𝟏𝟓. (Parte II)

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PARTE II

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PARTE II

Reist Hotweel

Apariencias…

La primera impresión suele basarse en ellas, pero rara vez refleja la totalidad de una persona.

Las apariencias pueden ser como máscaras brillantes que ocultan las verdaderas emociones y luchas internas de cada ser humano. Así como un libro puede ser juzgado por su portada, las personas también son, a menudo, evaluadas por su apariencia externa, sin considerar el complejo trasfondo que puede estar presente bajo esa superficie reluciente.

Aunque como modelo profesional proyecto una imagen de felicidad y comodidad, realmente siento un cansancio abrumador. Cumplir con el papel de estudiante ejemplar, capitán de los Grizzlies y hermano mayor perfecto me deja insatisfecho, como si fuera solo una fachada. Y es cuando estallo diciendo: «¡Ya basta!».

Anhelo ser libre de la coraza que me asfixia, ser yo sin aparentar.

Anhelo ser alguien íntegro y autónomo, priorizando mis propios gustos y sueños, como componer mis propias canciones.

Sin embargo, enfrentarse a alguien que controla y manipula tu vida hace que escapar de sus trucos sea una tarea inalcanzable. La fragilidad de nuestras emociones, ocultas tras máscaras, revela la belleza de nuestra humanidad imperfecta.

«Tu ejemplo es crucial para las generaciones venideras. No los defraudes».

«Asegúrate de elegir tus decisiones con sabiduría y protege con diligencia el legado que dejarás».

Le tenía tanto miedo a estas frases que me paralizaba la idea de no estar a la altura, de decepcionar a quienes confían en mí, de… fracasar.

Hace dos días, ese miedo había alcanzado su punto máximo debido a la presión de mis padres antes de la sesión para la revista Stallion que tuve en casa. La escena todavía resonaba en mi mente:

—¿Listo para la sesión de fotos, hijo? —preguntó mi padre, su tono más una orden que una pregunta.

—Sí, Richard —respondí, intentando no mostrar mis nervios.

—Luce impecable, recuerda: es nuestra reputación.

—Lo sé. Siempre doy lo mejor de mí.

—No quiero escándalos. Debes ser un ejemplo para tus seguidores y tus hermanos —insistió, con esa mirada que me atravesaba.

—Entiendo, papá.

—Bien. Ese es mi muchacho —dijo finalmente, con un orgullo que apenas disimulaba su exigencia.

—Confiamos en ti, cielo —añadió mi madre, más suave pero igual de imperativa.

El Hermano Mayor De Clío R&R  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora