Capítulo 5

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La lluvia aún se escuchaba caer con fuerza, el sonido del viento zumbaba por entre las rendijas de las ventanas, las olas del mar rompían con violencia sobre la playa y algunos truenos retumbaban a la distancia.

Kai se levantó de la cama y miró por la ventana, las nubes aún se vislumbraban oscuras, los rayos partían el cielo de vez en vez.

Salió de su habitación, haciendo crujir un poco la puerta de madera gruesa, caminó hasta el cuarto de baño y después de ocuparlo, bajó las escaleras. El fuego de la chimenea de su habitación se había apagado, pero el hogar de la sala continuaba encendido. No había rastro de Soobin por ningún lado.

Caminó a la cocina y ésta se encontraba inmaculada. Las superficies de teca sobre las estructuras de caliza se encontraban despejadas, la hornilla estaba encendida. Él se acercó al armario de suplementos y lo encontró lleno, tomó una sartén de fierro forjado, un par de huevos y tocino y acercando el sartén a la hornilla comenzó a freír los huevos con la manteca y el tocino. Calentó la tetera en la segunda hornilla y justo cuando servía los platos, se dio cuenta de que Soobin se encontraba recargado en la puerta con los brazos cruzados y una sonrisa socarrona.

—No sabía que podías cocinar —dijo en broma.

—¿Otra cosa de la qué ignorabas que fuera capaz?  —preguntó usando el mismo tono sarcástico de Soobin.

Soobin se quedó estático por unos instantes.

—Ven a sentarte, anda —Kai suavizó la voz, sonrió y acomodó los platos sobre la barra, Soobin se sentó en el banco de madera y miró el plato, en verdad se veía apetitoso. él comenzó a devorar lo que Kai había cocinado.

Después de un rato que ambos degustaron de su comida, en silencio, Kai preguntó mirando su taza de té —¿No tienes café en tu alacena?

—El rey Yves te mandaría cortar la cabeza de tan solo mencionar la palabra café bajo su techo —Soobin le dio una mordida a su pan y sonrió masticando.

Kai sonrió —Sé que no debería ser así, pero en verdad amo el café, el rey Kang suele traer el más fino café desde islas lejanas— añadió.

—Claro — Soobin miró su taza con seriedad, pero no dijo más.

Kai lo miró por un momento en silencio, pero luego volvió a hablar —Perdóname por alterarme anoche, yo en verdad, no quería verme malagradecido, supongo que entre tú y yo aún hay mala sangre, por eso, reaccioné así.

—No hay problema, yo lo entiendo Kai —Soobin asintió —. Pero de verdad quiero que sepas que nunca fue mi intención hacerte daño, yo solo me dejé llevar por mis tontos deseos, nunca pensé en lo que tu sentías, ¡por favor no me guardes rencor!

—Yo sé que, comparado con Beomgyu solo soy una sombra desteñida —Kai movió la cabeza afirmando sus palabras —, pero es imposible no sentirse mal, sé que después de todos estos años, ya debería de haber madurado, solo, que aun, cuando miró al rey de Valleir, en toda su hermosura y amabilidad, no puedo evitar sentirme menos.

—Tu eres muy hermoso, ¡demasiado Kai!, además de ser la persona más linda que conozco —Soobin alcanzó su mano —, yo fui ciego, estúpido y egoísta, ¡no se ni como fui capaz de alejarme de ti!

Kai negó con la cabeza, pero entrelazó sus dedos con los de Soobin.

Después de que lavaran los platos, ambos hombres se volvieron a sentar en el sofá de la sala frente a la chimenea y platicaron durante horas de todo lo que se habían perdido en los años que habían estado separados.

Kai llegó a la academia del oriente seis meses después que Soobin, siendo solo un año menor que él.  Hijo de Lord Huening de Valleir, consejero del rey Gabriel, una de las familias más prestigiosas dentro del país.

En cuanto miró al príncipe de Ecláire pelear con su espada en una práctica, Kai había quedado enamorado, sentimiento que él pensó, Soobin había retribuido, hasta el día en que el príncipe Beomgyu de Valleir llegó.

Kai se resguardó en su tristeza, pero jamás dijo nada. Tampoco dijo nada cuando Soobin llegaba a Valleir para visitar a Beomgyu pero a él no,  guardo silencio cuando lo vio bailar con él en su baile de elección y tampoco mencionó nada cuando se anunció que estaban comprometidos.

Su corazón roto se resguardo dentro de una fría prisión y durante años, solo se dedicó a trabajar y a prepararse para lograr crecer y triunfar como persona.

Después de la guerra, Beomgyu le pidió de manera personal su apoyo para reinar junto a él su país, y Kai no pudo negarse, y aunque trabajar a su lado fue difícil, no pudo sentir rencor hacía él, pues en realidad, el rey ignoraba lo que había sucedido.

Cuando Soobin fue culpado por la familia Manette, Kai no podía creerlo, él en verdad, esperaba que todo fuera mentira y que Soobin volvería al castillo explicándose, pero no lo hizo, y el tiempo pasó.

—Las olas eran más grandes que las que están azotando el mar de Genové en este momento, ¡era aterrador!, pero impresionante al mismo tiempo —Soobin le narraba a Kai las aventuras que había pasado sobre el mar.

—Es probable que hubiera muerto de miedo, nunca he entendido como puedes ser tan feliz en el agua —Kai rio divertido —. Aún recuerdo aquel verano cuando me invitaste a navegar al puerto de Adir, el agua era como tu segundo hogar.

—Está en mi sangre, ¿sabes? —Soobin respondió con nostalgia —. Me siento vacío cuando no estoy cerca del mar.

Kai lo miró con ojos brillantes, los truenos se escuchaban aún en el cielo.

—¿Cuándo se acabará la tormenta? —preguntó mirando a la ventana.

—Es un huracán —Soobin miró también—,pero es probable que solo vaya de paso y tome de nuevo el camino rumbo al oriente, solo que a veces eso toma hasta una semana.

—¿Una semana? —Kai preguntó preocupado —No puedo estar aquí una semana, me necesitan en Valleir, solo quería salir por el fin de semana, ¿qué haré Soobin? —preguntó con ansiedad.

—¡Kai! —Soobin llamó su atención tomando su mano —, cálmate cariño, no podemos hacer nada, ellos saben que no se puede hacer nada, la guardia costera de Adir no saldrá al mar hasta que la tormenta cese, podrían morir si lo intentan, así que no desesperes, por favor.

Kai lo miró preocupado, y suspiró en derrota —Está bien, seré paciente, esperaré— sonrió —¿Qué haremos mientras tanto?

Soobin lo miró con picardía y luego añadió —¿Quieres qué te de una paliza en ajedrez? —preguntó con osadía.

—¡Eso quisiera príncipe Ecláire! —Kai lo miró con los ojos entrecerrados.

La tarde comenzaba a caer, la tormenta continuaba azotando la isla, pero a dos chicos dentro de la casa de piedra caliza ya no les importó, porque se sumergieron en una contienda de poder, de nostalgia y de muchas cosas que no se habían dicho en años.

Rencor©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora