CAPÍTULO VEINTICUATRO.
2000.
El jardín estaba completamente florecido, aunque el desastre del otoño ya empezaba a hacerse sentir. Algunas flores se mantenían de pie, con orgullo, otras, sin embargo, yacían en la hierba recién cortada.
Las aves ya se guardaban en sus refugios, empezaba a anochecer.
Pese a que estaba el cielo estaba un poco oscuro, las farolas se encargaban de alumbrar perfectamete los senderos del lugar. Los altos pinos hacían lucir aquel sitio elegante, imponente.
El lago aún reflejaba los últimos rayos que todavía acariciaban la tierra.
La vista era hermosa, y nadie podría negarlo.
El pequeño de ocho años, Na Se Hun, se encontraba cerca a la fuente, jugando solo, como era costumbre. Su madre lo observaba sentada en el balcón de su habitación con dulzura, mientras le cepillaban el cabello de forma mecánica.
Todo en aquella mansión era pacífico y armonioso.
Sintió que jalaron el cabello levemente al observar a Su Ho cerca de su hijo, y a su madre, la sucia maestra de equitación, que se le había metido por los ojos a su esposo. Dándole clases a su pequeño, engatusó a su hombre, hasta que logró su cometido, embarazarse de él.
Levantó la mano y la ama de llaves se acercó a ella, casi que de inmediato. —Dígame, mi señora.
—Dile a la niñera que no deje que se acerque a mi hijo esa criatura infeliz. No quiero que lo ensucie.
—Como ordene, señora.
Escuchó los pasos alejarse, luego vio a la ama de llaves abajo, hablando con la niñera. La niñera asintió y se acercó a Se Hun, separándolo de Su Ho. La otra madre no entendió lo que pasó, pero al cruzar su mirada con la ama y señora de la casa, lo comprendió todo, así que se llevó a su hijo de ahí.
—Maldita oportunista.
Krystal era una hermosa mujer, codiciada por los hombres de la sociedad. Tenía lo que muchas mujeres hubieran querido tener: Belleza, inteligencia, fortuna, hombres.
Solo había un detalle que ella no tenía, sin importar cuánto se esforzara, no lo tendría jamás.
—Señora... Na —habló dudando la mucama que se encontraba peinándola-. Ya...
Su voz fue interrumpida por el llanto de un bebé. Su llanto inundó hasta el rincón más inhóspito de esa mansión. No hubo un lugar al que el horrible chirrido de la pequeña bestia no hubiera llegado.
Nunca tendría el amor de su esposo.
Menos ahora.
Acababa de nacer el hijo de la mujer que su esposo amaba.
Na Jae Min. 13 de agosto de 2000.
—Es tan precioso, ¿vieron sus ojitos? —dijo la de la cocina.
—Minutos después de haber nacido ya estaba sonriendo —comentó la que barría.
—Se ve que el bebé será un ser muy dulce —declaró la del polvo.
Se podía oír de la servidumbre. No habían parado de hablar de esa horrible criatura desde el momento en que sus pulmones recibieron oxígeno.
Krystal debía verlo.
—Dame mi salida.
La mucama corrió a ponérsela. Se sabía que la señora Na odiaba a aquella muchachita que se había colado en su cama. No querían ponerla de mal humor ahora. —¿Algo más, señora Na?.
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Otoño. Vuelve a mí [Nomin] [Invierno].
RomantiekAlguien con una sonrisa gentil y ojitos de media luna, nació en primavera, con el fin de marchitarse. Pero su hilo lo conectó con alguien más. Ese alguien de sonrisa amplia y ojos que brillaban como estrellas, nació en otoño, con el propósito de f...