IX

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Los señores del reino se acercaban a la pareja para felicitarlas, aunque fuese con dobles intenciones. Ya que cabía la posibilidad de que con ese gesto se ganarán el favor de alguna o ambas cónyuges y así podrían subir de posición o fortalecerla.

Traía regalos costosos, unos más que otros y que dejaba pensando si de verdad tenían el dinero para pagar por algo así.

—Lord Armond — un mozo presentó a aquel sujeto, — Mis más grandes felicitaciones altezas, he traído un presente para la feliz pareja— tras aaquellas palabras acercaron dos cofres.

Al abrirlos su contenido era sencillo
—Pieles y telas de la más fina y alta calidad, la encontrará bastante útiles princesa Enid—  bromeó el hombre.

Y era sencillo intuir el porqué, al menos al tener una esposa tan fría de corazón.
Ella río y aplaudió la elocuencia de tal Lord, pero el rostro serio de su esposa no cambio.

El banquete tan extravagante, desde carnes de caza: alce, liebre pato o faisán, pavos reales, pescados y mariscos, o alimentos poco convencionales; a penas si fue picado por Merlina, puesto que se había centrado en replicar el método de la bebida, que días atras le había funcionado bastante bien.

—La Condesa Bianca — Reverenció al matrimonio dirigendo una mirada descarada a la Addams y así mismo se dirigió a ella,  —Su majestad real, es bien conocida su sed de conocimiento, así que he mandado a recopilar para usted un compendio de escritos en su lengua— 

No hizo caso a su claras señales de coquetería, pues no quería brindarle su atención a ninguna otra dama que no fuera su ahora esposa. Pero tampoco llegar a la obviedad de que estaba prendada, así que en señal de agradecimiento solo asintió lentamente con la cabeza.

La rubia se enserio un poco tras aquella intervención, no hubieron felicitaciones por su unión, esa dama solo había tratado desesperadamente de llamar la atención de SU ESPOSA, pero muy bien no le había funcionado. Sin embargo le dirigió una mueca de desagrado que no pensaba que pudiera generar.

—Sir Thorpe— aquel nombre alarmó de sobre manera a la morena y a aquella mujer que ostentaba el título de Condesa.

— Sus majestades, les deseo la más grande felicidad en su matrimonio— agrego —Espero que un juego de cálices sea un buen regalo.

Y más que ser sencillos como la ojiazul pensó, eran dos piezas de oro, ni muy grandes ni muy pequeñas, Xavier los tomo tratando de acercarlos a la mencionada pero su intento fue en vano.

Estuvo pendiente de que nadie se le acercase a Enid, pero una de sus sombras, el despreciable castaño de un instante a otro ya estaba a punto de tomar la mano de su mujer.

Le detuvo, parándose de su asiento, extendió la mano y de manera que pareciese más amistosa, tomo las copas, apreciándolas, no permitiría que aquel libertino tuviera contacto con Enid, si lo hacía Merlina corría el riesgo de ponerse como un perro rabioso por los celos.

—Un trabajo realmente sorprendente — finalmente ella rompió el silencio, recibiendo los objetos y admirando un poco.

La morena se dirigió a su derecha entregando una de las copas a su esposa, volviendo a intercambiar miradas; donde podían jurar que se perderían pero el momento rápidamente se disipó.

Entonces llenaron casi hasta el borde ambos recipientes.

—Beberé de la tuya y te pido que hagas lo mismo de la mía— Enid propuso, con el afán de romper la tensión, para así también captar nuevamente la atención de la princesa.

E internamente satisfacer la necesidad de reafirmar quien era le señora de quien, pues si a primeras instancias había aceptado el hecho de que su matrimonio sería todo menos lleno de fidelidad ahora mismo se negaba a compartir a su esposa con nadie.

Stammi Vicino (Wenclair)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora