Capítulo especialmente dedicado a mis amigas de desmadre predilectas M y G.
¡A leer se dijo!~6~
—¡¿Pero qué diablos?!
Reist bufó y yo me quedé sorprendido.
Fue en ese pequeño instante cuando cruzamos miradas, pero no pensé que me sonrojaría al ver esa laguna infinita en sus ojos, benditos ojos que afectaban mi capacidad racional.Lo había mirado, no sólo por la antedicha palabrota, sino porque ambos la habíamos lanzado al mismo tiempo (aunque en teoría su voz había sonado una pizca más fuerte), por ello, para acabar con el incendio de mis mejillas, corté el hilo de nuestras miradas al tiempo que tragaba saliva, y bajé la cabeza. ¡Ah! ¡Rayos! Como quisiera poder viajar en el tiempo.
En aquel estado de arrepentimiento, cerré los ojos y apreté mis labios. Para ser honesto, siempre me había limitado a decir cualquier tipo de palabrotas, si bien puede que esta vez se me saliera una sin pensarlo. Cuando levanté la cabeza acomodé mis lentes y entorné mi vista hacía Míster T. (Tinkerpold). Una extraña marea me estremeció.
—Discúlpeme, señor.
Que pena.
Reist ni siquiera se tomó la decencia de disculparse. El director —con esa mirada magnética que tenía— nos veía sin decirnos nada, su entrecejo estaba unido, su rostro portaba una expresión intimidante, creo que lo… ¿decepcionamos? Espero que no.
No sé por qué en el afán de quebrar el silencio, giré mi cabeza en dirección hacia Reist quien, para mi enorme sorpresa, aún seguía mirándome. Él lucía sorprendido; diría que hasta más sorprendido que yo por lo que dije antes. Como me había centrado tanto en la intensidad de sus ojos, no detallé su rostro, su semblante había cambiado de sorpresa a desaprobación. Sin apartar su vista de la mía, negó con la cabeza, parecía no estar de acuerdo con algo. Se volvió al director.
—Con todo respeto, ¿es en serio, señor? ¿Compartiré la vicepresidencia con —Me señaló—, él?
Créeme, tampoco yo me hago la idea.
El director ladeó la cabeza.—No veo que eso sea malo, apuesto a que les irá bien.
Los nervios me iban a carcomer. Una parte de mí se sentía aliviada al saber que Reist no tenía intención de trabajar conmigo, y era bueno por decirlo así; eso ayudaba a que mi nerviosidad junto a él decreciera. Sin embargo, la otra parte se preguntaba el por qué de esa intención.
Puede que tal vez, con el pasar de los años, mi confianza hacia Clíodel y sus hermanos menores se hubiera expandido, pues los tres nos conocíamos desde séptimo grado, pero con Reist en específico, la confianza aún no era dada.
Según Mr. T el consejo estudiantil nos había elegido para estos cargos porque teníamos excelentes desempeños académicos.
Bueno, hasta ahora todo bien, no sé si con Reist pasará lo mismo. También dijo que para quedarnos con esos cargos, debíamos, por lo menos, tener un porcentaje que nos diera validez —mediante votos estudiantiles— para que la noticia pudiera ser dirigida al público escolar.
El público.
Los estudiantes.
El condumio de gente…
Con la mera aparición de esas tres palabras un remolino en mi abdomen me provocaba náuseas, y ni hablar de mi garganta, que cada cierto tiempo, un nuevo nudo se sentía en aprietos, imposibilitando cada vez la acción de tragar.
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El Hermano Mayor De Clío R&R ©
Teen FictionEn el trasfondo de la preparatoria Lightwood, Raycob, un chico tímido y marginado, se enfrenta a un dilema inesperado: la atracción hacia el hermano mayor de su mejor amiga. ¿Se arriesgará a confesar sus sentimientos o los mantendrá en secreto? En...