cinco

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Soobin estaba feliz.

Feliz porque finalmente era fin de semana y vería a Hueningkai, había estado esperando tanto ese momento. Quería tenerlo con él.

Eran las siete de la mañana, el sol recién se asomaba entre las lejanas montañas lo suficiente para que unos pequeños rayos de sol alcanzarán a entrar por las persianas de la habitación de Soobin. Tenía que levantarse de su cama y ordenar el departamento para la llegada de su esposo, esperarlo arreglado, perfumado y lindo, Hueningkai había mencionado que lo llevaría a pasar el rato a algún lugar, era una sorpresa. A Soobin siempre le han encantado las sorpresas.

Esta vez se apresuró para llegar un poco más temprano con su esposo, le había prometido una salida y por más malvado que estaba siendo con él, no quería desilusionarlo aún más, de alguna forma se merecía algo. Salió del departamento de Yeonjun después de haber pasado la mayor parte del día juntos y se dirigió al centro de la ciudad donde se encontraba su primer hogar.

Planeaba llevar a Soobin a cenar a uno de sus lugares favoritos, un lugar caro, quizá a una tienda de regalos, alguna cosa infantil de las que Soobin disfrutaba. Una vez ahí, proponerle un proyecto en el que había estado pensando hace algunos meses. Si bien tenía muy descuidado a su esposo, pensaba que tenía que hacer algo para compensarlo, o al menos eso le convenía pensar, más bien lo hacía para que Soobin se mantuviera distraído en alguna cosa que le guste y él pueda ser feliz sin tener que preocuparse por el hecho de que su esposo recaiga de nuevo con sus problemas mentales.

Soobin siempre había soñado con poner su propia galería de arte.

Y Hueningkai como buen esposo, le cumpliría su sueño.

Mientras tanto, Soobin se encontraba esperando "pacientemente" a su esposo. O al menos eso esperaba ser, paciente, llevaba horas en el sofá viendo la televisión, casi devorando todas las frituras que guardaba en la despensa del mes, comer siempre le calmaba la ansiedad. Revisaba su celular constantemente en espera de algún mensaje o llamada de su esposo, ahora ni siquiera sabía si Hueningkai se encontraba en camino, si vendría, si no vendría, Soobin no tenía idea.

Pronto, la puerta fue abierta. Dejando ver la alta silueta de Hueningkai asomándose en el marco de la puerta, tenía una leve sonrisa en su rostro y lo buscaba con la mirada. El mayor se levantó del sofá rápidamente y se lanzó a los brazos de su esposo, dándole un cálido abrazo, extrañaba su cuerpo pegado al suyo, extrañaba su olor, los latidos de su corazón, a su esposo. Sin pedir permiso, el pelinegro posó sus carnosos labios sobre los de su esposo, quien extrañamente le correspondió. Hace semanas que no lo besaba de esa forma.

—vaya, sí que me extrañaste.— Bromeó Hueningkai después del apasionado beso que se acababan de dar. Mientras Soobin aún recuperaba su aliento, Hueningkai lo miró un poco extrañado. —estás muy delgado, ¿no te doy suficiente dinero para que puedas comprar comida y alimentarte bien?, pareces un cadáver Choi.

Soobin no sabía cómo tomar ese comentario. ¿Le gustaba o le desagradaba?

—¿no te gusta como me veo..?

—no.— El menor le tomó la mano y lo incito a darse la vuelta para poder observar mejor su complexión, la cual, no le estaba agradando mucho a Hueningkai. —te ves asqueroso, tienes que subir un poco más de peso Soobin, te daré más dinero si quieres.— El mayor se angustio. Realmente el esfuerzo de aguantarse el hambre estas dos últimas semanas había sido completamente un reto difícil, para que ahora su esposo le exigiera más. Después de este día se pondría a cuidar más su figura, de eso estaba seguro.

Tal vez Soobin tendría que estar más pendiente de las redes sociales de Yeonjun, el amante de su esposo, copiar absolutamente todo su estilo de vida hasta llegar a su figura envidiable que seguramente su esposo se cogía toda la semana.

—no importa, déjalo así por hoy, para que veas que me importa tu salud, te llevaré a un lugar que te gustará, podemos comer lo que quieras cariño.— lo ánimo un poco después de los hirientes comentarios que llegó a decir. Y por si fuera poco, Soobin se entusiasmo por la idea, ¿acaso esto era una especie de cita?, él y su esposo no salían a citas hace más de medio año. —me parece genial, ¿podemos irnos?

Soobin realmente se sentía en el más fantástico cuento de princesas. Después del incidente en su departamento, subieron al auto de su esposo y se dirigieron al restaurante más caro de Seúl. Hueningkai había hecho una reservación esta mañana pensando ya en que cenaria con su esposo en ese mismo lugar. También, se anticipó antes en comprar un pequeño obsequio para Soobin, sorpresa que le daría más tarde.

—hoy tenemos que hablar de muchas cosas importantes, nene.

—te escucho cielo, cuéntame, ¿qué tal tu semana?— pregunto Soobin recargando su mentón sobre la palma de su mano, escuchando atentamente a su esposo. Arriesgándose un poco con esa pregunta, pues esperaba que no mencionara a alguna persona que él no conociera. —estuvo bien, pero necesitamos hablar de nosotros.

Soobin se exhalto un poco. —tranquilo, con cosas buenas.

—sé que últimamente no estoy en casa y lo lamento tanto, sé que debería estar más pendiente de ti, pero en serio que tengo muchísimo trabajo, la editorial me está presionando bastante y yo aún ni siquiera puedo terminar el último proyecto que inicie. Pero sabes, con la boda, el departamento, logré ahorrar un poco de dinero para lo que quisieras, sé que no lo necesitas, ganas tu propio dinero y con lo que te doy es suficiente. Quiero que te ocupes en algo más que solamente hacer comisiones y pintar lienzos cada vez que estás aburrido, sé que la vida en casa es frustrante pero de verdad ahora no puedo estar frecuentemente en casa.— Aquellas palabras sonaban tan falsas. Soobin más que nadie sabía que su esposo no estaba fuera de casa porque tuviera que terminar sus proyectos, él sabía que se ausentaba por sus amantes, no por trabajo.

Eso le hirió bastante.

Pero dejó que siguiera hablando. Él solamente escucho atento.

En ese momento, Hueningkai tomó las suaves y cálidas manos de su esposo, las acarició y lo miró con los ojos más enamorados, como si de verdad tuviera algún interés amoroso en el alto pelinegro sentado frente a él.

—sé que tu sueño siempre fue abrir una galería de arte, un lugar donde pudieras exponer tu trabajo y no solamente en redes sociales y en las paredes del departamento.— Soobin comenzaba a temblar, sabía por donde iba esto y sinceramente no se la estaba creyendo.

—¿qué quieres decir con esto, Kai?

—compré un lugar donde puedas trabajar cómodamente y al mismo tiempo exponer tus obras. Quiero que te mantengas ocupado, sé que hace un momento te dije que te veías fatal, necesito que salgas de casa y comiences a cuidarte un poco más.— Hueningkai buscó en su bolsillo las llaves de la supuesta galería que ya había acondicionado para su esposo. —esto es para ti, es tu lugar de trabajo, es tu vida, es tu sueño hecho realidad, amor mío.

Soobin estaba muriéndose de la felicidad. El hombre de su vida le estaba dando el regalo más hermoso para él, después de la boda de sus sueños, uno de sus más grandes anhelos, su vida.

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