Capítulo 25: La prometida del Kazekague

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Habían pasado tres días desde que partieron de la aldea de la hoja, Kaoru, su equipo y el hermano mayor del Kazekague estaban nuevamente en el decierto. Luego de llegar a la aldea Kankuro y ella se separaron de su equipo y siguieron rumbo al edificio del Kazekague donde tambien se encontraba el que sería a partir de hoy su nuevo hogar.
Entraron sin mas a la casa, Temari y un asistente los esperaba en la entrada.

Temari- Bienvenido hermano.
Kankuro- Hola Temari.
Temari- Bienvenida a ti tambien mi querida nueva hermana. Al fin un poco de compañia femenina en esta casa. A veces me siento muy sola ahogada ante tanta testosterona, ven Kaoru voy a enseñarte tu nueva casa.
Era una casa muy grande llena de pasillos y habitaciones.

Temari- Me tome el atrevimiento de comprarte algunas cosas, lo suficiente para que estes comoda en tu nueva habitación.
Kaoru- ¿De quien es la de al lado?
Temari- Es la habitacion de Gaara, son habitaciones contiguas.

Su habitacion era el doble de tamaño que la de su casa en la aldea de la hoja, había una cama grande y un gran armario como muebles principales, dos mesas de luz y cortinas, no había decoracion alguna. Había dos puertas mas una daba a un baño que para Temari parecía pequeño, pero no lo era. La otra puerta no hizo falta preguntar que era ya lo sabia, no la abrió.

Temari- ¿Quieres ver la habitación de Gaara? No creo que se moleste si ambas entramos.
Kaoru- No creo que sea prudente escrutar su habitacion.
Temari- Que aburrida ¿No sientes curiosidad? Bueno supongo que podras entrar cuando quieras desde aquí.
Kaoru- Preferiría que se mantuviera cerrada esa puerta.
Temari- De acuerdo, de todas formas cuando se casen también será tu habitación.
Kaoru- Claro.
Temari- Bueno yo tengo cosas que hacer, ponte comoda ahora esta es tu casa. Gaara y los del consejo llegarán por la noche, así que no creo que te llamen para una reunión hasta mañana.

Temari cerró la puerta y reinó el silencio. Kaoru miró a su alrededor, se sintió muy ajena a todo ese lugar. Era una casa lujosa y llena de comodidades sin lugar a duda pero no sentía que fuera un hogar.
Había vivido un año en la aldea de la arena y se había acostumbrado a su clima desertico al inmensurable calor matutino y a las frías noches estrelladas. Se acostumbró al clima seco, a pelear en condiciones inhospitas sin una gota de agua cerca de ella para poder usar su ninjutsu, a tener arena en sus pies y en su ropa, a ver a la gente de la arena cruzarse en su camino saludandola de buena gana o maldiciendola en secreto.
Pero incluso ahora despues de haber estado tanto tiempo allí, esa casa le resultaba desolada. No quería ser injusta con sus habitantes, los tres hermanos eran aleados de la hoja, amigos de sus amigos y personas de su agrado.
Temari se había convertido en su amiga, en una gran compañera. Kankuro le caia bien y a pesar de las advertencias de su propia hermana no creía que el tuviera un interes realmente habido hacia ella, estaba segura que con el tiempo tambien llegarían a tener una relación de amistad. Y Gaara... suspiró cancinamente.

Kaoru- Será mi esposo.

Se sentó en la cama y medito esas palabras que seguían resonando en su mente. Ya estaba allí en la que a partir de ahora sería su nueva aldea, podía verse a si misma vestida de forma tradicional con un traje blanco y el cabello recogido, podía ver a sus amigos sentados frente a ella sonriéndole, podía ver al consejo regodeandose sobre sus planes bien ejecutados pero a su lado no veía al Kazekague, por mas que se esforzara no podía imaginarse una vida a su lado.
Cerró los ojos un momento y se recostó en el lugar.
Ojos color plata la miraban, le sonreía, justo frente a ella, estaba tan cerca que casi podía sentir el olor de su cabello, menta freca.

Abrió los ojos de golpe y se encontró en un lugar desconocido, tardó unos minutos en asimilar en donde se encontraba. Todo estaba oscuro ¿Cuanto tiempo había estado durmiendo? Se sentó en la cama y sintió un ruido fuera. Se asomó por la ventana y vió la luna a lo alto y el cielo estrellado, sonrió era algo que si le gustaba de esa aldea. Subió al techo dispuesta a contemplar el cielo estrellado un rato para poder despejar su mente, cuando vió al causante de aquél ruido que la alertó en primer lugar.

Una novia para el Kazekague Donde viven las historias. Descúbrelo ahora