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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐈𝐍𝐂𝐄

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐈𝐍𝐂𝐄

— Mami, que sorpresa verte aquí -dijo Aisha, nerviosa-

Después de un largo día donde ella salía en toda la tarde para conseguir un poco de dinero mientras Scott saliera de la veterinaria y ayudarle de aquella forma a Melissa. Pero no le habían informado de nada a la mayor de los McCall sobre sus planes, ya sin ser arruinados tras detener la lista de muerte, y que Melissa estuviera temprano en la casa los sorprendió.

Aisha estaba nerviosa porque ni pensaba informarle a Melissa de que pasaría la noche con Derek, le debía una noche cuando tuvieron que cancelar el plan por la manada de Satomi y que en aquellos dos días el pelinegro la besaba delante de Braeden.

Él la amaba tanto como ella a él.

— Lamentamos llegar tan tarde. Cerré la clínica porque pedí más horas de trabajo para ganar dinero y de ese modo Aisha terminara sus trabajos y conseguir dine... -la justificación de Scott quedó en el olvido cuando la mujer se movió y pudieron ver su mayor secreto, el dinero de los Hale-

— Dinero extra -terminó Aisha, relamiendo sus labios-

Melissa los volteó a ver — ¿Cuánto más necesitan?

Los dos se adolescentes se acercaron a su madre, pero Scott fue el que habló primero. Era la mejor opción debido a sus diferencias entre los mellizos, él hablaba más con la verdad y ella tendía a mentir muchísimo más.

— Es un pago de la lista de muerte. Lo encontré en el casillero de Garrett

— ¿Le pertenece a Derek? -preguntó con suavidad-

— En realidad a Peter -su hija ladeó la cabeza-

Melissa suspiró mientras señalaba la mochila — Entonces ¿solo se lo están guardando en una maleta deportiva debajo de tu cama, Aisha?

— Es que me agrada más la idea de robar... pedirle prestado a Peter que a mi novio

— ¿Cuánto tiempo lo han tenido? -cuestiona su madre más seria-

Scott cerró sus ojos por un segundo, antes de abrirlos y dejarles saber a las dos mujeres que tanto ama en la vida su rendición, molestando a su hermana por no poder continuar una simple mentira.

— Desde el primer partido

— Me avergüenzas, hermano -negó con la cabeza Aisha y formando una mueca en sus labios-

— Saben que tienen que devolverlo, ¿cierto?

— Íbamos hacerlo -admitieron al mismo tiempo-

— ¿Por qué no lo han hecho? -refutó entonces-

Aisha y Scott se sentían en aquella época donde solo eran unos niños pequeños que se metieron en problemas en el colegio, hicieron alguna travesura en la casa o que tuvieran algunas discusiones normales de hermanos y terminaban regañados por su madre.

𝐁𝐑𝐎𝐊𝐄𝐍 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐒𝐓 | Derek HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora