CAPÍTULO 19

690 28 4
                                    

- Me siento orgulloso de tener a mi lado a la mujer más bella del mundo.

- Gracias. - tomo mi mano y la beso suavemente.

- He reservado una cena especial para ambos. - el chófer cerró la puerta del carro.

- Estoy ansiosa por llegar.

- Entonces, vámonos. - el recorrido fue de unos 30 minutos aproximadamente y cuando llegamos a nuestro destino me quedé impresionada, a pesar de ser lunes el restaurante estaba lleno por personas de la alta sociedad, ante mí estaba el mundo que tanto había ansiado, ¿estaba dispuesta a pagar el precio?

- ¿Te gusta? - preguntó retirando la silla para que me sentara.

- Por supuesto que sí.

- Esta es nuestra primera cena como esposos, por eso he querido que sea especial, quiero pasar todos los días de mi vida complaciéndote.

- Es lo que merezco.

- Mereces el mundo entero, mi amor. - el anfitrión llego y dejo el vino sobre la mesa par después servir dos copas - por nosotros - brindo Luis Fernando alzando la suya.

- Por nosotros. - lo mire fijamente y tome de mi copa de manera seductora.

- Es una verdadera sorpresa encontrarlos aquí. - escuche una voz a mi espalda.

- Juan Pablo. - gruño Luis Fernando haciendo que volteara inmediatamente.

- Pero que pequeño es Caracas, frecuentar el mismo sitio.

- Te voy a pedir que te retires.

- ¿Tienes miedo acaso de que dañe tu noche? - miro hacia la esquina - he venido acompañado no te preocupes, solo quise saludar. - mire hacia donde se refería Juan Pablo y efectivamente estaba Cady ahí.

- Retírate, Juan Pablo.

- No tienes ni que pedirlo, ya me iba - sentí su mirada con más convicción pero ni aun así lo mire - que pasen una excelente velada.

- ¿Es que ese hombre no se piensa detenerse? - murmuro Luis Fernando una vez estuvimos solos.

- No lo sé, pero no es mi culpa. - me concentré en mi copa vacía.

- Isabel, vámonos a Chile, será lo mejor, tenemos que hacer nuestra vida lejos de aquí. -

- Por supuesto que no, Luis Fernando, no pienso escapar de nada. - lo enfrente.

- ¡Es que acaso quieres seguir viéndolo! ¿Disfrutas de que te siga a todos lados? - grito.

- Cállate - algunos presentes nos miraron - no se puede conversar contigo, cada vez que se toca el tema de Juan Pablo es como si te transformaran.

- ¿Y cómo quieres que actué si lo veo en todos lados? - golpeo ligeramente la mesa.

- Caracas es pequeño, él lo hay dicho, yo no voy a dejar mi vida solo porque tu así lo decides, ya deje muchas cosas por ti y no pienso seguir haciéndolo.

- ¿Qué dices?

- ¿Pues te parece poco? Me distancie de mis padres, de mis amigos, de mis allegados, solo por defender el amor que sentía por ti y parece que ni lo valoras. - me levante de la silla dejando a un lado la servilleta.

- ¿Dónde vas?

- Al baño, ¿hasta para eso debo pedirte permiso? - tome mi cartera y me dirigí hacia los sanitarios, por suerte estaban vacíos, una vez ahí respire con paciencia y mire mi reflejo.

¿De verdad valía la pena seguir así? Ya tenía el suficiente dinero como para vivir por el resto de mi vida, podía buscar a Juan Pablo y volver con él, ser feliz y ayudarle a trabajar ahora que contaba con los recursos económicos para hacerlo, el divorcio me traería más dinero, más si era por infidelidad, al no casarnos por bienes separados tenía el derecho a la mitad de todo, suspire cerrando los ojos, ya no quería seguir así, él estaba aquí y no era conmigo, lo amaba y ese sentimiento era más fuerte que todo.

EL ROSTRO DE LA AMBICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora