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Abrí mis ojos lentamente cargado de cansancio y pesadez al simple hecho de sólo despertar; sentía mi brazo entumecido y molestos pitidos a mi derecha

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Abrí mis ojos lentamente cargado de cansancio y pesadez al simple hecho de sólo despertar; sentía mi brazo entumecido y molestos pitidos a mi derecha.

Para cuando recobré mis sentidos, me ví a mí mismo siendo controlado por una pequeña máquina de hospital y supervisado por un médico a mi lado; confundido y poco a poco preocupado, hablé.

—Disculpe. —Mi voz sonó baja y suave dado a mi reciente despertar.

El señor rápidamente bajó su cuaderno y tomó mi pulso.

—Ésto es bueno, Joven. Usted está recuperándose rápidamente —El médico Darwin, por como su placa de identificación médica lo indicaba en su bata, sonrió breve y acomodó mi brazo adormilado—. No tenga miedo y no se alarme, estoy aquí para limpiarlo. —Se movió a mi lado izquierdo y verificó el suero.

Mi vista se dirigió a mi brazo instintivamente y confirmé lo que el suero significaba, estaba inyectado a él. ¿Qué significaba todo ésto? ¿He sufrido un desmayo o quizás problemas de anemia como en mi niñez?

—Señor Darwin, ¿A qué se refiere con limpiarme?

El mayor me observó por instantes tomando el cuaderno que inicialmente tenía y acomodó sus lentes.

—Usted ha estado consumiendo ciertas sustancias que le han afectado, Jóven y mi trabajo es limpiarlo. —Fruncí el ceño ante aquello y refuté en respuesta sin comprender aquello.

—¿Ciertas sustancias me han afectado?

—Una considerable cantidad de droga se encuentra dentro de su sistema y ha atacado parte de su salud y pared estomacal sumando el estado neutro que usted tiene en ésta habitación siendo incapaz de moverse de su cama por días o semanas afectando su rendimiento para desplazarse y moverse por sí mismo.

Maldición, no era un idiota y sabía a lo que se refería con ciertas sustancias pero no era necesario éste nivel de golpe a la realidad.
Tenía en cuenta mi agotamiento físico al no ser capaz de salir de cama dado que sólo era capaz de despertar y al poco tiempo volver a dormir dado que papá no me dejaba salir de la habitación; ni siquiera lo comprendía, no entendía sus razones para encerrarme aquí dentro, no me iría de todos modos pero; ¿Qué significa ésto?

Drogas.

Lo sé, odiaba admitirlo; la primera noche al llegar a éste lujoso lugar me sentí agotado, demasiado para ser un simple cansancio, la noche se volvió oscura y fría hasta sentirme helar los huesos. No recordaba nada más.
Pronto sospechaba que papá utilizó un calmante para abusar de mí la primera noche y luego sólo podía despertar, comer y volver a dormir repitiendo la misma rutina cada día.

Estuvo utilizando drogas en mí todo éste tiempo.

No eran calmantes o gotas de dormir en el agua que bebía, eran drogas.

—¿Por qué? —Cuestioné hacia mí mismo sintiendo mis ojos húmedos y mi corazón oprimirse con dolor.

¿Por qué él me hacía ésto? ¿No era su único y amado hijo en éste mundo? ¿Acaso no le daba felicidad? ¿No cumplía sus expectativas?
¿No era su orgullo?

Comencé a sentir el conocido malestar invadirme por segunda vez con más rapidez y me quejé notando las lágrimas rodar de mis ojos intentando pretender que con ello, mi sufrimiento se esfumaría junto a ellas.
Mi cabeza dolía como un bombardeo de piedras y mi cuerpo sudaba haciéndome sentir en un verano de 45° grados.

—La abstinencia es horrible para alguien tan joven como tú. Tendrás que soportarlo, sólo de ése modo podrás limpiarte. —El médico hablaba y hablaba, sin embargo yo quería escapar del dolor.

Aquél dolor más fuerte que la abstinencia por una droga, un dolor que no podía curarse con tratamientos o medicamentos.

Lo ví entrar con su vaso de whisky en mano y vistiendo un costoso traje Prada reluciendo su imponente cuerpo e intimidante silueta a los ojos de cualquiera que lo tuviese cerca.
¿Era ésta la visita del diablo? Un diablo que tomaría mi pobre y sufrida alma hasta arrastrarla a su mismísimo infierno.

Papá, ¿Por qué eres tan cruel?

Una pequeña lágrima se deslizó de mis ojos y murmuré lo que creí un pensamiento.
Ví su escalofriante sonrisa asomarse junto a la bebida que se terminó de un trago y pronto, comencé a dormirme en respuesta al paso de factura que la abstinencia generaba.

Mi dulce hijo, eres mío.

—Mi dulce hijo, eres mío

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