Estación de invierno: Otoño, vuelve a mí; Nomin.
Estación de verano: Make me Testify; Markhyuck.
Prólogo.
Lee Mark es un estudiante de literatura, muy normal, a decir verdad. Salvo que es casi perfecto. Perfecto cristiano. Perfectas notas. Perfecto novio. Perfecta relación con sus padres y amigos, todo perfecto... Todo era perfecto hasta que llegó Lee Donghyuck, para demostrarle que podía ser más perfecto si pecaba.
Quien brillaba como un sol batallaba para enamorar al perfecto como un diamante.
El sol puede quemar. Los diamantes cortar.
Estación de primavera: Favorite; Winren.
Prólogo.
Luego de su lección de piano, el joven Dong se levantó de la cama para observar por el jardín. Sus ojos vagaron por todo el vecindario en búsqueda de algo divertido para hacer, recién había llegado a ese lugar; era la novena vez que se mudaban en lo que iba del año y apenas era marzo. Invierno no era una de sus estaciones favoritas, pero primavera lo era menos, y ya se estaba avecinando.
Las gruesas partituras se encontraban aún siendo sujetas por sus finos dedos. Se había tomado la molestia de despedir él mismo a su profesora de piano, era una incompetente a los ojos del pequeño de doce años. Suponía él, con toda seguridad, que contaba con mayor conocimiento que la mujer que había sido elogiada por un amplio auditorio en Viena, así que sin importarle mucho, la echó de su casa delante de todos los empleados.
Tenía doce años, pero el carácter de un hombre de treinta, y no solo eso, la malicia también. Tenía una forma de ser muy fuerte para su edad, no le gustaba que lo contradijeran, solía gritar si era necesario y rápidamente había aprendido a doblegar a las personas más grandes. Nadie nunca quería estar del otro lado de sus rabietas ni de su ira, ni siquiera sus padres.
Tenía doce años cuando decidió remover a todos sus profesores particulares para según él, ser autodidacta, porque en todo caso, nadie lograba complacerlo, nada lograba interesarlo lo suficiente; ni sus padres, ni sus empleados, ni sus deberes escolares. Los compañeros solían tenerle terror y a los otros padres no les gustaba que estuvieran con él, por lo que siempre estaba solo, comía solo, estudiaba solo, se sentaba solo, pero lejos de entristecerlo, le gustaba, amaba ver la angustia en los compañeros que lo sentaban a su lado.
Sin embargo un día, mientras discutía con la poca lluvia que estaba entorpeciendo su andar, el frío que azotaba sus blancas mejillas y el rocío que no dejaba de posarse en las hojas de los árboles, lo vio.
—¿Por qué lloras? —salió de la boca del frío chico.
El otro no respondió, simplemente señaló hacia el frente para cubrirse una vez más los ojos con ambas manos.
El mayor siguió la señal con su mirada y notó lo que el otro señalaba, el pájaro al cual él mismo le había disparado con una piedra en el receso anterior, había muerto, estaba llenándose de bichos; era obvio que moriría, no es como si él pudiera fallar un tiro. No pudo evitar esbozar una sonrisa e incluso anotó mentalmente que le había dado a una distancia considerable, bastante increíble, a su parecer.
Pero entonces el otro niño empezó a llorar más fuerte y aunque Sicheng se encogió de hombros para reanudar su caminata, algunos pasos después se detuvo. Lo miró nuevamente y retrocedió solo tres pasos.
—¿Por qué lloras por ese animal? Todos moriremos igual.
El niño levantó su rostro mientras se limpiaba las lágrimas de forma inútil, se puso de pie mientras se acomodaba su boina y abrazó, sin siquiera pedir permiso, al más alto. —Alguien le ha hecho daño —dijo entrecortado—. ¿Por qué?
Lo que sintió Sicheng de solo oírlo no alcanzó a dejarle ver en todos los problemas en los que se metería luego de eso. Nadie nunca se había atrevido a tocarlo, todos le tenían terror, incluso cuando solo llevaba unos pocos meses en ese colegio, ¿cómo era posible que el otro niño no supiera que podría enviarlo a enfermería una vez se separara? No solo él se hacía esa pregunta, todos sus compañeros alrededor también, estaban seguros que una vez el pequeño chico de piel nívea se separara, el otro se le iría encima y lo molería a golpes, no era la primera vez que pasaba de todas formas.
El patio entero estaba inmovilizado, a la espera de la agresiva respuesta del otro por haberse atrevido a arrugar su uniforme.
Pero no pasó.
—¿Cuál es tu nombre? —su voz seguía sonando igual de tosca y fría como siempre.
El pequeño cuerpo del otro niño se movía sutilmente contra su pecho. —Re-Renjun, Huang Renjun.
Miró hacia abajo y notó su gorro. Tenía un tirante de color celeste, quería decir que seguía perteneciendo a primaria, y normalmente esos son los que más miedo le tenían, pero algo estaba pasando con su recién conocido.
—Bueno, Renjun, deja de llorar por estupideces.
Solo lo quitó y siguió caminando.
A sus espaldas escuchó el llanto del niño hacerse más pronunciado, y notó como los maestros caminaban velozmente a él, en búsqueda de alguna herida en su pequeño cuerpo, alguna cortada o hematoma. Fueron todos sorprendidos al notar que estaba en perfectas condiciones.
Caminó lejos del lugar con total tranquilidad. Subió algunas escaleras, dobló algunas esquinas, y una vez estuvo lo suficientemente lejos de ahí —lo suficiente pero no tanto—, se recostó a la pared y se tocó el pecho, era raro el latir de su corazón, también el sudor de su frente.
—Renjun... —musitó mirándolo por la ventana—. Huang... Renjun.
Sin saberlo, a partir de ese día, el colegio sí empezaría a llamarle la atención, más de lo que en algún momento él pudiera admitir. También se hizo una nueva anotación mental: No matar más pájaros.
—Chenginnie, di ah~ —posiblemente el chico fuera más dulce que el mismo postre que estaba brindando.
—¿Cuándo dejarás de llamarme así, Huang? —abrió la boca mientras recibía el postre—. Me desesperas.
Renjun hizo un falso puchero. —¿Aún te molesta? —o quizá no era falso—. Perdón... —dijo en voz baja.
Y con cualquier otra persona no habría importado.
—Joder... —musitó Sicheng mientras rodaba los ojos y se maldecía internamente por lo que haría.
Pero era Renjun.
—Ven aquí —rodeó la cama para ubicarse atrás de él, dándole un abrazo por la espalda y enterrando su nariz en su hombro—. Olvida lo que dije, ¿está bien? —besó cortamente su cuello y acarició su suave piel con la punta de su nariz—. Está delicioso tu postre —susurró en el oído del otro.
Siempre fue Renjun.
Estación de Otoño: No disponible.
♥ Gracias por su atención ♥
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Otoño. Vuelve a mí [Nomin] [Invierno].
RomanceAlguien con una sonrisa gentil y ojitos de media luna, nació en primavera, con el fin de marchitarse. Pero su hilo lo conectó con alguien más. Ese alguien de sonrisa amplia y ojos que brillaban como estrellas, nació en otoño, con el propósito de f...