𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟖.

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*RECORDATORIO DEL AUTOR:

Para los que se les dificulta pronunciar los nombres de los protas cuando ustedes narran, aquí les enseñaré una muestra de cómo se escriben y cómo se leen para que se les facilite.
Se escribe / se lee.
Reist: Raist.
Raycob: Reycob.
¿Todo claro? Listo, no siendo más, ignore a este cotorro y disfrute de su travesía narrativa ;)

¿Todo claro? Listo, no siendo más, ignore a este cotorro y disfrute de su travesía narrativa ;)

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~8~

Al diablo todo. Sin poder soportarlo un minuto más, y como si mi vivir estuviese condicionado a ello, le agarré su rostro entre mis manos y lo besé (cabe destacar que tuve que empinarme para realizar con éxito ese acto tan bizarro). Inmediatamente Reist no vaciló en desprenderse de mí, y fue TAL el impulso de su fuerza, que, desde luego, mi espalda se estrelló de manera abrupta contra la pared del baño, otra vez. 

—¡¿Qué es lo que sucede contigo, Lennon? ¿Enloqueciste?! —rugió él, con un evidente tono de furia que se percibió al instante. Escupió luego hacia un lado y en sucesión se limpió de una forma como si a un animal repugnante y asqueroso hubiera besado.

Fijé mi mirada en la suya notando su entrecejo cruzado, sus labios ligeramente enrojecidos.

¿Dijo Lennon, en serio?

Para ser franco no esperaba esa respuesta. En mi defensa, la inmovilidad se había apoderado de mi espinazo privándome del uso de la palabra, con decir que casi ni me atreví a tomar aire para respirar. La vergüenza me invadió. Empecé a sudar. «Eso… PARA NADA pareció agradarle —pensé—. Supongo que la coloración de mis mejillas debió ser notoria»

El ciclo respiratorio de Reist se mostraba acelerado debido al desagradable motivo de mi imprudencia, y, como resultado, a una parte de mí no le cabía la sensatez por ningún lado. Es que fui un completo animal.

Vaya, ¿cómo pude besarlo sin su consentimiento?

¿Cómo pude ser tan desquiciado?

Con todo, ya no había vuelta atrás. Muy pronto sus pupilas, ahora contaminadas raramente de malicia, me empezaron a examinar, su ceño desvaneciéndose, luego se detuvieron por un instante clavándose de lleno en las mías; el silencio cargado hizo que la tensión fuera asfixiante. Cuerpos dispuestos a tocarse. Podía jurar haber visto algo brillante cruzar por los ojos de él, cuestión que me hizo pensar: «¡que fascinante es zambullirse bajo ese lago de tonalidades azules!». Por añadidura, sentí que una flama de dudosa procedencia empezaba a incendiar poco a poco mis órganos internos, la excitación nerviosa volviéndose presa de mi propio entendimiento. Tragué saliva por tercera vez.

Y entonces, sucedió:

Fui arrollado por la sorpresa justo en el minuto en que su rostro se aproximó de golpazo hacia mí, lleno de ansias, haciendo que la carnosidad natural de sus labios me embistiera NO SOLO en un beso, sino en una variedad ilimitada de ellos.

El Hermano Mayor De Clío R&R  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora