Soltando todo

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- Ruki-nii-chan-. Ruki abrió sus ojos al escuchar el apodo de su infancia. Todos los demás observaron a Mei.

- ¿M-Mei?-. Murmuraron los Mukamis al mismo tiempo ganándose la mirada de todos los presentes hasta los de su amiga de la infancia. Mei.

El silencio se apoderó del lugar, todos contenían la respiración, Mei miraba con odio a sus "amigos de la infancia" mientras que ellos la miraban sorprendidos.

- Me abandonaron-.Masculló con rabia. Tenía los puños apretados al igual que su mandíbula, estaba roja de la furia.

Después tantos años conteniendo el odio y la pena por fin podría soltar todo y mandarlos al demonio, tratar de que se arrepientan de haberla dejado sola, sin amigos ni familia.

- ¿Mei, eres tú?-. Preguntó dudoso Yuma. La azabache enrojeció de furia, sus nudillos se había vuelto color blanco por tanto apretar y sus dientes rechinaban.

- ¡¿Quién más, idiota?!-. Gritó la azabache.

- Mei detente-. Subaru y Shu la detuvieron de un brazo cada uno. Mei trató de liberarse.

- ¡Déjame! ¡Déjame! Ellos son los culpables de mis pesadillas-. Gritó mientras intentaba zafarse del agarre de Subaru.

- ¿Podrían explicarnos que pasa aquí?-. Preguntó Reiji mientras se acomodaba los lentes.

Mei paró de golpear y escondió su rostro bajo su flequillo, Subaru y Shu fueron soltando su agarre dudosos.

Los Mukamis miraban a Mei, habían pasado tantos años desde la última vez que la vieron, estaba tan grande, su cabello habia crecido mucho, se había echo toda una mujer...ya no era la pequeña niña que ellos conocieron. También su actitud cambió cuando eran pequeños ella siempre llegaba y los abrazaba pero hoy ella solo les echo en cara haberla abandonado. Cambió y mucho.

- Cuando era pequeña, siempre pensé en suicidarme y acabar con mi sufrimiento...no sabía nada de mi familia, el apellido que tengo me lo pusieron en el orfanato, tampoco sabía de donde venía ni como carajos llegué al reformatorio-. Hizo una pausa - Nos obligaban a trabajar y a estudiar, no de manera dulce, los trabajos eran pesados y el estudio era una pérdida de tiempo-. Tragó dolorosamente pues la garganta le dolía mucho.

- Cuando llegamos al orfanato, nosotros cuatro hicimos amistad muy rápido-. Ahora era Kou quién hablaba - Estabamos caminando por el jardín, cuando vimos una niña-. Observó a Mei - Ella hablaba con su gato, nos pareció tierna-. Sonrió melancolicamente.

- Hicimos amistad con ella, solíamos hacer caminatas nocturnas, contábamos las estrellas-. Dijo Azusa - La pasabamos bien con ella-. Mei seguía cabizbaja.

Todos prestaban atención al relato que estaban narrando los Mukamis y Mei pero aún no sabía el porque tanto odio hacia ellos.

- Un día cualquiera llegó Karlheinz, nos hizó una propuesta-. Todos miraron a Yuma para que dijera la propuesta. - Karlheinz nos ofreció convertirnos en vampiros para vengarnos de los del orfanato-. Miró a Mei - Pasamos mucho tiempo pensándolo y al final decidimos que si-. Respondió

- Pasamos todo el día con Mei pero cuando regresamos al reformatorio Karlheinz nos esperaba ahí-. Habló Ruki - Llegó antes de lo esperado tuvimos que irnos-. Dijo amargamente.

Todos mantuvieron el silencio, Yui no podía creer que ellos se conocieran de niños.

- Ahí fue-. La azabache rompió el silencio - Donde Ruki me hizo la promesa-. Alzó la cabeza dejando ver sus lágrimas - Una promesa que nunca cumplió-.

- ¡Iba a hacerlo!-. Se defendió Ruki

- ¡Pero no lo hiciste!-. Bramó la azabache

- ¡Cuando fui a buscarte ya no estabas!-. Gritó el azabache.

- ¡Por qué tuve que hacerlo-. Dijo Mei.

¿Había dicho que la había ido a buscar? No podía ser posible. Ellos la abandonaron sin piedad, él no pudo ir por ella, simplemente no era creíble.

Azusa corrió hasta Mei y la abrazó fuertemente, la había extrañado tanto, ella siempre le contaba cuentos de niño, ella siempre le pedía que no se cortara pero desde que la dejaron no había nadie que se lo evitara.

Mei sintió el frio cuerpo de Azusa, la abrazaba, él la abrazaba. Las lágrimas se empezaron a ver en borde de los ambarinos ojos de la azabache. No aguanto más y lo abrazó con tanta fuerza que ambos cayeron incados en el suelo. Las lágrimas corrían por los ojos de ambos, después de tantos años se volvían a encontrar.

Los demás hermanos miraban como Azusa abrazaba a Mei, querían ir también pero sabian que Azusa era quién más lo necesitaba. Para Azusa, la azabache no era su hemana sino como la mamá que nunca tuvo.

- ¿Por qué no regresaron? -. Susurró Mei después de separarse de Azusa.

Necesitaba sabe porque ellos no volvieron. Era una pregunta que siempre la perseguia desde que escapo del orfanato.

- Ya te dije que si fuimos-. Respondió Ruki. La azabache enrojeció de nuevo.

- ¡Pero lo hicieron tarde!-. Bramó -¡Tu no fuiste quién vivió con esos monstruos casi toda tu vida! Escape y por culpa de eso...¡Tengo cicatrices en mi espalda! -. Alzó la camisa roja que llevaba puesta dejando al descubierto su espalda. Tenía marcas de látigos. Yui gimió horrorizada al ver la piel blanca de Mei.

- Yo también las tengo-. Susurró cabizbaja Ruki. Alzó su camiseta al igual que Mei dejando ver marcas más grandes que las de la azabache.

- ¿Cómo?-. Preguntó temerosa

- Cuando fui a buscarte ellos...ellos me vieron y me golpearon pero pude escapar-. Dijo mientras levantaba su cabeza.

¿Lo había herido por ella? Tenía cicatrices más grandes que ella pero eran más escasas que las de la azabache. Eran exactamente cinco mientras que las de Ruki son tres. Temerosa se fue acercando hasta que las yemas de sus dedos tocaron la cicatriz más grande. Él se sobresalto al sentir la suave piel de Mei.

- Lo siento-. Susurró mientras observaba los ojos de Ruki que alguna vez en su niñez le fascinaron.

Cuando era niña, tenía sentimientos mas allá de la amistad por Ruki. A todos los veía como sus hermanos pero a Ruki lo había con otros ojos pero ahora el sentimiento ya no existía juraría que sentía lo mismo por Subaru pero necesitaba más tiempo para asegurarlo

- Y-yo debo irme-. Corrió fuera de la habitación hasta llegar a la habitación de Yui donde cerró la puerta de un solo golpe.

Agarró las sábanas de la cama y las arrojó al piso, caminó presurosa hasta el escritorio de Yui donde lanzó todo lo que había en el al piso. Se miró en el espejo estaba roja de furia, las aletas de su nariz estaban ensanchadas y sus ojos tenían lágrimas que ya no salía de sus ojos.

Le pegó un puñetazo al espejo, lastimando su mano al incrustarse los vidrio. La sangre empezó a correr por su brazo, agarró el escrito y lo lanzó hacía el suelo pero entonces vio que el enorme escritorio se dirigía a su gato Nyu.

- ¡Nyu!-. Gritó y se lanzó a su rescate. Lo agarró en sus brazos y se corrió para que el mueble no la golpeara.

El lugar estaba echo un desastre, solo se podía escuchar un leve sollozo de una joven.

Mei abrazó a su gato, seguía vivo, casi lo mata. Empezó a llorar amargamente mientras abrazaba a su felino amigo.

Dejaría que todo pasará, dormiría y mañana enfrentaría a los Mukamis aunque sea lo último que haga.

Continuará.....

♥Atrapado por tu amor♥ [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora