Capítulo 6

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Los días dentro de la casa, habían pasado tranquilos, Soobin y Kai, habían, hablado y hablado de todo y nada al mismo tiempo. Jugaron ajedrez, leyeron poemas de Lord Byron, quien era su escritor favorito y la semana pasó volando entre risas y alegría.

Aquella tarde, ambos se encontraban mirando la lluvia caer dentro del pequeño solario de la casa. Las gotas resbalaban por los altos ventanales, la lluvia aún era copiosa, pero había comenzado a ceder.

—¿El arcoíris se ve más nítido cuando vas en un barco? —Kai preguntó con curiosidad —. Me imagino que sobre el mar debe reflejarse...

—Kai —Soobin llamó su atención mirándolo con profundidad.

Kai le regresó la mirada y comprendió que Soobin quería mencionar algo importante, entonces le prestó toda su atención.

—Yo no lo hice —Soobin declaró.

Kai abrió la boca en sorpresa, trató de decir algo, pero no supo cómo formular su cuestión.

—Exactamente una semana antes de que tu llegaras a la academia del oriente —Soobin narró —. Todos participamos en un simposio de arte, el cual incluía la visita de varias figuras importantes, yo asistí a todas las pláticas, hasta la última, en donde Kang Taehyun, rey de Hiver, dio una cátedra sobre las diversas técnicas de pintura que había conocido en Paris.

—Yo...sentí envidia, la envidia más grande que había sentido en mi vida— Soobin se recargo en el sillón, ambos se encontraban sentados sobre el suelo de teca,  entre mantas, el tablero de ajedrez estaba justo en medio —. No lo pude evitar, sentía odio y rencor hacia toda la familia Kang, ¿por qué Taehyun había podido tener esa gran oportunidad y yo solo había sido...?

Kai miró a Soobin con tristeza, él sabía a qué se refería, Beomgyu le había informado sobre las averiguaciones pertinentes en su caso, pero no se atrevió a decir nada.

—Yo sé que tú lo sabes Kai—Soobin lo miró con seriedad —Kang Virgil era mi padre, la reina Kang Melina fue mi madre, y ellos solo me tiraron como basura, toda la suerte la tuvo su nieto, yo solo soy un año mayor que él, ¿cómo podían haberme hecho algo así?, ¿qué tenía él que yo no tuve?

—Un año después de que me graduara —Soobin continuó su relato —. Me enteré por casualidad escuchando una conversación privada que tenían mis padres con el senador Emile, que alguien en el castillo Valleir, había descubierto que Octavio Manette había sido el causante de la muerte de los padres de Taehyun y ellos lo habían encubierto, era solo un rumor, por lo que nadie se atrevió a desenmascarar a la familia.

—. Mi odio creció más —Un rayo se escuchó caer con violencia, ambos miraron la ráfaga de luz, pero Soobin continuó su relato.

—En aquel entonces, había comenzado a salir de casa con el pretexto de que asistía a clases de pintura en el puerto de Adir. Aunque fue una mentira, mis padres me lo permitieron, porque confiaron en mí, y yo les aseguré que no correría riesgos en vano. Encontré una manera de llegar a Adir por un camino que cruzaba el bosque Killman. Existe una diligencia que hace una parada en una taberna que se encuentra a unos kilómetros de Ecláire.

—Aquella mañana arribé a la última parada, muy cerca del puerto de Adir. Caminaba por el bosque cercano al mar, cuando de pronto, lo vi, era Octavio Manette, se veía perdido, ya era un anciano de cabellera blanca y ojos cansados. No sé porque estaba ahí tan lejos de Valleir, pero en cuanto lo vi, supe que talvez, él podría responder a mis preguntas, así que me acerqué...solo que, el viejo se asustó.

—Cayó al piso y comenzó a arrastrarse con las manos por detrás de su espalda, no dejaba de repetir que yo debía de estar muerto. Yo traté de calmarlo, incluso le dije quién era; que yo solo quería saber por qué. De pronto el terror del viejo comenzó a hacerse muy grande y me detuve; él aseguraba que yo era Kang Virgil.

—Muy tarde me di cuenta que al final del camino había un despeñadero, corrí para tratar de detenerlo, pero llegué muy tarde y el hombre cayó sobre las piedras y se rompió el cuello con una roca filosa.

Kai lo miraba con horror, se notaba la sinceridad en el rostro de Soobin, era palpable en sus palabras.

—. Bajé por él —Soobin se miró las manos —, mis manos quedaron llenas de su sangre, ¡estaba aterrado Kai!, miré a todos lados, pero solo estaba la soledad del bosque. Subí el despeñadero con el cuerpo de Manette a cuestas, después tiré de él lo más que pude para dejarlo en un claro, en donde pudieran encontrarlo. Algo se cayó del abrigo que llevaba, era el estandarte de la casa Kang de Hiver, y algo, ¡no lo sé!, ¡el odio que sentía hacia ellos, me obligó a usarlo!. Lo puse sobre su cuerpo. Yo sabía que en cuanto los reyes de Valleir se enteraran, asumirían que había sido un acto de venganza del rey Kang.

—. Lavé mis manos en un riachuelo que estaba cerca, me cubrí con una túnica negra y me alejé. Casi al llegar al puerto, logré ver pasar a la guardia de Valleir, y supe que encontrarían el cuerpo.

—¡Soobin! —Kai habló alarmado —, ¡tienes que decir la verdad, fue un accidente y eso podría salvarte de la prisión!

Soobin comenzó a llorar —Fui un estúpido Kai —exclamó —. Mis padres fueron lo mejor que me pudo haber pasado en la vida y yo solo les di la espalda, permití que mi casa cayera en desgracia, dejé que el rencor me ganara y que todos perdieran la fe en mí.

Kai abrazó a Soobin y éste se recostó en su pecho, y ahí, abrazado a su espalda lloró, lloró tanto como no lo había hecho nunca. Las lágrimas que se habían acumulado en el último año, brotaron con libertad, se confundieron con la tormenta y Kai le permitió desahogarse, ser más que un príncipe, le permitió ser un hombre, le permitió mostrar su debilidad, y se quedó a su lado, no se atrevió a juzgarlo.

La noche volvió a caer en la isla Genové, la tormenta volvió a arreciar, los rayos y truenos caían con mayor fiereza. Soobin le había explicado a Kai que eso se debía a que el huracán estaba pasando más cerca por la isla y que solo era cuestión de horas para que siguiera su camino.

El agotamiento mental de Soobin le hizo quedarse dormido en el sillón del solario, Kai encendió la chimenea, lo cubrió con una manta de lana y después subió a su habitación a descansar.

Llevaba dormido casi como una hora, cuando un rayo cayó sobre una palmera que se encontraba justo afuera de su ventana. Kai gritó despavorido ante el impacto, la palmera se partió en dos y él solo que quedó recogido en su cama, tratando de recuperar la calma.

—¿Estás bien Kai? —Soobin entró respirando con dificultad a la habitación del rubio —. ¿Te hiciste daño? —El fuego del hogar casi se había consumido.

—Y-o.... el rayo, la palme... —Kai señaló con miedo a la ventana. Justo en ese momento cayo otro rayo muy cerca y él volvió a gritar, Soobin se acercó a la cama y lo envolvió en sus brazos.

—Tranquilo bebé, aquí estamos a salvo, es solo la tormenta, ya está pasando, todo está bien —Soobin continuaba acariciando su cabello, Kai se abrazaba a su cintura como niño pequeño.

—¡No te vayas por favor, tengo miedo! —El agarre de Kai se hizo más fuerte.

—No te dejaré bebé, estaré aquí contigo —Soobin se recostó a su lado.

Kai se recargó en su pecho y trató de relajarse, él siempre había sido un hombre fuerte y decidido, pero cuando estaba al lado de Soobin, se convertía en un ser pegajoso y necesitado de protección.

—Kai —Soobin acarició su cabello de tal manera comprendiendo que requería su atención —. Los momentos que pasamos en la academia, fueron los más bonitos que jamás he pasado en mi vida. A veces...yo, lo extraño mucho.

Kai miraba el rostro de Soobin con suma atención, la luz tenue de las llamas del hogar hacía que sus rasgos se vieran suaves y hermosos. La realidad era, que él siempre había estado enamorado, y aunque algo en su interior le pedía a gritos que se detuviera, que Soobin no era alguien a quien se le pudiera confiar el corazón, él no pudo evitarlo y se lanzó a los labios del príncipe quien los recibió con gusto, respondiendo el beso con emoción.

Rencor©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora