Capítulo 32
Adam
Tres meses. Habían pasado tres meses.
El simple hecho de solo pensarlo me aterrorizaba, porque me hacía acordar el cobarde que fuí. Suena muy mal que un hombre reconozca lo que hace mal, porque simplemente no es algo usual. En nuestra mayoría, contamos con un ego excepcional, por lo que admitir nuestros errores no está en nuestros planes. Pero hay veces que la verdad nos vence. El dolor en el el pecho de culpa. Eso me pasaba a mí.
Esa misma noche, cuando Carolina corrió, toda agitada y enojada, no pude contenerme a correrla, como sí no la alcanzaba, el mundo se terminaría. Y no pude alcanzarla más. No por la velocidad, sino porque cuando quise acordarme, estaba llorando como un idiota en el medio de la vereda.
Aprovecho para desmentir otro hecho; Los hombres sí lloramos. Nosotros nos consideramos humanos sobrenaturales que tienen capacidad de aguantar lágrimas a millones y nunca derramarlas. Pero luego la realidad nos pellizca, y caemos en cuestión de que somos humanos que lloran como mujeres. Es un pensamiento machista que todos contamos dentro. De lo abrumado que estaba, decidí irme de la ciudad, tomándome el tiempo de vacaciones de la universidad para aislarme un poco. Catalina, a pesar de ser la causante de mi angustia y ataque de pánico, fue quien me acompaño en este tiempo de "¿Por qué hago todo mal?"
Michael fue un gran apoyo también, ya que me conocía muy bien, aplicado a este caso, como sufría en situaciones de este índole. Viajé muy lejos de allí, para tener un cero por ciento de posibilidades de cruzarme con ella. Y con muy lejos me refiero a Londres.
No tenía idea sobre la ciudad, pero me habían recomendado a montones ir allí, y pues lo hice. Por ser un viaje de tres meses, fue de gran ayuda para no pensar tanto en Carolina y el tema en sí.
Pero lo que me quitó el sueño fue cortar con Bárbara. Por un lado me hizo feliz, porque ya no tendría el riesgo a hacer sufrir a tan buena persona, pero la tristeza abundo en no poder ver mas a Carolina. Era mi única excusa.
" — Caro, no puedo terminar con Bárbara porque es por la única razón para verte."
Me recuerdo a mí mismo murmurándole en el oído a la chica que me ha sacado el sueño por muchas noches. Pero siempre, aunque uno le dé rodeos a las cosas, siempre terminan volviendo. Y ese día era hoy, cumplidos exactamente tres meses de cuando me fui con un desgarrador dolor en el pecho de el lugar que tanto me dió.
Entré con un sentimiento de incomodidad a la institución que nunca lograría olvidar en toda mi vida, oliendo el aroma a café que surgía de la cafetería. Subí esas escaleras por las cuales solté millones de quejidos invocando a Satanás para que la calcine en el infierno, y me acerqué al vacío salón doblando el gran pasillo.
Me acuerdo cuando ví por primera vez a Trevor con ellas en el pasillo. Ay, que recuerdos. Quizás le diría a Satanás que se lo lleve también. El hecho de verla me ponía los pelos de punta, porque no me resistiría a agacharme ahí mismo, y besarle las manos.
Londres es la definición del romanticismo. Y veo que me ha afectado gravemente. Abrí la pesada puerta de madera, cerrándola tras mis espaldas, sentándome en mi escritorio (No, el la silla no, literalmente en el escritorio)
Unos pasos resonaron en el pasillo, por lo que comencé a cruzar los dedos, rezando cincuenta veces por segundo, con el mayor nerviosismo del mundo. Alguien se acercó la puerta: lo podía sentir, pero no quería voltearme, así que miré el techo, suspirando para matar al tiempo. Sentí una mirada muy perdida sobre mí, me sentía demasiado observado, pero seguía sin observar la puerta, hasta que esta se abrió. Muy suavemente fue cerrada, a la vez que el perfume familiar de Carolina me delató su presencia.
Mi vida es un cliché. Literalmente; es decir ¡Porque no podría entrar cualquier otro de los cincuenta millones de alumnos en vez de ella! Maldición.
— ¿Adam? —
N/A: ¡MIS LECTORAS, TANTO TIEMPO! Sí, se que es muy corto, pero he llorado tanto escribiéndolo que me siento una boluda *la aplauden* Es bastante repentino y emocional, espero que cuente con su fiel estrellita, y me siento muy amada, realmente chic@s. Estoy pensando bien el fin de esa hermosa aventura, y creo que cuando el marcador de capítulos indique cuarenta, esta primer travesía terminará. (estoy poética, dejenme ser feliz ahr)
Aquí las saluda Tess.
ESTÁS LEYENDO
No mires a Levine » Humor
Teen FictionCarolina es una universitaria bastante particular, con muchos amigos, y un carácter un poco difícil de llevar. Adam es un superdotado, con un trabajo de gran responsabilidad para su edad, un modelo de físico envidiable, y un gran corazón. Probable...