CAPÍTULO 15

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- Regreso dentro de dos horas, amor.

- Muy bien, salúdame a Luis Fernando y a Marisol y de favor discúlpame con ellos.

- Descuida, entenderán. - le di un beso profundo acompañado de un abrazo, después de haber estado con él lo que menos quería era separarme, pero tenía que hacerlo, así que después de dos besos más salí de casa, camine por los grandes jardines que tanto me fascinaban, a mi mente vinieron los recuerdos de la primera vez que había estado aquí, el guardia abrió la gran puerta y me despedí, afuera estaba ya el carro de Luis Fernando.

- Buenas noches, Luis Fernando. - salude al entrar.

- Buenas noches, Isabel, me agrada saber que ya estas como antes, bella como siempre.

- Gracias, aunque hubiera deseado nunca haber pasado por eso.

- ¿Y quién no? ¿Ya saben algo de los secuestradores?

- Nada, la policía sigue investigando, pero Juan Pablo aun no me da respuestas concretas, son tantas cosas.

- Lamento mucho lo de la constructora, papa esta apenado también.

- Es una gran pérdida, lo peor es que Juan Pablo está deprimido aunque no lo demuestre, hoy estuvo tomando.

- ¿Juan Pablo tomando? -

- Si - suspire - hasta yo me sorprendí, él no sabe que lo he visto, estaba en su despacho lamentándose por todo lo sucedido.

- No creo que este arrepentido, él te ama, estos días fueron difíciles para él.

- El amor no puede con todo y si no hubiera sido por mí el no estaría en esta situación.

- Tranquila, Isabel, todo estará bien.

- ¿Cómo vas con Marisol? - pregunte cambiando el tema.

- Bien, papá sigue con lo mismo del compromiso. - sonrío.

- ¿La amas?

- ¿Cómo?

- Una pregunta sencilla merece una respuesta igual.

- No lo sé, ella es muy especial pero no sé si sea amor.

- Debes estar seguro antes de dar ese paso.

- Lo sé - me sonrió y detuvo el carro - hemos llegado. - bajamos y el botones llevo el carro al parqueadero, el restaurante era lujoso y nos atendieron como verdaderos reyes, la plática fue amena y yo no perdí oportunidad para seducirlo con mis encantos.

- Es hora de irnos. - mire el reloj en mi muñeca.

- Tienes razón, no quiero que Juan Pablo se moleste.

- No tiene porqué. - llamo al mesero y este llego enseguida con la cuenta en un elegante sobre, luego de 20 minutos ya estábamos fuera del lugar.

Era hora de dar el toque final a la noche, baje las escaleras muy despacio mientras Luis Fernando iba a mi lado, en el último escalón mi pie se enredó con el otro y me caí al suelo. - Isa. - Luis Fernando me tomo del brazo por lo que ambos quedamos en el suelo.

- Lo siento - dije con la mirada baja y una mano en la cabeza - todo me dio vueltas en un segundo, deben ser los efectos de los medicamentos. - me sostuve en su brazo mientras el llevaba una mano a mi cintura.

- ¿Estás bien?

- Si, ya paso.

- Ven. - me tomo más firmemente y me ayudo a levantarme quedándonos frente a frente, fuera del restaurante, con sus manos aun mi cintura y la mía en sus hombros.

EL ROSTRO DE LA AMBICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora