Capítulo 8

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El cielo estaba tan oscuro y nubes gruesas y grises se formaban haciendo una nube inmensa cargada de la lluvia que pronto caería, así que agilice mis piernas y las giraba en los pedales tan rápido que sentí que me quedaría sin piernas de un momento a otro, llevaba conmigo a la muñeca de trapo cuyo destino era una hoguera improvisada que esperaba que mi amigo ya hubiera terminado.

Pasé por un pequeño mini super a comprar los cerillos que mamá me había pedido, sentía coraje al ver a dos personas en la fila y una de ellas se tardaba demasiado, era una anciana que llevaba demasiadas cosas y la cajera insertaba códigos en la computadora con cada cosa que la anciana llevaba, sentía una eternidad y tenía miedo de que la lluvia me arruinara los planes, por suerte sólo espere 5 minutos más ya que el señor delante de mi sólo llevaba una caja de jugo de naranja y jamón, compré los fósforos y salí de nuevo en mi bicicleta.

Llegué a la barranca y ya Mario tenía lista la hoguera, había puesto un tronco enmedio de varias ramas y hojas que servirían para avivar el fuego, saque a la muñeca y Mario se sorprendió al verla.

-¿Esa es la muñeca?

-Si

-Se ve inofensiva.

-Pero no lo es, ahora ayúdame pronto o la tormenta se nos viene encima.

-Esta bien.

Atamos a la muñeca al pedazo de tronco con una vieja cuerda que encontramos, Mario la roció con una vieja lata de combustible que habíamos encontrado hace unos días y finalmente yo saque uno de los cerillos y la observé por última vez.

-Hasta nunca... Le dije y Mario no paraba de reír, le arroje el cerillo encendido y comenzó a arder instantáneamente.

-Amigo estás loco, dijo Mario sin parar de reír.

-No me importa lo que creas fuiste tú el de la idea.

-Jajaja, si pero no creí que fuera para tanto.

Me quedé mudo observando como las llamas alcanzaban poco a poco el cuerpo de la muñeca, en un momento ya estaba prendida en llamas y por ser una muñeca de trapo se iba consumiendo muy rápido, vimos con horror como el cuerpo de la muñeca comenzaba a retorcerce como gusano, como si de verdad estuviera viva y luchara por liberarse de las llamas, vi la cara de Mario y el estaba espantado al ver semejante horror.

-Derek la muñeca se esta moviendo.

-Te dije que estaba viva.

-Pero que miedo me da, dijo Mario aterrado.

No sabía si era por el efecto del fuego pero de verdad se veía moverse, de pronto algo nos estremeció aún más, la muñeca o lo que quedaba de ella comenzó a reírse, era una risa escandalosa, la risa que tantas veces escuché en mi habitación y en mis pesadillas, Mario retrocedió y se cayó de espaldas, comenzó a gritar y se fue corriendo, yo me quedé ahí solo observando a la muñeca finalmente convertirse en cenizas.

Ya el fuego había consumido hasta las ramas que habíamos puesto, de la muñeca no quedaba nada, tomé una rama y comencé a escarbar en los escombros, encontré dos botones que eran los ojos de la muñeca y también el rubi que no se había quemado, tomé los botones y el rubi y los arroje al fondo de la quebrada, sentí como mi alma se liberaba y la paz llegaba, excepto por la tormenta que comenzó a caer más furiosa y terrible que nunca.

Quedé completamente empapado, las calles se volvieron rios desbordantes de agua, las llantas de la bicicleta penetraban con dificultad la corriente, sentí que la corriente iba a llevarme este era un diluvio, por suerte logré llegar a casa y en cuanto mamá me vio, dio un grito enorme y me jaló de la oreja, me dio un buen castigo no por mojarme si no por lo peligroso que había sido salir en esta terrible tormenta, no me importaba ya un castigo porque ya había hecho lo que quería...

Maldita Muñeca 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora