Skye sonreía de oreja a oreja mientras el carruaje llegaba a la fiesta que se celebraba en un parque en el centro de Londres debajo de una gran carpa colocada solo para la ocasión.
— Deja de sonreír. — Se quejó Ciel de mal humor con peluca rubia, y vestido, sip, Hoy estaba probando no ser su día.
— Oh vamos joven amo, es decir señorita, se ve adorable. — Le molestó logrando que un ligero sonrojo surgiera en sus mejillas.
— ¡Cállate! — Grito molestó para luego sonreír. — Tan solo recuerda no alejarte de tu esposo. — Le recordó y ella hizo un sonido parecido al de un animal muriendo.
— No se preocupe Señorita, no dejaré a mí linda esposa fuera de mi Vista. — Dijo Sebastián divertido por la situación siendo el único realmente feliz por toda la situación.
— ¿Porque él es el único no sufriendo aquí? ¡No es justo!
— La vida no es justa, ahora ¿Recuerdas el plan?
— Somos una pareja al borde del divorci—
— felizmente casada. — La corrigió el mayordomo y ella le ignoro.
— Y usted, bueno tú eres nuestra hija, tenemos que mantenerte vigilada pero dándote espacio para que el asesino se acerque a ti y poder atraparlo infraganti. — Termino de relatar y el asintió.
— Muy bien, terminemos con esto pronto. — Ordenó cuando el coche paro. — Atrapen al criminal, esa es una orden.
— yes, my Lord. — Respondio Sebastian con una sonrisa de lado.
— — ( O — O ) — —
El lugar estaba repleto de nobles y personas de la alta sociedad que a Skye realmente no le importaban en lo más mínimo, tan solo quería irse lo más pronto posible, escuchar tantos ruidos y voces la estaba molestando, Dios, estaba comenzando a odia Londres o Inglaterra en general.
Por su parte Ciel se aventuraba por la fiesta maldiciendo sus zapatos y preguntándose por qué las mujeres usarían esta arma de tortura llamada tacones aguja, algo inhumano si le preguntaban a él.
— ¡Oh pero que espléndida señorita! — Escucho a su lado y se congelo al ver un hombre se cabello rubio y ojos violeta, demasiado llamativo como para ser de su agrado.
— ¡Camil! — Fue interrumpido por una voz que reconoció antes de que el joven pudiera acercarse mas a él. — Tu padre está como loco buscándote ¿Donde estabas? — Pregunto llegando a su lado.
— ¡Pero si es la diosa de la cacería Artemisa! — Chillo el extraño y sirvienta y amo pestañearon.
— ¿Disculpe? — Pregunto saliendo de su estupor inicial.
— Fuertes y dulces ojos chocolate, suave y dócil ondas de cabello castaño, y piel ligeramente bañada por el sol ¡No puede ser nadie más que Artemisa en persona! — Chillo nuevamente tomando sus manos y en cuanto ella quiso pedir ayuda a su amo esta ya estaba lejos, dejándola a su suerte ¡Traidor! Recordaría está traición el resto de su vida.
— ¡Perdón! — Se disculpó Ciel al chocar con alguien durante su huida.
— Oh n— Se calló un segundo al poder verle mejor. — Oh pero qué hermosa señorita... ¿Que hace sola en esta gran fiesta?
— Me separé de mis Padres y estoy perdida... — Susurro al reconocer a su principal sospechoso James Du Vuo un reconocido botánico y noble francés. — ¿Podría ayudarme a encontrarlos? Por favor
— Por supuesto. — Sonrió complacido. — Pero esta es una fiesta muy grande lo mejor será llevarla a casa, ahí de seguro podrá reunirse con sus padres. — Añadió — Déjeme ir por un carruaje, vuelvo enseguida. — Ofreció y fue a la calle en busca de un carruaje.
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Sangre y realeza.
FanfictionDesde que era pequeña su única misión en la vida fue morir, primero para expiar sus pecados, luego porque era su destino... E incluso cuando se volvió un vampiro la muerte fue lo único que llenaba su cabeza. Hasta que cierto Conde decide emplearla...