaba ocupado mientras esperaba a su esposo, también se la había pasado de maravilla todas esas noches que hicieron el amor. Llegó a creer que se había enamorado de él de nuevo y tal vez lo estaba. Pero su deseo por Yeonjun era mucho más fuerte que todo el amor que sintiera por Soobin.

¿Amor o sentido de pertenencia?

No lo sabía. No sabía lo que era amar. Nunca le enseñaron que era ese sentimiento tan poderoso.

Sintió amor cuando conoció a Soobin.

Estuvo flechado durante muchísimo tiempo de un hombre que parecía ser su tipo ideal. Un hombre que era atento, carismático, tan agradable. Un hombre que le cocinaba delicioso y estaba atento con todo lo que él necesitará, su infancia estuvo rodeada de lujos materiales, pero no lujos humanos como eran las acciones tan sublimes de Soobin hacia él. Un hombre atractivo en todos los aspectos que lo follaba tan bien al punto de saciarlo completamente. Un hombre que lo amaba. Un hombre que le expreso de todas las formas posibles cuanto lo amaba.

suitorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora