Feliz caceria

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Miró el cielo nocturno sobre ella intentando alcanzarlo con sus manos sabiendo que era imposible pero aún así lo intento de todas formas. Debería estar cansada, después de todo corrió al menos un par de kilómetros en cuanto su nuevo amo la despacho, pero aún así sabía que sin importar cuanto corriera no llegaría muy lejos, estaba atada a la vida y a su amo.

Mordió su labio inferior con frustración y logró escuchar un carro venir en su dirección, se levantó de su lugar en el piso viendo a alguien rodar del coche sorprendiendo la un poco, no muchas personas saltaban de un coche en movimiento... Vio con curiosidad como la chica que saltó se paraba con dificultad intentando correr en cuanto el coche se paró no muy lejos de ella, y del bajaban dos hombres que no lucían muy felices para ser honestos.

— ¡Ayuda, por favor! — Grito la joven siendo sostenida por los hombres intentando amarrar la.

— Quédate quieta Perra. — Ordenó uno de ellos levantando su mano en su contra pero antes de poder golpearla fue detenido. — ¿Que? — Se giro viendo ojos escarlatas que le veían de forma fría, antes de poder decir palabra su cuerpo cayó sin vida al piso con su rostro en su espalda luego de que doblará su cráneo.

— ¡Monstruo! — Chillo el hombre a su lado y antes de que pudiera huir tuvo el mismo destino que su amigo.

— ¿Hay otro? — Le pregunto a la un sorprendida chica en el piso que logró asentir y apuntar al coche.

— L-Las chicas son inocentes como yo... — Susurro aún asustada pero tomando algo de coraje.

— Entiendo. — Se dio la vuelta y con una velocidad imposible de lograr para un humano fue en contra del cochero y saco al hombre restante logrando que las chicas dentro gritaran con temor. Un par de minutos los cuerpos de los hombres yacían sin vida en el suelo.

— G-Gracias... — Murmuró la misma chica a la que originalmente ayudo.

— Deberían irse antes de que amanezca. — Recomendó dándose la vuelta para irse.

— ¡Espera! ¡¿Que pasa si otros vuelven por nosotras?! — Chillo deteniendo la de la muñeca con valor.

— Pelea, y si no puedes pelear grita, estaré atenta. — Sonrió suavemente hasta que sintió una leve molestia en su mano ¿Que mierda...?

— ¿Cual es tu nombre? — Deseo saber mientras ella hacía una mueca ante el dolor en su mano que se volvía cada vez más molestó.

— Skye. — Contesto viendo el cielo antes de refunfuñar y salir corriendo en dirección a la mansión notando que a medida que se acercaba la molestia en su mano desaparecía ¿Podría ser que la estaban llamando? ¿Que era? ¿Un perro con una correa? Refunfuño pero en cuanto llegó a la mansión entró por la ventana que encontró siendo está la habitación de su joven amo.

Observó al pequeño dictador dormir en su cama y no pudo evitar preguntarse a que llevo a tan lindo niño a convertirse en un completo desgraciado.

— Hmmm... — Murmuró entre sueños el pequeño y aquello hizo que se sorprendiera un poco acercándose, al parecer el menor tenía una pesadilla, ja, al final de cuentas si era un niño después de todo.

— Que genio malévolo más extraño. — Susurro para si misma acariciando su cabello con suavidad notando como iba relajando sus facciones, con cuidado se sentó de rodillas junto a la cama sin dejar de acariciar su cabello. —  Espero por tu bien no llegar a quererte. — Añadió acostándose a su lado viéndole dormir haciendo que le diera algo de sueño.

Ciel estaba durmiendo plácidamente cuando sintió los rayos del sol pegarle en el rostro, lo que era extraño ya que recordaba a Sebastián cerrarlas antes de irse a dormir, con precaución abrió los ojos viendo no solo las cortinas abiertas sino que las ventanas también y antes de que pudiera hacer algo sintió un peso sobre su mano, al fijarse de dónde venía aquel peso extra se encontró con el rostro dormido de su nueva empleada, quien tenía su mano sobre la suya, antes de que pudiera decir algo noto una marca extraña sobre esta, era parecido al símbolo de Sebastián pero de color Rojo, curioso...

— Buenos días Joven amo. — Entró por la puerta Sebastián con su desayuno sorprendiendose levemente al ver a su nueva familiar dormir junto a su Maestro. — Oh parece que tuvo algo de compañía en la noche ¿Tuvo dulces sueños?

— Entró por su cuenta. — Se defendió ligeramente sonrojada notando que está parecía despertar.  — No creí que fuera necesario decirlo, pero esta prohibido entrar a la habitación de un amo sin su permiso. — La regaño mientras ella se estiraba un poco.

— No es mí culpa, es suya. — Señaló al mayordomo y Ciel elevo una ceja.

— Tan solo me aseguraba de que no fuera muy lejos, y además esta es la primera vez que tengo un familiar quería comprobar que el contrato estuviera bien formado. — Se acercó a la chica dejando sus rostros a centímetros de distancia haciendo que estuviera algo nerviosa. — Es una alegría ver qué fue bien formado. — Sonrió y ella le vio confundida.

— ¿Que? — Miró al conde en busca de ayuda y este señaló con la mirada su mano en la cual un ¿Tatuaje? De color Rojo la marcaba como familiar del demonio. — ¡Tu! — Lo acuso levantándose dispuesta a golpearlo para luego darse cuenta que era infantil lo que estaba haciendo por lo que se detuvo apretando sus labios. — Te odio desde lo más profundo de mí corazón.

— Nada de eso es importante ahora. — intervino Ciel con su taza de té en mano. — Ahora aprovechando la oportunidad hay que definir tu situación.

— ¿Mí situación?

— Si, desde hoy serás mí enfermera personal, por lo que estarás a toda hora y momento a mí servicio junto a Sebastián. — A las piezas volátiles era mejor mantenerlas cerca y además estaba curioso por ver de qué era capaz un vampiro. — Y además me gustaría saber de las circunstancias que te llevaron a estar en aquella caja. — Agrego notando como la castaña se estremecía.

— Yo... — Murmuró viendo el piso. — Estaba huyendo de alguien... Una bruja llamada Selene, su amo y yo no estamos en buenos términos y ella quería entregarme a él para congraciarse con él... — Técnicamente hablando no era mentira y no creía que el Conde necesitará saber más.

— ¿Que más sabes sobre esta bruja y su empleador?

— ¿Porque quieres saber? — Pregunto con cautela.

— Como ayer te dije, mí misión es aliviar los pesares de la reina y esta bruja... Selene parece estar causando molestias a su majestad, nada importante hasta el momento pero prefiero estar al tanto de todo en caso de que sea un problema en el futuro.

— Ella no es alguien que deba ser tomada a la ligera o a quien un simple mortal pueda enfrentar. — Dijo de forma sería esperando ver el miedo en los ojos ajenos pero a cambio viendo interés en ellos.

— Yo seré quién juzgue eso. — Sonrió con malicia y Skye considero que quizás llegó a un lugar mucho más peligroso de lo que originalmente pensó.

Sangre y realeza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora