VI

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La tecladista entró apresuradamente en la habitación de su compañero, con una expresión de preocupación evidente en su rostro. No pasó desapercibido para Cirrus que Sodo aún estaba rojo y visiblemente agitado, lo que inmediatamente la hizo sospechar que algo inusual había ocurrido.

— ¿Qué le hiciste? — inquirió con la mano en la cintura, su tono denotaba claramente su molestia.

Swiss se defendió torpemente, sintiéndose incómodo ante la mirada acusadora de Cirrus.

— Nada, solo le dije que se quedara quieto — balbuceó el mayor, buscando excusas en su mente.

Cirrus no estaba dispuesta a aceptar una respuesta tan simplista y respondió con brusquedad:

— Pinche chango mierdero, ¿quieres que crea eso? — se aproximó con agresividad a Swiss y lo agarró del cuello de su camisa.

Swiss, sintiéndose atrapado, se apresuró a defenderse.

— Mierda, Cirrus, fue él esta vez, te lo juro.

Cirrus, sin embargo, no estaba convencida y se dirigió hacia las maletas de Sodo, donde comenzó a buscar frenéticamente. Finalmente, encontró lo que estaba buscando.

— Pues claro que fue él, mira lo drogado que está — espetó mientras sostenía unas pastillas calmantes en su mano.

Swiss se sintió culpable y desbordado por la situación. Sabía que había cometido un error al involucrarse con Sodo, y ahora las consecuencias estaban frente a él.

— Bueno, ¿puedes encargarte tú de esto? Me siento mal por todo esto, y siento que se me está subiendo de nuevo, ya fue demasiado — murmuró Swiss, con un deje de arrepentimiento en su voz.

Cirrus miró a Swiss con una mezcla de enojo y cansancio. Asintió con la cabeza, indicándole que debía abandonar la habitación de inmediato y dejarla a ella con Sodo.

— Oye, amigo, ¿qué pasó? ¿Estás bien? — Aether emergió de su habitación al escuchar el alboroto.

Swiss solo pasó a su lado ignorándolo, notó la tensión en el ambiente y retrocedió al sentir la presión de las feromonas de Swiss y la intensidad de su aura. Aether sabía que algo no estaba bien, pero en ese momento, Swiss necesitaba espacio y tiempo para procesar lo que sea que haya sucedido.

Al día siguiente, Sodo se despertó en su habitación, notando la presencia de Cirrus a su lado y que él mismo estaba semi desnudo. Confundido y alarmado, se incorporó rápidamente, despertando a su compañera de cuarto en el proceso.

— ¿Qué pasó, Cirrus? — preguntó con voz nerviosa mientras levantaba a la contraria con brusquedad.

Cirrus, aún adormilada, se acomodó de nuevo en la cama y bostezó antes de responder.

— Ah, tranquilo, no fui yo — murmuró con somnolencia.

— ¿No fuiste tú? ¿Qué estás hablando? — de repente, los recuerdos de la noche anterior comenzaron a aflorar en la mente de Sodo, algunos borrosos pero lo suficientemente claros para comprender lo que había ocurrido — No puede ser, mátenme.

— ¿Tuvieron sexo? — preguntó Cirrus con curiosidad, ya que solo sabía que Swiss había pasado una parte de su celo con Sodo.

— ¿Qué? No, pero igual esto no deja de ser malo — se vistió rápidamente y salió de su habitación, dirigiéndose a la de Swiss, dejando a su amiga en su propia perplejidad.

Swiss se encontraba en la recepción del hotel, junto a Aether, esperando ansiosamente un paquete que les habían entregado. Aether le indicó a Swiss que fuera a su habitación mientras él se ocupaba de algunas tareas pendientes. Swiss asintió y se encaminó a su habitación, aunque se sentía preocupado y avergonzado por lo que había sucedido la noche anterior. ¿Cómo podría mirar a Sodo después de lo que habían hecho?

En la habitación, una voz lo sacó de sus pensamientos.

— Explícate — dijo Sodo, y Swiss se sobresaltó al ver al menor en su cama, sentado con las piernas cruzadas. La mirada de Sodo era fría, más fría de lo que Swiss había visto antes.

— Sodo, de verdad, disculpa, olvidé tomar mis pastillas y mi celo es demasiado fuerte... No quería...

— ¿No querías? — Sodo interrumpió con una sonrisa pícara en el rostro, mientras deslizaba sus dedos por la camisa de Swiss.

— ¿Sigues drogado? — Swiss trató de retroceder, sintiéndose incómodo ante la cercanía de Sodo.

— No, Swiss, no te la chupare... al menos, no por ahora — Sodo arrinconó al mayor contra la pared.

— Basta, Sodo, si esto es una especie de venganza, lo acepto y me disculpo sinceramente. Cometí un error.

El mayor solo recibió un beso por parte de Sodo, y aunque trató de resistirse inicialmente, no pudo evitar corresponderlo. Sus manos se relajaron y tomaron la cintura de Sodo, acercándolo aún más, profundizando el beso.

— Swiss, eres sexy, lo digo en serio — Sodo mencionó mientras aún estaba cerca de él — No negaré que estoy molesto porque usaste tus feromonas en mí, pero, por alguna razón, el hecho de que hayan sido las más fuertes que he sentido me convenció de algo que había querido durante mucho tiempo.

— ¿De qué estás hablando? — Swiss retrocedió, dejando espacio entre ellos, y observó a Sodo con curiosidad.

— Mira, Swiss, la verdad es que, aunque controlo mi celo, soy una persona muy... ¿cómo decirlo? "Horny" — Sodo explicó mientras se servía un vaso de agua y tomaba la caja que Swiss había traído — Necesito algo más que simplemente hacerlo por mí mismo. Esta gira será demasiado larga, y ahora sé que tus supresores — miró el contenido de la caja — son de los más fuertes y, por lo que escuché alguna vez, de los más molestos.

Swiss asintió, entendiendo a lo que Sodo se refería. Esos supresores tenían efectos secundarios incómodos, pero eran necesarios para mantener su control. La mente de Swiss procesaba todo lo que acababa de escuchar. 

— ¿Y cuál es tu punto? — Se acercó a él; la diferencia de altura lo obligaba a mirarlo desde arriba.

— Como tú dijiste ayer, debemos ayudarnos, ¿no crees? — Con una mirada, indicó que abriera la boca. El mayor obedeció y sacó la lengua, tomando la pastilla en ella — ¿Aceptas?

Primera de muchas (Swissxsodo Omergaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora