─ 𝘆𝗼𝘂 𝗮𝗿𝗿𝗶𝘃𝗲𝗱

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ACT 16‧₊˚ ୨ ★ ୧ ˚₊‧

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ACT 16
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Me levanté decepcionada pensando que se había ido sin despedirse. Camine con el vaso de agua ya vacío hasta la cocina, lo deje en el lavaplatos, abrí la llave del agua y lo lavé con detergente. Estaba concentrada en eso mientras por mi mente solo estaba Bill.

Un toque en mis hombros me hizo saltar al punto de mandar volando el vaso de vidrio que tenia en mis manos.

— ¡Auch! — gimió por el dolor.

Aun con el susto por todo el cuerpo, me di media vuelta asegurándome de quién se trataba.

— ¿Bill? Pensé que te habías ido — fui hasta el que se encontraba tirado en el piso— ¿Éstas bien? — comencé a examinarlo de arriba hacia abajo.

— Perdón, fui a vaciar el estanque. Prioridades — soltó una risita divertida mientras se intentaba volver a levantar, soltó un gritito cuando lo intentó.

— Oh, mierda. Tienes sangre — miré su mano donde tenía incrustado uno que otro pedacito de vidrio.

Corrí hasta los cajones para buscar el botiquín, volví a donde Bill y abrí la pequeña maleta con implementos de emergencia. Sequé el área dando golpecitos (sin frotar) con una tela. Apliqué luego un ungüento antibiótico, Bill se quejó por el tacto cerrando sus ojos y maldiciendo por lo bajo, coloqué un vendaje sobre la cortadura por si acaso de que hubiera la probabilidad de que se ensucie.

La culpa se apoderó de mi al ver tan afectada su mano derecha. Bill soltó un grito ahogado cuando vio toda esa sangre en su mano a pesar de tener el vendaje. Sin más lo tomé como pude llevándolo a rastas hasta el sofá donde anteriormente yo había dormido.

— Carajo, me esta comenzando a doler muchísimo — cerró sus ojos con fuerza.

— Iremos al hospital — busqué las llaves del auto de Bill, tomé un abrigo y las lleves del departamento— ¿No te molesta que maneje tu auto?

— Para nada, aunque temo por mi vida si ni siquiera sabes domar una bici — su voz salia ida pero sin dejar esa chispa de diversión.

— Te estás desmayando y aún así te burlas — llegamos hasta el ascensor y marque el botón menos uno para llegar a la planta baja del estacionamiento.

Bill comenzó a balbucear algunas cosas y su cuerpo se hacía más pesado porque él estaba perdiendo el equilibrio y las fuerzas. Mi respiración se estaba volviendo agetreada, y mi desesperación aumentaba al sentir que todo se estaba volviendo más lento. El vendaje cada vez se volvía más rojo por la sangre que derramaba la herida de Bill.

[...]

Luego de aquella persecución de vida o muerte llegamos bien hasta el hospital, rápidamente un médico lo atendió y aunque no pude entrar para estar a su lado sabía que harían un gran trabajo.

© kiss me ── bill kaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora