Tiempo

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La verdad es que mi psicóloga decía que a mi me encantaba resguardarme en mi coraza de "no tengo tiempo" o "no lo necesito, no lo quiero" para en realidad no enfrentar el hecho de que era una persona que quería y necesitaba afecto, como todo el mundo. Lexie sabía cuánto había querido tener ese romance cursi adolescente, porque sinceramente era una romántica empedernida, y que lo confirmen mis libros de romance, las películas con las que lloro cada noche y mis cartas escritas al aire, porque no se las entregaba a nadie, claro estaba.

Con el tiempo, pensé que tal vez ese no era mi momento y justo cuando me resigné, conocí a Ethan. Ethan entró en nuestro último año estudiando, era de familia extranjera por lo que estaba cursando solo ese año y se iría de regreso. Me gustaba mucho, hablábamos siempre, era todo un príncipe conmigo. Su madre me tenía un puesto en su mesa cada noche y mi abuela le tejía gorros. Todo el cuento de película por fin había llegado. Me sentía enamorada de el.

Ethan tenía el pelo largo y negro azabache, era alto, no tan musculoso pero tenía su cuerpo trabajado y su piel bronceada dejaba al descubierto su lado playero. No le gustaban los ruidos fuertes, así que solíamos sentarnos a comer en la parte de afuera de la escuela ya que era tranquilo y muy cómodo.

Un viernes, luego de la clase de literatura y antes de entrar a química, íbamos por el pasillo y entrelazó nuestras manos, aunque me incomodó no le dije nada, así que sólo volteé a verlo, me sonrió y así como si no hubiese nadie a nuestro alrededor, me besó. Fue un beso inocente de colegio. Yo estaba en las nubes de lo enamorada que estaba, fue probablemente el mejor día de mi vida para ese momento.

Estuvimos saliendo todo el lapso. Nunca me hizo la pregunta pero asumí que teníamos algo importante. A mi me encantaba lo que teníamos pero quería dar el siguiente paso, no podía llevarlo a casa si no éramos novios oficiales, por una cuestión de cultura, más que todo. Un día, mientras estábamos en su casa —el estaba jugando Call Of Duty y yo estaba revisando mi teléfono— una chica que estudiaba un curso menos que nosotros pero en otro colegio, subió dos fotos con él, en una estaban abrazándose y en la otra salía dándole un beso.

Estaba en shock. No escuchaba nada que no fuesen los latidos fuertes de mi corazón y tenía esta típica presión en el pecho que sientes cuando te enteras de algo que no querías saber. Estaba claro que estaban saliendo, no andas dándote besos con cualquiera, además ya era público, porque lo publicó en sus redes. En ese momento, creí que había una exclusividad, tal vez aún no éramos novios oficiales pero por lo menos yo no salía con nadie, ni me veía con nadie más que no fuese el. Fue la peor traición que pude sentir y el estaba ahí, jugando plácidamente. Estaba sin camisa y con un mono gris, su respiración subía y bajaba con tranquilidad y de vez en cuando gritaba por el
juego. Su teléfono estaba a su lado y no lo tenía boca abajo, bloqueado o algo así, de hecho ni tenía case, no podía importarle menos.

Yo llevaba un pantalón negro y un suéter azul marino. mi pelo recogido en una llamativa cola por la forma de mi pelo, mis medias fucsias eran lo único que llamaban la atención de ese outfit y mientras mi corazón se iba partiendo en pedazos, pensaba en esas medias.

Si me hubieran visto con esa ropa, pensarían que era alguien clásico, serio, no me gustaba llamar la atención y hasta tranquilo. Pero si quitaban mis zapatos negros, iban a notar que mis medias fucsias eran muy llamativas, con dibujitos de nubes azules y caritas felices amarillas, entonces notarían que era alguien infantil, alegre, amable. ¿por qué si el conocía ambas facetas de mi, decidió que lo mejor era mandar todo a la mierda? y así, de la manera más tranquila.

Hubiese preferido verlo borracho en una fiesta, besándose con frenesí y con la chica en su regazo. Hubiese preferido verlo en la calle. Hubiese preferido que me dijera que no teníamos nada serio, entonces yo no estaría aquí, arrecostada en el centro de su cama.

Esa tarde, todo llegó a su fin, obviamente. Tuvo el tupé de decirme que no teníamos nada serio, que de hecho nunca había dado señales de que lo tuviéramos y que a decir verdad esa otra chica era increíble, por lo que por ahora no iba a «escoger a alguna», porque ya había tomado su decisión —supongo que no tengo que explicar cuál fue—, me regresé caminando a mi casa, porque el roce de la gente en el metro me incomodaba más que nunca antes. No creía lo que acababa de pasar hasta que cuando llegué a mi casa, mi abuela había tejido otro gorro para él, curiosamente era fucsia.

Con el tiempo lo superé, básicamente porque me obligué a eso. Tuve que seguir viéndolo pero esta vez ya no íbamos de la mano, no habían almuerzos afuera y mucho menos besos a mitad del pasillo. Lexie no me dejaba sola ni a sol ni a sombra y mi abuela siempre me hacía crepes para cenar. Efectivamente su relación con esa chica fue próspera los primeros meses, a ella si le hizo la pregunta y hasta se fueron de viajes juntos, la amaba, realmente lo hacía y no era necesario que alguien me lo dijera, era muy claro en la forma en que la veía y la trataba.

Con el tiempo, dejó de doler y dejé de llorar cada vez que lo recordaba. Una vez más me resigné a que mi romance adolescente no sería en la adolescencia, tal vez tendría un amor de veinteañera o capaz de treintañera, porque por los vientos que soplaban no había mucha posibilidad, pero yo qué sé, si los veintes son diez años, sólo bastan unos tres o cuatro meses para hacerme una ilusión o romperme el alma. Me encerré en trabajar y todo igual, hasta esos días, que Mason había llegado a mi vida de una forma poco convencional.

Entrada Solo Para Bonitos || Mason MountDonde viven las historias. Descúbrelo ahora