Una poción problematica

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— ¿Y bien? ¿Que asuntos tiene que discutir con nosotros? — Pregunto el joven Conde en su escritorio con su mayordomo a un lado luego de que esté dejara a la vampira en su habitación durmiendo.

— Ya descubrí bajo el efecto de que pócima está Genevieve. — Contesto apretando los labios al tener que darles explicaciones a un humano y su alimaña. — Se llama "La felicidad que pedimos" y es extremo problemática por lo que lo mejor es que me lleve a Genevieve conmigo.

— Eso no pasará. — Dijo sin duda en su voz. — Skye — Nombre haciendo énfasis en el nombre que él le dio. — Es miembro de esta casa así que lo que sea que le este pasando será lidiado dentro de estas paredes, ahora, habla, ¿Porque está poción es tan "problemática"?

— Tch... — Apretó los labios pero notando aún el lazo entre el alma de la vampira y el demonio no creía que fuera capaz de llevársela sin más. — La poción es para personas con depresión, hace que quien esté bajo sus efectos vuelva a un estado en el cual se sentía seguro y feliz, por el tatuaje en su cuello, diría que en el caso de Genevieve fue poco después de que Teo le enseño lo que era. — Finalizó a regañadientes.

— ¿Cómo puede volver a su estado original? — Pregunto atento a cada pedazo de información que el mayor soltaba.

— Tiene que quererlo, el problema es que una vez que no es sólo su cuerpo el que retrocede, pronto su mente también volverá a lo que solía ser y no recordara nada de lo sucedido los últimos años, y eso es peligroso.

— ¿Peligroso?

— hay gente que podría aprovecharse de su estado... — Dijo mirando derechamente al demonio. — Además, como druida, Genevieve es alguien amada por los dioses por lo que si siente que está en peligro, cosas malas podrían pasar.

— ¿Que clase de cosas malas?

— A los 6 años Genevieve devastó el pueblo en el que creció con una enfermedad matando a todos los habitantes, y el pueblo vecino luego de que intentarán quemarla por bruja. — Explicó con una ligera sonrisa sorprendiendo a los presentes.

— No sabía que las druidas podían hacer eso.

— No pueden, como dije, Genevieve es amada por los dioses y si sienten que esta en peligro protegerán a quien aman, supongo que es tonto pedirle a una alimaña cómo tu que entienda eso. — hablo con cierta superioridad viendo al demonio hacer una mueca.

— En pocas palabras hay que mantener la feliz y a la vez hacer que quiera volver a ser quien era. — Resumió Ciel cortando el concurso de miradas entre los mayores. — ¿Hay algo más que necesitemos saber? Para evitar una peste claro.

— Fuego, le teme al fuego más que a cualquier otra cosa. — Bueno, eso era de entender si lo que decía el Shinigami era correcto e intentaron quemarla en la hoguera. — Y en caso de que se asuste, tan solo huyan, la única persona que podía calmarla falleció, así que es lo mejor para todos.

— Entiendo ¿Algo más que agregar?

— Volveré para ver cómo están las cosas y en caso de que encuentre algo con que traerla de vuelta. — Camino hasta la ventana hasta que estuvo por saltar recordando algo. — No los olvidará a ustedes dos, por el contrato que tiene con esa alimaña, sobre los otros aquí, no estoy seguro. — Fue lo último que dijo antes de irse desapareciendo en la oscuridad de la noche.

— Sebastián, no te separes del lado de Skye, y si se sale de control, encargarte de ella. — Ordenó con una mueca, era cierto que la vampira podría traerle beneficios pero tampoco necesitaba a una pieza peligrosa y fuera de control.

Yes, my Lord. — Hizo una reverencia obedeciendo a la orden de su maestro.

— — ( O — O ) — — 

— Estoy curioso, ¿Cual es tu verdadero nombre? — Pregunto Ciel en el desayuno viendo a la niña comer a su lado quien paró un segundo para luego verle haciendo una mueca.

— Luce era el nombre que me dieron al nacer, pero Genevieve fue el nombre que me dio Teo al aceptar lo que era. — Contesto apretando sus labios, sintiendo como su memoria de volvía más clara respecto a su pasado a la vez que su presente se hacía más difuso, como un sueño lejano.

— ¿Y cuál prefieres?

— Prefiero... — Murmuró viendo su plato intentando recordar su nombre actual, tomando una larga respiración. — Skye...

— Muy bien. — Sonrió terminando su desayuno para luego ver a la pequeña levantar sus brazos en su dirección.

— ¿Puedes leerme algo? — Pregunto queriendo que la tomara en sus brazos, siempre le gustó que le leyeran y hoy se sentía cansada como para hacer otra cosa.

— Tengo clases. — Contesto viendo la hacer un puchero recordando que debía mantenerla feliz. — Después de ella puedo leerte algo.

— ¿En serio? ¡Gracias! — Le sonrió de forma brillante sorprendiendo al conde.

— Sebastián, lleva a Skye a la ciudad para que elija un libro de su gusto. — Ordenó y el nombrado elevo una ceja. — Hay que mantener la feliz y no hay libros infantiles en esta casa.

— Entiendo. — Sonrió suavemente caminando hasta la niña tomándola en brazos notando que está no ponía resistencia. — ¿Que libro deberíamos comprar? — Pregunto a la niña que pareció pensarlo un poco.

— Uno de hadas. — Contesto con una sonrisa.

— Uno de hadas será, aunque debemos volver pronto, dudo que Bard pueda con el almuerzo por su cuenta. — comento.

— ¿Bard? — Pregunto viéndole curiosa y el mayordomo le vio levemente sorprendido.

— El chef ¿No lo recuerdas?

— ¿Chef? — intento hacer memoria pero a medida que lo hacía todo se volvía más y más confuso, finalmente dejo su cabeza reposar en el hombro del mayordomo y negó suavemente.

— Ya veo... Esta bien, no tienes que recordar nada, no tienes que pensar en nada. — Susurro con sus ojos brillando ligeramente saliendo de la mansión.

Sangre y realeza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora