10

122 10 11
                                    

24 días para la boda.

Suspiro e intento no pensar en las cosas que sucedieron ayer, de cierto modo me habían afectado un poco porque siempre creí que era mujer de no rendirse...a decir verdad, creo que estuve equivocada.

Cruzo mis brazos por debajo de mis pechos y nuevamente suspiro; pensando en las personas que me conocieron ayer. Es como si de alguna forma me estuvieran culpando por algo que ni siquiera se que hice, puede que la razón sea que Josh no quiera regresar o que no haya regresado todo este tiempo que estuvo jugando para los Bills.

Por la razón que fuera, ya no podía evitar que pensaran diferente y era una lástima, porque en verdad quería entablar una amistad con los mejores amigos de Josh y con Samantha; quien de cierto modo no me estaba dando buena espina.

—¿Y usted quién es? —Miro al frente y veo al castaño, de gran altura y cuerpo trabajado.

—Soy Kerstin, ¿usted?

—Soy Brett, el nuevo o el novato como todos me llaman—dice sonriendo.

Sonrió—Mucho gusto Brett.

—Disculpe que me entrometa, pero ¿quién es usted y que hace aquí?

—Pues...

—Brett, es mejor que dejes de coquetear y alimentes a los animales antes de que amanezca—se escucha un hombre que carga heno.

—El deber me llama.

—¿Necesitan ayudan? —Me ofrecí, ya que, quería despejar un poco mi mente.

—Claro, entonces, yo dejo de ser el novato, novata—río negando con mi cabeza.

Vamos hasta los establos, donde vemos al hombre que había llamado a Brett—¿Nueva? —Deja el heno en el suelo y me mira—a poco eres la niña que vino con el joven Allen—dice con un acento.

Sonrío—así es...

—Soy Mariano López, para servirle señorita...

—Kerstin—le sonrió.

—¿En que le podemos ayudar?

—Buena, la pregunta sería en que les puedo yo ayudar a ustedes.

—No señorita, no se preocupe, aquí el novato y yo nos haremos cargo.

Después de insistirle al señor Mariano les ayude con el heno para alimentar a los caballos—Mariano—intento pronunciar su nombre.

—No, diga conmigo: Ma.

—Ma.

—Ri.

—Ri—repito.

—Ano.

—¿Ano?

—Sí, ahora dígalo completo.

—Mariano.

—Pos, le falta un poco, pero, ahí vamos.

Los tres nos reímos, tras terminar de alimentar y limpiar a los caballos—Vamos a darle de comer a los cerdos, Mariano, ¿La señorita puede hacerlo?

—Puede, pero le indicaremos que hacer.

—¡Perfecto! —Digo feliz.

Llegando, los cerdos estaban jugando entre si—necesitaras estas botas—me entrega un par de botas llenas de lodo—son de última generación.

Me comienzo a reír—son traídas de París—sigo con el juego, al mismo tiempo que me quito mis zapatos.

Al tener las botas en mis pies, me entregan una cubeta con arroz para dárselo a los cerdos. Ingresando—cuidado con Lorenzo, es bien travieso—me dice, cuando uno de los cerdos pasa entre mis piernas y hace que me caiga, la cubeta con el arroz sale volando—la mato el hijo de su...

It had to be youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora