Capítulo: II
No recordaba cómo había llegado a esa situación, mucho menos en dónde estaba.
Volteó la vista y no veía nada a poco más de tres metros. En frente suya había un charco de agua y se agachó para apreciar un poco su rostro.
Llevaba unos vaqueros negros rotos por las rodillas, unas botas militares del mismo color y una camisa blanca cubierta de sangre. No era algo que ella vistiese, pero lo que más le desconcertó fue la sangre en su ropa haciéndola gritar horrorizada. Se buscó alguna herida en su cuerpo pero no encontró ninguna. Tardó en fijarse que llevaba una sudadera verde manchada de aquel líquido rojizo. Aunque pareciese extraño, esa sudadera le brindaba calor y protección, haciéndola sentir levemente segura aunque tenía cierta preocupación por el dueño de esta aunque no supiese quién era.
El charco de agua donde estaba viendo su reflejo empezó a crear pequeñas ondas por las gotas de agua que caían en él. Zelda, al ver caer la lluvia, se colocó la capucha verde en la cabeza y corrió lo más rápido que pudo aunque no supiese a donde sus pies la dirigían. Todo seguía negro a su alrededor, aunque mientras más corría más se acercaba a una pequeña luz y al estar a menos de tres metros pudo observar a un chico tirado en el suelo con un gran charco de sangre debajo suya.
-¡Link!-exclamó, mientras iba corriendo hacia el chico.
Un momento, pensó la princesa mientras seguía corriendo sin querer. ¿Link? ¿Quién era él y por qué había gritado su nombre? ¿Por qué estaba en el suelo con sangre? ¿Por qué ella estaba en esa situación? ¿Y si la sangre que llevaba encima era de él?
Inconscientemente, como si fuese que ella no estuviese controlando su cuerpo, se hincó al lado del joven mientras colocaba la cabeza de este en sus rodillas. Era el joven más atractivo que había visto en su vida, rubio, bien marcado, parecía transmitir valor... y su corazón no podía evitar ir a mil por hora, aunque fue cuestión de segundos el mirar la escena horrorizada y gritar sin control.
Tardó en percatarse que en el brazo derecho el chico tenía un escudo de hierro con la Trifuerza y en el brazo contrario tenía una espada con el mango azul y que parecía que su filo perdía luz con cada segundo. Ambos objetos le sonaban de antes pero no podía si quiera recordar nada apenas.
El joven tosió un poco de sangre al escuchar los gritos de la rubia y levemente, como si le costase, abrió los ojos.
-Me alegro que estés bien...-murmuró con dificultad mientras se reincorporaba con cierta dificultad y volvía a toser sangre.
Zelda seguía mirando aquella escena horrorizada. No comprendía bien qué estaba pasando pero sentía toda su alma desgarrarse al ver a aquél chico en ese estado. Estaba congelada, no se podía mover, solo ver a aquél joven desangrándose por el costado y toser toda esa sangre.
El joven acarició la mejilla de la princesa y Zelda pudo notar lo fría que estaba su mano y lo pálida que se estaba convirtiendo.
-No dejes que se haga con la Trifue...-murmuró mientras un ataque de tos le invadiese.
Zelda miraba como el chico tosía y las gotas de lluvia caían por sus mejillas limpiando aquella sangre que se había pegado en su bello rostro. Poco a poco el hyliano dejó de toser y sus pupilas se dilataron mientras miraban hacia el cielo, dando a entender que él se había ido al reino de las Diosas.
Zelda miró a aquél joven muerto en sus brazos y de sus ojos empezaron a salir lágrimas a montones mientras solo era capaz de gritar "No" por la pérdida de aquella persona.
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Se levantó agitada. Estaba empapada de sudor y su corazón no paraba de ir a mil por hora. Era la primera vez que recordaba la pesadilla desde que la atormentaba y se encontraba asustada. Se había sentido tan real, incluso más que un sueño una premonición. Rápidamente se acercó a la mesa que estaba al lado derecho de su cama donde encontró un jarrón con agua y un vaso. Se sirvió un poco de agua y la bebió en un vano intento de tranquilizarse. Pensó en aquel chico de su sueño, el chico que murió en sus brazos y no podía sacárselo de la mente. Fue entonces cuando recordó las palabras que él le había murmurado.
"No dejes que se haga con la Trifue..."
¿Qué era la Trifue lo que sea? Pensó durante unos segundos y fue que al ver el techo pudo entender a qué se podría referir el hyliano.
¿La Trifuerza? ¿Aquella reliquia sagrada mitológica con la que se había fundado Hyrule?
A cualquiera le podría haber parecido una tontería, o incluso decir que la princesa había perdido la cordura. Pero había algo en su interior que no la hacía evitar pensar que a lo mejor la Trifuerza tendría que ver con aquel sueño espantoso.
Se apresuró hasta la biblioteca real a paso lento con cuidado de no alertar a ningún guardia. Se adentró en el gran recinto lleno de libros y caminó rápidamente hacia la parte de la biblioteca con libros escritos en hyliano antiguo. Se alarmó al ver de nuevo que había una vela encendida, pero lo que más le llamó la atención fue que había más montañas de libros escritos en hyliano antiguo. Se acercó lentamente y se sentó mirando uno a uno los manuscritos entendiendo levemente el contenido de cada uno. Todos diciendo básicamente lo mismo, la reliquia sagrada se formó cuando las tres Diosas subieron al cielo y que solo sus elegidos tenían derecho a reclamar un deseo.
Bostezó levemente y siguió pasando uno a uno los manuscritos hasta llegar al último. La diferencia a aquellos es que no tenía nada escrito. Solo era un dibujo enorme de la reliquia donde aparte de eso se encontraba en cada extremo del triángulo un dibujo de su respectiva Diosa y luego un dibujo del respectivo elegido de aquél fragmento. No podía evitar mirar a la elegida del fragmento de la sabiduría, que se contaba en la leyenda que se pasaba en el seno de la familia real, tocó la representación de la reliquia dibujada en aquél pergamino y un dolor intenso empezó a recorrer por su mano derecha.
Unas líneas doradas empezaron a aparecer en su mano, formando un triángulo grande que estaba dividido en tres partes justo al igual que en la Trifuerza. El pequeño triángulo de la derecha empezó a brillar más fuerte que los otros dos.
La princesa gritaba de dolor mientras se apretaba fuertemente la mano, era el peor dolor que había sentido físicamente jamás y lágrimas caían por sus ojos. Fue entonces que las luces dejaron de iluminarse y ella cayó desmayada al suelo, quedando en su mano derecha el emblema de la familia real como si de un tatuaje se tratase.
El cuerpo de la joven estaba tirado en la parte antigua de la biblioteca, mientras que una figura alta y femenina miraba con una sonrisa maliciosa todo desde unas estanterías detrás de ella.
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The Legend of Zelda: The Lost Legend (ZeLink)
AdventureLas leyendas son relatos que nuestros mayores nos cuentan como entretenimiento o para explicar sucesos del pasado pero nunca son historias verdaderas. ¿Pero qué pasaría si hay una en concreto que sí es real? Universo Alterno Basado en el mundo real...