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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐂𝐄

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐂𝐄

Aisha McCall veía con una atención enorme la mochila roja que se encontraba sobre su cama. El ruido de la puerta de su habitación siendo abierta y cerrada en menos un segundo le indicaba que se trataba de su mellizo, Scott se posicionó a su lado para ver lo mismo que la humana.

— Significa que me perdonarás, ¿cierto? -cuestionó, ansioso-

— Deja que pase este día y estaremos bien

El Alfa asintió, aceptando la condición de la chica más aparte de haberle comprado una crepa de Nutella la noche anterior cuando volvían a casa del cementerio.

Los dos hermanos se dieron una mirada en la cual compartían el mismo pensamiento. Scott abre con velocidad sobrehumana la mochila y dejar sobre la cama los montones de billetes que estaban en el interior junto a Aisha, ella los acomodó por montones extendiéndolos por el ancho del colchón.

Ella los empezó a contar, reafirmando de cuánto dinero obtuvo Garrett con los asesinatos. Los dos adolescentes se tentaban por quedarse con alguna de las diez montañas de dinero y terminar de pagar todas sus deudas, en lugar de sentirse como una carga para su madre. Pero, Melissa los educó y no Rafael, por lo que volvieron a meter el dinero en la mochila antes de guardarla debajo de la cama y salir de la habitación como si nada pasara.

— Debemos devolvérselo

— Lo sé

— Pero a Derek y no a Peter -sentenció Aisha, cerrando la casa con llave y dirigirse al jeep que la esperaba-

— Cualquier cosa que diga el código de Lydia me mandas mensaje

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De tal forma como lo mencionó Scott, Aisha estaría en casa de los Stilinski con sus mejores amigos para poder descifrar el código que la abuela de Lydia le dejó mientras el resto de la manada iría a la escuela como si nada malo estuviera pasando, como siempre, y protegerse entre ellos mismos.

El sonido de la impresora de Stiles informando la falta de papel para imprimir empezaba a irritar a la morena.

— Intenta con Maddy. Tiene que ser Maddy -propuso el chico con lunares-

— ¿Maddy? ¿El nombre de la mujer que amo la abuela de Lydia? -Aisha preguntó, cansada y escuchar la afirmación de su amigo- Sería muy idiota poner una clave tan obvia

— Te apuesto a que es Maddy

— ¿Y si no? -retó la morena-

Stiles frunció sus labios, pensando — Te compro el poster de Helena Boham Carter en El llanero solitario, pero si yo gano ya no te pago el poster de Andrew Garfield

— Me deberás esos dos posters

Ambos humanos vieron a la pelirroja escribir el nombre de la mujer. La sonrisa satisfactoria de Aisha relució en su rostro desvelado cuando en la palabra error relució en el pequeño espacio.

𝐁𝐑𝐎𝐊𝐄𝐍 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐒𝐓 | Derek HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora