𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟐.

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-¿Prefieres la más gruesa o la más larga?

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-¿Prefieres la más gruesa o la más larga?

-Ambas opciones son adecuadas, pero ahora necesito la más larga.

-Bien, aquí la tienes.

La observó confundido y me miró de vuelta.

-Raycob, me entregaste la llave equivocada, hijo.

-Ah, lo siento. ¡Pero qué cabeza! -murmuré. Giré sobre mis talones, dirigiéndome hacia la caja de herramientas mientras me frotaba un ojo y bostezaba. Papá se encontraba arreglándole un asunto a su Chevrolet Silverado color gris. Al regresar, le entregué la llave, la cual recibió con cautela en tanto me examinaba. Volví a frotarme el ojo.

-¿Descansaste bien anoche, hijo? -el semblante de papá se endureció-. Me preocupa tu bienestar. Mira tus ojos, luces como si no hubieras dormido en... años.

Bueno, para ser franco él estaba en lo cierto, dado que pesadilla + angustia =

Insomnio.

De todas formas negué con la cabeza.

-Qué dices, descansé bien papá -bostecé para luego darle un pulgar abajo, rápidamente lo acomodé-. Me siento estupendo. No te preocupes -mentí, esbozando una sonrisa para maquillar la situación. Quien sabe si me creyó. Aun así lo que él no sabía era que realmente mis párpados parecían sostener el peso de un hierro, apenas capaces de mantener fija la mirada. Apreté los ojos y espabilé en un intento absurdo de despertarme. Para nadie es un secreto que ahora mismo mi aspecto debe lucir TERRIBLE.

Tras la espantosa pesadilla de anoche, incluso tras contar meticulosamente doscientos animales -ya fuera ovejas o vacas-, no pude hallar consuelo para conciliar el sueño. Sentía el miedo y la ansiedad apoderarse de mí, sumiéndome en la intranquilidad. Mis escasas tres horas de sueño no habían sido suficientes, y la somnolencia me envolvía como una manta pesada, advirtiéndome que pronto volvería a hundirme en el mismo terror si me dormía de vuelta. Así que, en lugar de buscar consuelo en el sueño, me quedé en cama, enlazando mis piernas como un ovillo, mientras temblaba de susto.

Hoy, al ser viernes, perdí por completo la concentración de mis clases, incluso me aparté del centro del salón, me ubiqué en un rincón hasta quedar profundo. Gracias al cielo un compañero de cabello crespo me despertó previo a que culminara la clase. Cuando salí al pasillo, comprobé una repentina agitación en mi pulso al percibir la mirada burlesca de Jeon-suk reflejada en los rostros de todos los estudiantes. Fue algo perturbador. Para recuperar la calma, me refugié en el baño. Y no, por fortuna, no me crucé con Reist. Aun así la vergüenza me invadió al escuchar vocecitas agudas y algunas risas, fue cuando me percaté de que había terminado en el baño de las chicas.

Maldición Raycob, ¿no podías ser más estúpido?

Evité almorzar en la cafetería. Clíodel, mi novia, se acercó y me abrazó con fuerza ofreciéndome besos con sabor a frambuesa. En aquel momento la situación atrajo miradas, incluida la de su hermano mayor, lo que por alguna extraña razón me generó cierta incomodidad. De vuelta en casa, ayudaba a mi padre, recordando a Reist el primer día después de las vacaciones: su saludo con un puño extendido y la controversia interna dejada por ese tonto guiño.

El Hermano Mayor De Clío R&R  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora