XV

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-Ahora, su majestad el rey murray, combatirá,  contra la princesa heredera Merlina- 

Anunciaron aquel enfrentamiento, Morticia no estaba nada complacida con aquello, mas sin encambio, Homero refugio la mueca de satisfacción en su rostro con la copa de vino.

Toda la ciudad estaba en júbilo, ya que la mera idea de que algo así pudiese suceder nadie la pudo imaginar mejor, las dos personas, que se suponia, debian ser las más importantes en la vida de su nueva princesa se enfrentarían.

Enid se horrorizo y quiso apartar la vista, no tendría el valor de ver aquello.

-Nuestra princesa es tan singular en el combate- le hablaron y ni bien volteo supo de quién se trataba.

-Condesa Barclay- le respondió con la misma cortesía fingida de su padre, "algo le tenía que heredar"... pensó.

-No debe preocuparse por ella- sugirió -O tal vez,¿es por su anciano padre?- tal pregunta laponia en una situación difícil y de algo estaba completamente segura esa mujer le sacaba de sus cávales por tanto descaro. Pero antes de poderle decir algo apareció un hombre muy agitado, pero que poca relevancia tomó, ante los nobles espectadores.

-Me retiro- pronunció con rapidez, casi como si estuviera huyendo de algo o más bien de alguien. Si bien recordaba el castaño que irrumpió era Sir Thorpe, quien agitado trataba de explicar algo a los reyes, que parecían querer manejar aquélla situación con la mayor discreción posible.

Una discusión que pasaba desapercibida por todos, ya que centraban su atención en la arena, pero pronto fueron acallados por el sonar de la trompeta, que anunciaba el inicio de la justa.

El infante se acercó a su cuñada, la princesa, por un poco de compañía ya que su propia esposa le había abandonado y está sorprendida le presto atención.

-¿Que sucede allá atrás?- preguntó Enid.

-Es un caos total, pues la heredera se le escapó a Sir Thorpe, así que combatirá- resumió - A mi padre no parece disgustarle esa idea- la rubia intuyo que se debía a los celos del rey, que eficazmente fuerona pagados por la reina 

-Pero si a mi madre-


Cuando Xavier retomó la conciencia corrió en busca de la princesa, pues esta le había propinado un golpe ante el triste intento de persuadir, no más bien, impedir que entrara en la contienda de hoy, ya que sabía que el suegro de la princesa, es decir el rey Sinclair justaba. 

Mientras eso sucedía, Merlina era revestida con su armadura, colocaban cada pieza con minuciosidad, como si de una ceremonia se tratara. Por debajo de esta llevaba el jubón de cuero suave pero resistente, que le amortiguaría el dolor de los golpes. seguidamente, el peto de acero, luego las hombreras, las grebas, musleras espinilleras y sabatones.

Le presentaron los guantes articulados que le ayudarían a desempeñar combates singulares, todo era negro, para evitar la picazón que le provocaba su extraña enfermedad. Entonces el casco fue llevado ante ella; con una forma poco habitual, pero así debía de ser pues era la princesa por lo cual distinguirse era indispensable.

El yelmo de acero, era tan oscuro que poco podría verse en la oscuridad de la noche, inclusive entre penumbras aunque fuese un día soleado, portaba tres plumas, dos negras y una roja, con la forma en la visera en pico, con dos ranuras laterales que dejaban una visión donde se separaba en dos para permitirle que respirara. 

Ya no le gustaba para nada ese accesorio, solo le recordaba ese insulso apodo, "cuervo" y la forma no aminoraba esa ira. Se colocó los guantes, con desprecio tomó la "cabeza del cuervo"

Stammi Vicino (Wenclair)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora