𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟑.

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RECORDATORIO: El nombre de este personaje se lee: Raist

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RECORDATORIO: El nombre de este personaje se lee: Raist.

~13~

Reist Hotweel.

«¡Acción!»

Desde el primer momento en que los brazos maternos me recibieron, mi destino quedó entrelazado con el mundo televisivo. No obstante, a diferencia de mi madre, una meteoróloga de enfoque rígido, mi camino no iba a dirigirse hacia aquel horizonte predecible. Los anuncios comerciales han ido tejiendo su constante presencia en mi vida, desde el gato parlante que impartía lecciones, hasta el leopardo en la caja de cereal hace siete años, y las pistolas lanza dardos de hace tres.

El universo televisivo ha crecido conmigo, no como una sentencia trivial, sino como la fascinación que siempre ha capturado mi atención, o eso pensaba. Por esa razón, sigo dedicándome a mi trabajo en el próximo comercial, emergiendo del agua en la tranquila playa de Tawnson, ataviado con unos shorts oscuros y una camisa blanca de mangas largas un poco descubierta, que se adhiere a mi torso empapado como una segunda piel, promocionando el producto de marca: Adonis. Una loción innovadora para hombres.

Mis ojos reflejaban la fatiga acumulada de años de sonrisas forzadas y poses perfectas. En tanto las olas del mar acariciaban mis pies, sentía el peso de ser el modelo ideal, el hermano mayor ejemplar y la personificación de la perfección en una familia estricta. En el reflejo del agua, mi rostro cansado revelaba la carga de expectativas que llevo sobre mis hombros. Con todo, susurré para mí mismo: «Tengo derecho a un descanso mental de todo».

Tras repetir la misma escena tres veces, incluyendo cuatro fotografías adicionales sin camisa, bajo la insistencia del director —que no quedaban «parfait» debido a mi continua falta de concentración—, finalmente pude retirarme a casa sintiéndome aliviado.

Estaba agotado e incómodo.

Las repeticiones de tomas habían saturado mi cerebro, dejándolo como si hubiera ingerido demasiada agua y ahora flotara en lugar de estar fijo en mi cráneo. Aunque no podía quejarme; era mi responsabilidad dejar de pensar en ese nerd, pero nunca lo lograba. Tan solo no podía sacármelo de la cabeza. Mentiría si dijera que no me afectaba. Me afectaba tanto que me sentía realmente jodido por ello.

Demasiado, diría yo.

Debo estar exagerando al pensar todo el tiempo en él. Pero incluso, hasta hace unos días, su imagen persistía cada vez en mis sueños, no tengo idea de cuántos, porque, vamos, ¿quién en su sano juicio enumera sus sueños? Sólo tenía claro que había una variedad, aunque sólo me acordaba bien de uno: siempre estábamos ambos, caminando en un bonito paisaje verde que luego pasaba a una blancura total. Sin vida, simple.

Lo más loco de todo era que de pronto, tomaba su mano y el suelo empezaba a temblar, surgiendo una pared de cristal que nos separaba, empañándose poco a poco hasta impedir nuestro enfoque...

El Hermano Mayor De Clío R&R  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora