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Palabras a medias y jadeos por él se escapaban de mi boca de manera inconsciente tras el repentino reaccionar contrario

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Palabras a medias y jadeos por él se escapaban de mi boca de manera inconsciente tras el repentino reaccionar contrario.

Arrebató por completo mi control de la situación en el instante que las manos y boca pertenecientes al adverso se alineaban con mi cuerpo y piel, podría asegurar que mis piernas temblaban al éxtasis obtenido de la situación que me mantenía jadeante por mucho más aún si ésto no era correcto. Sin embargo, ¿Por qué se siente tan mal?

Siento que lo quiero más que sólo un deseo, lo necesito.

—Mierda —Maldijo por lo bajo.

Le sonreí sintiéndome poco a poco mareado por el placer que generaba sin siquiera haberme sometido aún, era una tentación.

—Agust D. —Susurré de forma casi inaudible, mi visión se tornaba borrosa por las lágrimas.

Sabía que papá y Agust D eran la misma persona, sabía que ambos son uno mismo y aún así, ¿Por qué los confundo? ¿Por qué lo hago?
A veces puedo ver un padre de familia quien trabaja diligente por su gran empresa internacional como todo aquél hombre de negocios y otra veces, sólo puedo ver a un despiadado asesino quien podría permitirme un último suspiro de vida, un asesino tan enfermo que podía tenerme temblando y llorando bajo su mirada sin mover siquiera un dedo.

—¿Hmm? —Contestó deslizando sus labios por mi cuello mientras quitaba su chaleco y desprendía los botones de su camisa blanca.

Agust D.

Delante de mí, sin un rasguño y completamente libre; la población y medios se mantenían en desvelo por un asesino en serie aún suelto a su gusto por las calles del gran país sin el conocimiento mínimo de que a quien buscaban, era al accionista más presente en los negocios del tribunal de justicia surcoreana.

Él mismo, el asesino que me tenía bajo sus manos ahora mismo.
Sólo pensarlo y ya sentía mi cuerpo sensible a cada toque y beso, dolía de una manera deliciosa.

Y justo en aquél desvelo entre la cordura y el inconsciente, su ronca y baja voz habían calado en mi cabeza; mi cuerpo se tensó en respuesta a la seducción peligrosa que acariciaba la morbosa necesidad de un asesino quien resultaba ser mi padre y advirtió.

—¿Debería hacerte daño para grabarte en la cabeza que cuando pregunte algo o te llame debes de responder? —Cuestionó dulce y lento mientras acariciaba mi mejilla con suavidad deslizando su mano por mi cuello nuevamente y luego por mi brazo hasta mi mano apoyada en su hombro—. ¿Te gustaría? Creo que he sido muy blando contigo éstos días, ni siquiera terminas tus oraciones correctamente cuando me hablas. —Tentó y jugó con sus palabras mientras elevaba mi mano que sostenía con fuerza para besar el dorso de ésta sin quitar la mirada de mí.

No creía en la existencia de una droga tan fuerte como el crack, incluso no creía en la desesperante abstinencia que podría crear aún si estuviese demostrado y lo hubiese vivido de manera propia y personal pero, aquí estaba; sintiéndome a punto de hacer cualquier cosa por el progenitor que me dió la vida, que me atrapó y encerró, quien mató a mi madrastra y a Jungkook, que capturó mi corazón de la forma más natural y fácil posible, sentía que su control se extendía por sobre mí como un veneno bajo su presencia.

—Enséñame a comportarme, quiero ser el hijo perfecto para tí. —Finalmente hablé debatiendome en lo que tenía o no permitido hacer o decir; no media el peligro aún si éste amenazaba detrás de mi nuca.

Qué exagerado, ¿Cómo alguien como él puede causarme tanta fascinación y temor al mismo tiempo? Tanto temor que siento que debo de tener cuidado con cada uno de mis movimientos delante suyo.

—Tu madre estaría orgullosa de tí —Soltó mi mano y condujo suya por nueva cuenta hasta mi mejilla tanteando en pequeños golpes con fuerza para mantenerme enfocado—. Mírame, ¿A quién ves ahora mismo? —Tomó mi mentón evitando que intentase siquiera poner la mirada en algo más que no fuera él.

Mamá.

Mi corazón latía con fuerza y mis manos temblaban, me sentía aterrado de mi propio padre, me sentía aterrado por lo que estaba sintiendo.
Me siento aterrado de mi amor sin límites.

—Veo a papá.

Mis lágrimas se escapaban sin pena, una por una; la mención de mamá me cubrió de tristeza pero aún más tristeza sentía el saber que no podía recordarla por mucho que lo intentase.

Es como si ella y todo lo que representara, hubiera sido borrado de mi memoria.

—Éso es, me ves a mí —Me atrajo a su pecho y me abrazó aferrandome a él mientras acariciaba mi cabeza—. Tu madre, tu hermano, tus amigos, ¿Están aquí? ¿Se preocuparon por tí alguna vez? Soy la única persona aquí, la única persona en tu vida que te ama y te cuidará sin importar qué, sólo tienes a papá, Hoseok —Me separó y me dió un corto beso en los labios apartando las lágrimas de mi rostro—. Ni siquiera al doctor Darwin le importas.

Levanté la mirada hacia su rostro y negué sintiendo mi corazón reducirse poco a poco en pedazos.
Desde el principio quise no creerlo, quise pensar que sería diferente a como lo era siempre; que no estaría a mi lado por órdenes de papá o por su dinero.
Sin embargo, el golpe a la realidad parecía impedirme seguir en el sueño de algo en lo que tuve esperanzas, de que alguien realmente me amara por su propia decisión.

—Papá, jamás me abandones. —Le supliqué abrazándolo desde su cuello luciendo tal vez, lamentable.

¿Por qué éstos días pensé en que algo andaba mal con papá? ¿Por qué siquiera pensé en salir de aquí por un pequeño momento? Incluso me atreví a dudar de él y cuestionar sus secretos.
Él tenía razón, la única persona que de verdad me ama por elección es él; sólo papá se preocupa por mí, sólo puedo enorgullecerlo a él. Haré todo lo que esté en mis manos para ser perfecto.

—Nunca lo haría, eres mi preciado hijo. Mi única sangre, mi único tesoro, mi única víctima viva.—Quitó mis manos de su cuello y empujó mis hombros hacia abajo logrando que cayera en mis rodillas—. Ahora es momento de educarte, Hoseok; debes de recordar las lecciones que pareces haber olvidado en éstos días.

Bajé la vista unos segundos y tragué saliva tenso ante el cambio brusco de situación; había pasado bastante tiempo desde las lecciones a la que mi padre me había acostumbrado y enseñado años atrás; como si me hubiese moldeado a su gusto para no traerle problemas en un futuro próximo. Estaba dispuesto a aprender y a hacer lo que sea por papá pero, el miedo era una faceta de mi vida que permanecía arraigado a mí como una bacteria puesto que los métodos que utilizaba no eran suaves.

Maldición, ¿A quién intento engañar o convencer? Estoy aterrado.

—¿Va a doler? —Devolví la mirada sintiendo mi voz quebrarse un poco.

Nuestras miradas estaban entrelazadas como una cuerda firme y fina, una intimidad visual que podría romperse si tiraba más de lo que podría soportar.

—Quiero lo mejor para tí, Hoseok. Es por tu bien.

Dí un suspiro de resignación y bajé la cabeza sometiéndome a él.

Buen chico.

—Buen chico

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⏰ Última actualización: Mar 08 ⏰

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