VII

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Merlina se encontraba cerca al altar con la expresión dura, las campanas le molestaban, gracias a la resaca, era tan intenso el sonido; que lo podía sentir casi al lado de ella, con cada toque de se le amargaba más la mirada, la cual se dirigió con un inmenso rencor hacia sus padres.

Y al fijar la vista en ellos, arrugo más las cejas, el dolor de cabeza le ayudaba a expresar todo su rencor, ahora también, sentía nauseas gracias a lo que desayuno y ceno, su estomago estaba muy sensible, en otras instancias hubiera disfrutado de sentirse así, miserable, pero la corte entera se hallaba ahí, de modo que lo que menos tenia que aparentar era debilidad, pues con aquel acto, que meramente consideraba una formalidad mas, de un contrato que por responsabilidad habría de cumplir; mostraba la fuerza y esplendor de su casa, de su reino y de su persona.

Los reyes poca atención le prestaron esa mirada que ya tenia por costumbre lucir en su rostro, desde que era solo una niña, pues como en muchas ocasiones estaban atrapados en su propio mundo, donde lo que existía eran solo ellos y el "profundo amor" que se profesaban, era completamente desagradable. Ella dentro de algunos instantes también se encontraría atada de por vida a alguien.

La princesa dejo de pensar, pues se estaba agobiando a si misma, así que solo volteo su mirada fijándola en el obispo, que tenía en su decrépito rostro una mirada aprobatoria pero tan solo ver a la princesa se le borró la sonrisa, e inmediatamente los ojos del hombre huyeron a la puerta principal.

Pensó erróneamente que habían sido abiertas, pero no, transcurrieron lo que para ella fue una eternidad y pronto empezó a oír los cuchicheos de la gente, que al girarse para verles  se callaron. Entonces noto que cerca a ella, en medio de los mas altos nobles se encontraban el rebaño de ciervos, vestidos completamente de negro, podía jurar casi que también sollozando, no pudo hacer más que voltear los ojos.

Esto estaba demorando mas de lo que se pudo imaginar, comenzaba a desesperarse y una ira mas grande la estaba consumiendo muy lentamente, ya que otra vez su mente se encontraba pensando, apretó los puños pues su primer idea fue "Maravilloso...La novia se arrepintió y escapo" , oh no eso no lo permitiria, nadie escapaba de ella, por el contrario siempre sucedía que ella las rechazaba.

Eso era una humillación, si alguien aquí saldría huyendo era ella, pero después se lo pensó mejor "Así tenga que salir corriendo a buscarla, arrastrarla al altar, encadenarla, ponerle un una daga en la garganta  u otra cosa se tendrá que casar conmigo... no voy a permitir que se diga de mi que me han dejado plantada"  

Aunque también seria una excelente idea que pasara eso pues podría reclamarle a su suegro, que su hija había tenido el descaro de huir con un amante y la excusa para iniciar conflicto armado, anteponiendo sus propios deseos por encima del  deber,  a demás que si le agregara que el amante fuese un noble del otro reino  y no un simple campesino o sirviente; habría más que justificadas razones.

Ya se encontraba divagando nuevamente; pues eso no sucedería, ya que el resoplido de las trompetas anuncio junto con las puertas que fueron abiertas, que la otra novia haría su entrada, así que la boda daría comienzo,

Sus ojos se dirigieron a la puerta principal y el cambio de luz le deslumbró, así que apartó la mirada con fastidio sin siquiera alcanza a apreciar las facciones de su prometida. 

La morena había querido evitar a su prometida ya que no le interesaba en lo más mínimo saber el aspecto, ni la personalidad de su mujer ya que nada más poder; harían vidas separadas.

Enid entro por la puerta con nerviosismo miro hasta el fondo casi entre penumbras el cuerpo de su prometida, no la distinguió muy bien, salvo porque era alta, un poco más que su padre pero aún así por lo poco menor que ella.

Las damas le sostenían el velo y la cola del vestido así que camino lentamente por la abadía, todas las miradas se posaban en ella y también la propia de la princesa, aunque fue solo por unos instantes. Un canto entonado solo por virtuosas voces, le acompaño en su recorrido por aquel largo y estrecho pasillo, pero mas allá de sonar agradable, era estremecedor, con cada paso que daba sentía que se adentraba en el infierno y que al final del pasillo se encontraba el mismo demonio con quien pactaría su sentencia.

Le miraban con curiosidad, en especial las jóvenes nobles que si no mal sabía eran el rebaño de ciervos, al mirarlas mejor las pudo notar a todas vestidas de negro cubiertas de pies a cabeza, incluso llevado al extremo de cubrir su horrendas caras con velos negros, como en señal de luto; eso era una ofensa para ella, ya habría repercusiones más tarde

Al llegar al lado de su futura esposa le sostuvo la mano con mucha delicadeza, mas de la que se esperaba, girándolas a ambas para mirar hacia el altar, pero también fue recibida con indiferencia lo cual ya se esperaba, ninguna de las dos se prestaba atención, deseaban que así fuera por el resto de la vida y que nada más terminar la ceremonia mutuamente acordarán no verse más.

Los cantos, los ritos y protocolos de la ceremonia transcurrieron con demasiada rapidez o eso le pareció. La rubia  con cada momento que pasaba respiraba mas fuerte, temblaba, pronto llego el momento de recibir la comunión y mas próximamente el intercambio los anillos matrimoniales ambas cayeron en cuenta que estaban a nada de concluir la boda.

Se voltearon frente a frente y Enid analizo los bellos rasgos de su ahora esposa sintiendo como el corazón le palpitaba, casi queriendo salir de su pecho, la razón era porque se había visto más que atraída por Merlina. Ese rostro blanquecino, ojeroso y los labios rojisos, le daba la impresión de que era una criatura hija dela noche, casi un vampyr.

El velo estaba a punto de ser retirado por la morena, para concluir la ceremonia, lo retiro del rostro y espero encontrarse con una mujer poco agraciada pero sus prejuicios se disiparon, en cambio miro un ángel, con hilos de oro por cabello y el cielo por ojos, o eso exclamo por lo bajo, para si. Contemplo por primera vez muy detenidamente el rostro de su nueva esposa y sonrió con satisfacción, ya que encontraba un deleite mirarla, pues era de tal exquisitez su faz.

Y para Enid no paso desapercibida la mueca en su rostro lo cual solo hizo que se encaprichara más, porque esa sonrisa que le regalo se convertiría en una sentencia para ambas.

Aún así solo por mero orgullo; Merlina borro la sonrisilla de su cara y conteniendo todas sus ganas de tomar a su esposa ahí mismo, solo beso su mejilla, para satisfacer a los espectadores.

La distinguida audiencia les aplaudió y la pareja real se encaminó a la salida tomadas del brazo, no sin antes presentar sus respetos al los reyes, finalmente salieron fuera del templo donde el pueblo les esperaba con júbilo, contemplando que estaba el atardecer, nuevamente las campanas anunciaban su salida con destino al palacio.

Se montaron en el carruaje real para salir ir a encontrarse con el destino.

Stammi Vicino (Wenclair)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora