Viejos amigos.

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— ¡Suelta me! — Grito dándole finalmente un golpe al mayor haciendo que ambos cayeran al piso.

— Genevieve. — Intento acercarse pero esta rechazo su contacto.

— ¡Cállate! ¡Aléjate! — Grito enterrando sus manos en el piso sintiendo como en cualquier momento se echaría a llorar. — No te me acerques... Por favor. — rogó con la voz rota.

— ¿Porque? No entiendo ... Dime qué está mal. — Pidió manteniendo su distancia.

— Yo estoy mal. — Contesto viéndole con sus ojos brillando en escarlata. — Tenían razón, no debí confiar en el, nunca debí decirle, mira lo que me hizo... Lo que le hizo a Teo. — Dijo con una sonrisa rota. — Fue todo mí culpa.

— No lo fue ... Yo debía protegerte, fue mí negligencia la que causó todo esto. — Se disculpó mordiendo su labio inferior arrodillándose a su altura. — Ven conmigo, encontraremos una solución.

— Aquello que se perdió no se puede recuperar. — Contesto dejando que acariciara su rostro. — Estoy cansada de huir y lamentarme Will, quiero... — Miró el piso y luego sus ojos volvieron a brillar escarlata. — Quiero venganza.

— Genevieve, no deberías querer eso, va en contra de todo lo que Teo inten—

— ¡Teo está muerto! A la mierda sus enseñanzas, yo voy en contra de todo en lo que creía... Creíamos. — Se corrigió apretando sus labios.

— Aún así... Es demasiado peligroso. — Intento hacerla entrar en razón.

— Ya te lo dije una vez ¿No? Todos morimos al final, es el significado que le damos a nuestra muerte lo que importa. — Repitió sujetando el rostro del Shinigami entre sus manos juntando sus frentes. — Te quiero hermano... Pero nada que digas me hará cambiar de opinión y lo sabes.

— Eres un caso perdido... — Susurro abrazándola para luego soltarla. — No puedo ayudarte con tu cruzada.

— Lo se y tampoco esperaba que lo hicieras. — Sonrió esta vez con dulzura. — Suerte que encontré personas que lo hicieran, no es así ¿Sebastián? — Pregunto mirando detrás de Will donde apareció el demonio con una sonrisa en sus labios.

— No quería interrumpir tal dulce momento. — Dijo con algo de burla.

— ¿No podrás querer asociarte con esta... Sabandija?

— Tengo que alimentarme de alguna forma.

— ¡Tu! — Dijo exaltado al saber lo que eso significaba. — Tan solo esta detrás de tu alma, no puedes confiar en el.

— Y no lo hago, tan solo confío en que tenemos intereses mutuos. — Acaricio su rostro mientras se colocaba de pie. — Ya no soy esa niña inocente Will que no sabía nada del mundo, no seré engañada nuevamente. — Aseguró besando su mejilla antes de ir al lado del demonio. — Y aún así, me asegúrare de arrastrarlos al infierno conmigo esta vez. — Prometió viendo al demonio a los ojos.

— ¿Es acaso una invitación? — Pregunto con diversión.

— Quizás. — Dijo misteriosa colocándose a su lado.

— Aún así... Druida o no, tu alma aún tiene valor, tu destino aún no está del todo roto. — Anuncio para su sorpresa. — Vendré a visitarte para asegurarme de que está sabandija no intente nada.

— Yo... — Murmuró sorprendida ante la primera revelación. — Estare esperando tus visitas, hermano. — Sonrió con cariño dándose la vuelta para ir de vuelta a la mansión con el demonio.

— Hasta pronto, Luce... — Susurro el Shinigami viéndola partir.

— — ( O — O ) — —

— He conocido a un par de Druidas en mí vida, y ninguna de ellas tenía un Shinigami cuidándola. — Comento Sebastián a medida que se acercaban a la mansión.

— tal vez no conocías a la adecuada. — Contesto siendo detenida por el demonio que la estampó en contra de un árbol.

— Aún eres mí familiar y puedo hacerte hablar si así lo deseo. — Dijo de forma amenazante con sus ojos brillando escarlata.

— Hazlo, siempre has podido hacerlo. — Hablo sin miedo y con una ligera sonrisa en sus labios. — Eres más amable de lo que aparentas, Sebastián.

— ¿En serio? — Pregunto cerrando su mano en su cuello con fuerza.

— En serio. — Respondió acariciando su mejilla para la sorpresa del demonio quien la soltó.

— Tu alma quizás es tan interesante como el Shinigami dijo. — Aseguró dándole la espalda para volver al camino de la mansión. — Pero eso no quiere decir que no tendrás que explicar algunas cosas.

— ¿No más palabras dulces para hacerme hablar? — Pregunto divertida caminando a su lado.

— ¿Las quieres? — Dijo elevando una ceja.

—  No son malas de vez en cuando. — Contestó viendo al demonio. — Además no van mal con la comida.

— ¿Ya no te rehusaras a comer? — Pregunto parándose para verla de frente.

— Tengo que tener toda mí energía si me quiero vengar.

— ¿Y luego eso? — Hablo con curiosidad.

— Si me das la fuerza que necesito para lograr mí meta... — Susurro viendo abajo para luego levantar la mirada y verle con sus ojos escarlata. — Te daré todo lo que quieras, mí alma, mí cuerpo, lo que desees, no tengo un lugar al que regresar de todas formas. — Sebastián pestañeo sorprendido para luego sonreír abrazándola de la cintura y con su mano libre sosteniendo su rostro.

— Tu alma aún no está del todo perdida, aún puedes reencontrarte con aquellos que perdiste, si me aceptas jamás podrás volver a verlos, la oscuridad se cerrara sobre ti y la luz ya no será una opción. — Informo acariciando su mejilla con su pulgar con sus ojos brillando del mismo color que los suyos.

— No te estoy aceptando a mí, me estoy aceptando a mí misma, esta es mí naturaleza ahora, está es quien soy ahora. — Contesto con facilidad sacándole una sonrisa al demonio.

— Que así sea entonces. — Susurro sobre sus labios antes de cerrar su pacto bajo la luna llena con un suave y agridulce beso en los labios.

Sangre y realeza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora