Parte 23

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*Narrador*

Los días para Rivers se hacían mas cansados conforme iba avanzando a la fecha, ya era Mayo, faltaban menos de dos meses para que fuera el gran día.

Poco a poco veía como todo iba dando fruto, como todo iba saliendo bien, todo iba según lo planeado. Iba viendo los resultados en su peso, en su cuerpo, y hasta en su rutina diaria, todo había cambiado, claro, para bien.

Como todas las personas, tenemos nuestros momentos de debilidad, en los que no podemos más, en los que nos desmoronamos, en los que nos caemos, y sentimos que nadie está ahí.

Samanta, tuvo varias de esas, en los que sentía que todo iba mal, que nada estaba bien, pero claro, los malos días, son solo eso, malos días. 

Y por suerte, ella había encontrado un amigo en aquel que era su entrenador, que podía aconsejarle, que podía servirle de apoyo moral cuando estaba bajoneada, nadie como él podría entenderla, él había estado en esa situación de preparación, y sabe que puede ser cansado tanto emocionalmente como físicamente. Esa era la razón por la cual él había dicho que era una buena idea la de entrenar con amigos, porque sabia que ellos podían también ayudarla, alentarla y  darle apoyo en todos sus entrenamientos.

Una noche de esas, de depresión, donde algunas lagrimas caían por sus mejillas, ella tenía algo, podemos llamarlo suerte, o destino, pero había algo que hacía que esa persona apareciera en el momento exacto, cuando más la necesitaba. 

Escuchó como la puerta de su departamento se abrió, limpió rápido sus mejillas y sus ojos, no queriendo dejar rastros de sus lagrimas, y salió a ver de quien se trataba, y vio una sonrisa, que a pesar que hayan pasado tantos meses, le siguen estremeciendo cuando la ve. 

F: Hola linda, lo siento por entrar sin avisar, pero- dijo Félix sonando apenado, pero llevaba bolsas en mano, siendo interrumpido por la menor.

S: Ya sabes que no debes disculparte, es mi casa, es tu casa, eres bienvenido cuando quieras- no dejando que terminara de decir lo que quería decir, dejo un suave besos en sus labios, que tenían sabor a menta.

Dejó las bolsas sobre el desayunador de la cocina, para poder abrazar a esa pequeña y delgada chica, poniendo sus brazos alrededor de su cuerpo, dejando que su cuerpo se acoplara al de ella. Él no sabía, pero ella, ella necesitaba tanto ese abrazo, un abrazo de un lugar seguro, un abrazo reconfortante, un abrazo que la hiciera sentir bien. Y ella no sabía, que él la conocía muy bien, y había notado como sus ojos estaban un poco más rojos, sus mejillas más rosadas de lo normal, y las mangas de su sudadera tenían un poco de humedad. 

Ella necesitaba ser reconfortada, y él ama estar ahí para ella.

S: ¿Qué me trajiste?- dijo Samy de repente, soltando el abrazo y alejándose de su pareja.

F: Ahh eso, te traje algunas cosas que te faltan en la alacena y en la cocina, trate de hacer un poco de super para ti, estas demasiado ocupada estos días, solo quiero facilitarte un poco lo básico, si te hace falta algo más, no dudes en decírmelo y lo traeré mañana- dijo él sintiéndose orgulloso de su trabajo, bien dicen que un hombre enamorado siempre trata de resolverle la vida a su amada, y eso era algo que Félix amaba hacer por Samy, hacerle las cosas más fáciles, ayudarle en todo lo que pueda, y darle la mayor atención posible, era un hombre enamorado.

S: ¿Trajiste maruchan?- lo amenazó con un dedo, en lo que el pelinegro asintió- ¿y salchichas?- dijo ahora apuntándolo más de cerca, él volvió a asentir, y ella sonrió muy orgullosa, él conocía como ella amaba cocinar su sopa instantánea de manera, para muchos, extraña, pero para ella deliciosa.

F: Te conozco Samanta, no debes de dudarlo, sé como te gusta la comida, eres muy quisquillosa con eso, no te gustan algunas texturas, a veces sueles tener el paladar de un niño de 5 años, aunque te gusta la comida asiática- dijo entrecerrando los ojos mirando de manera amenazadora a su pareja.

No soy yo/ RiversggDonde viven las historias. Descúbrelo ahora