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Sabía qué era lo que papá deseaba, sé todo lo que anhela

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Sabía qué era lo que papá deseaba, sé todo lo que anhela.
Soy su único hijo, el único que conoce cada gusto y disgusto que tiene por lo demás, también sé lo que pasa por su cabeza; tener un análisis perfecto de papá era un fruto de mi buen trabajo pero así también como mi tormento. Algunas veces deseaba ser ignorante a lo que papá hacía o decía, quería serlo.

—Papá. —Llamé sintiéndome presionado.

Él tenía una dulce sonrisa que embelesaba por completo mi corazón, sin embargo ahora, sus ojos parecían tan feroces como los de un lobo borrando todo rastro de una breve sonrisa que pudo haber antes.

—Hazme caso.

Bajé mi cabeza en asentimiento y me arrodillé lentamente, él tenía la última palabra, ¿Cómo podría contradecirle?

—Besa mis pies.

Cerré mis ojos tomando un suspiro lento; él pretendía demostrarme cuál era mi lugar y denigrarme.

Había pasado un tiempo desde la última vez que papá lo pidió; en aquél entonces tenía quince años, fué mi error desobedecer a papá y jugar en su oficina dejando mis tareas incompletas esparcidas por el suelo de mi vieja habitación, era una revuelta infantil para la edad que poseía, un completo idiota a mis propios ojos.

Papá era pulcro, fino, alguien que debía tener el control y orden por sobre todo; no eran su pasión, eran parte de él; y vaya que cuando no lo tenía, me lo recordaría por las malas. Disfrutaba doblegar a quienes se mostraban valientes y fuertes.
Existiendo tantas cosas que a papá le gustaban, había una sola que destacaba y  ansiaba, mi desobediencia.

Lo que él hacía luego de pedirme que besara sus pies, era terrible.

—Lo siento. —Mi voz se quebró.

Nuevamente, ví mis lágrimas caer silenciosamente al suelo.

Comenzaba a recordarlo, hacer memoria de aquellos hechos que marcaban mi infancia y que creía olvidar, claro, hasta que papá se encargaba de ayudarme a recordar.

Él esperaba en completo silencio y un mirar fijo, que de mí surgiera aquél caprichoso y mimado actuar.
Sé que disfrutaba castigarme y moldearme a su manera, mamá ya no estaba con nosotros, así que él no pondría límites; me tomaría por completo y me exprimiría como a un jugo de naranja hasta sentirse satisfecho.
Y yo, yo me dejaría hacer con tal de tener su aprobación.

—Hijo, es necesario. —Su mano sostuvo mi mentón y levantó mi cabeza.

—¡Lo recuerdo, lo recuerdo todo! Por favor, no me hagas pasar por éso de nuevo, por favor, por favor. —Rogué, mi rostro se sentía caliente e irritado.

Ladeó su cabeza y relamió sus labios.

—¿Identificas tu error?

Asentí de inmediato pero la verdad era que no lo sabía, necesitaba evitar lo que vendría luego; él no haría ésto sin razón o motivo, ¿Cuál fué mi error? ¿Cómo es que de ser una víctima pasé a ser el culpable de algo que molestó a papá?

CONVENCEME 1994  my﹢jh Donde viven las historias. Descúbrelo ahora