𝑨𝑴𝑵𝑬𝑺𝑰𝑨 [𝑲𝒐𝒐𝒌𝒎𝒊𝒏]

Capítulo 8

El sonido de la cerradura siendo quitada fue el único sonido que JiMin logró escuchar.

JungKook abrió lentamente la puerta, dejando a la vista uno de los espacios que más apreciaba.

— ¿Qué es este lugar? — preguntó inevitablemente.

— Como te había mencionado, eras un excelente bailarín, tú y tu amigo eran compañeros en la universidad. Eran los mejores alumnos, siempre eran los primeros, pero para mí siempre fuiste tú el que brillaba más... Cuando nos mudamos juntos, te regalé esta habitación para que practiques todo lo que aprendías, mandé a remodelar este lugar con espejos en la paredes, fue tu idea poner un piano aquí...

— ¿Sé tocar el piano? — preguntó pasando sus dedos por cada tecla.

— Yo lo sé hacer.

Los ojos de JungKook brillaban con fascinación, mientras se acercaba al piano.

Sus dedos danzaban sobre las teclas, creando melodías cautivadoras que llenaban la habitación con su magia. Cada nota era ejecutada con destreza y pasión, mientras su rostro reflejaba la concentración y el deleite de sumergirse en el arte de tocar el piano.

A JiMin le fascinaba la imagen que estaba presenciando.

Cuando terminó, sus dedos se deslizaron suavemente sobre las teclas, dejando en el aire una melodía que resonaba con delicadeza.

— ¿Recuerdas esa canción? — preguntó con una ligera sonrisa.

— No la recuerdo. Pero siento que ya la había escuchado antes. — afirmó mientras observaba a JungKook. — Cada vez que veo tu rostro, mis ojos inevitablemente van hacia aquella cicatriz que te hice. — dijo tocando la mejilla del azabache.

Sus manos lo tocaron, y en el breve roce de sus pieles, una chispa eléctrica surgió, recorriendo sus cuerpos como una corriente intensa.

Justo cuando JungKook estaba a punto de abrir la boca para hablar, el sonido del teléfono celular resonó en la habitación, interrumpiendo su voz antes de que pudiera pronunciar una sola palabra.

— Discúlpame... — dijo sujetando delicadamente las manos de JiMin.

El castaño asintió, vio como JungKook se levantaba y se retiraba de la amplia habitación para dejarlo solo y en completo silencio.

Ante la repentina ausencia del azabache, decidió observar cuidadosamente el lugar.

Después de todo era suyo.

El amplio salón con espejos que reflejaban la luz suave y cálida, el suelo de madera pulida donde antes solía deslizarse con gracia.

Tan solo imaginarse a él mismo bailando en aquel lugar, lo hacía sentir una inexplicable felicidad.

— JiMin. Tengo que irme a un lugar, pero antes te voy a mostrar algo que sé que te gustará ver... — dijo extendiendo su grande y firme mano a JiMin.

JiMin dudoso asintió y tomó sus manos.

Cuando JungKook está cerca de JiMin, su corazón se convierte en un torbellino de emociones opuestas. Por un lado, siente una poderosa atracción que lo hace palpitar y sentir mariposas en el estómago. Pero al mismo tiempo, la duda y el miedo se arrastran sigilosamente, creando una sensación de inseguridad y confusión.

Es como si estuviera caminando por un campo minado emocional, donde cada paso puede llevarlo hacia la dicha o hacia el desastre.

— Espera aquí. — dijo JungKook entrando en su despacho.