CAPÍTULO I. LA NIÑA DE OJOS DE GATO

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"Sé que mi corazón puede llegar a ser muy frío, pero soy dulce por ti"

Volver a estar aquí me revivió muchos recuerdos y cosas que tal vez, solo tal vez, no había superado del todo. Pero creo que es justo que iniciemos con el principio de esta historia.

∆ 16 años en el pasado ∆

- Lalisa, Kunpimook – escuché que mi madre llamaba desde la estancia de la casa – Vengan, por favor.

Nuestra casa era inmensa, desde que recuerdo hemos estado aquí. Mis padres son médicos bastantes influyentes, papá es cirujano general y mamá es oncóloga cirujana, Marcos y Chitthip Manobal, somos de Tailandia, pero el renombre de ellos nos trajo a Corea del Sur. Vivimos en Seúl. Mis padres son personas bastantes ocupadas, siempre están para nosotros, bueno, más mamá, pero los amo a los dos.

En casa somos, mamá, papá, mi hermano mayor y yo. Mi historia no ha sido trágica pero tampoco sencilla, creo que el hecho de tener dinero y que mi hermano mayor y mis amigas me defienden de cualquier cosa, pues ha ayudado bastante.

- Hola niños – dijo una señora que estaba en la estancia con una niña sentada a su lado. Algo nerviosa la niña, si puedo decir. La niña nos miraba, pude notar que tal vez era de la edad de mi hermano.

- Buenas tardes – dijo Bambam con seguridad, yo dude un poco y solo levanté la mano y la agité.

- Hijos – dijo mi mamá – ella es la señora Kim y su hija, Jennie Kim – bonito nombre – pensé. – La señora Kim será el ama de llaves de ahora en adelante.

Nuestros padres nos habían dicho que con la apertura de su nuevo hospital ella y papá estarían más ocupados y necesitarían ayuda aquí y con nosotros. No era costumbre que no estuvieran, es solo que papá y mamá eran muy reconocidos y a donde los llamaban para llevar a cabo una operación, allí iban, por ello habían decidido tener su propio hospital, así podrían atender a muchos pacientes en un lugar más fijo. Algún día aspiraba a ser como ellos, sin duda, quería ser médico y una reconocida, quería ayudar a las personas.

- Hola Jennie – dijo mi hermano – tengo 14 años y me puedes decir Bambam o Bam – él me miró como esperando que yo dijera algo, pero la realidad es que intentaba describir sus ojos y su mirada – está de aquí es Lalisa, mi hermana menor.

- Hola Jennie – dije con pena, no se me da bien conocer gente nueva, me intimidan muy rápido – me puedes decir Lisa – me tendió su mano y se la di - ¡Qué extraño! – susurré y creo que ella también lo noto, una corriente me invadió.

- Niños, - dijo mi mamá - ¿Le pueden mostrar la casa a Jennie? – ambos asentimos y Bam la tomó de la mano. Ella hasta el momento no había dicho nada.

- ¿Eres muda? – pregunté mientras Bam le mostraba su habitación.

- ¿Eh? No... no – dijo dudando – Lisa es un bonito nombre ¿Puedo decirte Lili? – ambas sonreímos, me gustó, casi todos me decían Lis y mi madre Lala - ¿Y tu habitación? – preguntó nuevamente y yo dude, ese era mi espacio privado, mi fortaleza y ni siquiera Bam o mis padres entraban mucho allí.

Decidí mostrársela, ella me miraba con esos ojos de gato, tenía una mirada muy llamativa, profunda, pero triste ¿Tal vez?

Mi habitación no era como la de las demás niñas, no me gustaba el rosa, me gustaban los super héroes, el fútbol soccer y tomar fotografías. Me encantaba fotografiar todo, tenía fotos de polaroid por todos lados, de mis amigas, de la casa, de la familia, de Tailandia. No recordaba tanto Tailandia, habíamos salido de allí cuando yo aún era muy pequeña, pero lo que mamá y papá contaban, me encantaba.

- ¿Te gusta? – ella se encogió de hombros mirando todo – tendrás tu propia habitación y podrás decorarla como quieras – volvió a encogerse de hombros y bajó su mirada.

Me generaba mucha curiosidad está niña y más sus ojos, eran tan expresivos y sus facciones, ya la había visto arrugar su nariz varias veces, e incluso rodar los ojos cuando Bam le mostraba la colección de algo en su habitación.

Bambam seguía dando el recorrido y yo solo observaba a la distancia, creo que no tener muchas amigas facilitaba el hecho que se pueda observar a las personas y aprender de ellas.

Jennie sin duda me recordaba a un gato, sus ojos y su mirada profunda, su personalidad callada y hasta asustadiza, incluso más que yo, extraña y yo soy la reina de las rarezas como dice Bambam.

Entramos a la cocina y nuestras madres estaban allí.

- ¡Ah niños! – nos dijo nuestra madre mientras nos recostábamos en la encimera – le comentaba a la señora Kim que Jennie comenzará mañana a estudiar en su instituto – abrir los ojos como platos – imagino que compartirán algunas clases, especialmente contigo Lisa – dijo mirándome – espero que la hagas sentir bienvenida - me dio una sonrisa. 

El recorrido terminó, ellas necesitaban instalarse, Jennie y la señora Kim se instalaron en la casa al lado de nuestra casa, mi madre la había acomodado unos días antes para que ellas pudieran estar cómodas. Era una casa dentro del terreno de la nuestra pero mucho más pequeña, mi madre quería que la señora Kim se sintiera bien, lo que sabíamos es que habían tenido que salir de Nueva Zelanda porque ella quería darle un futuro mejor a Jennie y pasar más tiempo con ella, la señora Kim era personal de apoyo en un hospital y mi madre, que la había conocido mientras estaba en el hospital allá, le había ofrecido que viniera a Corea y trabajara con ellos acá.

Esa noche solo pensaba en Jennie y en si le había gustado su habitación, así que decidí ir a preguntarle, pero primero inspeccioné que nadie me viera, salí de mi casa y caminé unos metros a su casa y llegué a su habitación, estaba afuera de su ventana.

- Hola Jennie – ella se estaba peinando, tenía un cabello negro con un lunar en capas blancas en el frente, largo y liso, precioso sin duda – lo siento – ella se sobresalto y se llevó su mano a su pecho

- ¿Qué haces aquí Lisa? – preguntó mientras caminaba a la ventana – me asustaste.

- Solo quería saber si te había gustado tu habitación – tal vez una confirmación no era necesaria, sus ojos brillaban, un hermoso brillo.

- ¡Sí, mucho! – fue un chillido ahogado y por primera vez vi su sonrisa, una bonita sonrisa – mamá me dijo que podría agregar unas cosas en cuanto tuviera más dinero.

- ¿Qué cosas? – dije sin pensar pero a punto de hacer una nota mental.

- Peluches – ella pensaba – más almohadas - ¿Para que quería más almohadas? – mi propia TV, cosas así – se encogió de hombros con una sonrisa.

- Nini – pensé y pensé, era su Lili y ella mi Nini, sus ojos perfectos como los de un gatito indefenso – me tengo que ir, pero mañana iremos juntas al instituto y te presentaré a mis amigas.

- Buenas noches Lili – allí estaba esa hermosa sonrisa nuevamente.

Me acerque más a la ventana y ella hizo lo mismo, le di un beso en su mejilla.

- Buenas noches Nini, descansa. – esa noche unos ojos de gato me rondaron mucho. 

Una Cosa Llamada Vida JENLISA - CHAESOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora