Capítulo 16

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El convento de Saint Marié no estaba muy lejos de Yuné. Una semana después de que Soobin había sido liberado de su prisión, Taehyun y él se encontraron viajando en un carruaje que los llevaba a las puertas de lo que ahora era un orfanato.

El convento había crecido con el tiempo, y muchos niños abandonados habían sido acogidos por las monjas, quienes les daban la vida más digna que podían.

Todos los reinos donaban grandes sumas de dinero para que tuvieran una vida más cómoda. La edificación era sencilla, pero tenía todo lo necesario para vivir con tranquilidad.

Las monjas recibieron con respeto al rey y al príncipe y los guiaron por el lugar hasta una habitación grande. La sala estaba pintada en color crema y las bancas eran de madera color miel, había cuadros de imágenes bíblicas, así como también crucifijos que decoraban el lugar. Una puerta se abrió al fondo, dejando pasar a dos monjas, una de ellas, era quien los había recibido, la madre superiora y la otra era una monja que se notaba alta y delgada aun con su hábito puesto. A pesar de que lucía mayor, su rostro era hermoso, poseía unos ojos negros cubiertos por pestañas grandes y rizadas, su piel, aunque mostraba los signos del tiempo era blanca y aun se notaba suave. Soobin la miró con incertidumbre y se puso de pie siguiendo el ejemplo del rey Kang. Ambas monjas se inclinaron ante ellos, Taehyun les devolvió el saludo con respeto.

La monja desconocida miró a Soobin y sonrió, él no sabía porque, pero esa sonrisa era conocida, era familiar.

—Yo, esperaré afuera con la madre superiora príncipe Ecláire— El rey Taehyun le indicó con una sonrisa —. Los dejaré hablar.

Soobin asintió con nerviosismo y los miró salir de la habitación.

—¡Eres tan guapo! —La monja fue la primera en hablar —. Yo sabía que serías muy guapo cuando crecieras, pero jamás imaginé que llegarías a tener tanta belleza.

Soobin la miraba sin poder salir de su asombro, pero algo le decía que él la conocía —¿Usted, me conoce? —preguntó.

Ella sonrió —Te conozco muy bien...mi querido Ever —La mujer habló —, sí, es el nombre que te di cuando te tomé por primera vez en mis brazos, eras la criatura más divina que había visto en mi vida, mi pequeño —Ella comenzó a llorar y fue cuando Soobin comprendió. Era la reina Melina, su madre.

Los ojos de Soobin se humedecieron —Pero, ¿cómo?, ¿por qué?, ¿por qué tú...?

La monja asintió y le pidió a Soobin que se sentaran de nuevo en las bancas, Soobin dudó, pero al final se sentó a su lado y sin mirarlo, la reina comenzó su relato.

—El rey Virgile era el hombre más cruel que jamás había conocido en mi vida— Su tono era nostálgico y hasta doloroso —. Mi padre me escogió a mí de entre todas las hijas de Quémor para prometerme a Kang Virgile, era tradición que las hijas de Quémor se casaran con los hijos de la casa de Hiver, por lo que no hubo objeción de parte de nadie.

—Mis días al lado de Virgile fueron un calvario. Él, era la persona más severa y exigente que pudieras imaginarte, nunca me permitió tomar parte en las decisiones del reino y en cambio me sometió a ser una simple incubadora.

Melina detuvo su relato por un momento, se notaba que a ella le costaba hablar del pasado —. Cuando tu hermano Vellham nació, solo se me permitió cuidarlo los primeros años de su vida. Después que cumplió los 6 años, Virgile lo sometió a entrenamientos rigurosos, y a estudios forzados, él era solo un niño pequeño y tenía tantas obligaciones que apenas si podía dormir o comer. El objetivo de Virgile, era que él fuera un rey fuerte y lleno de sabiduría para que reinara Hiver con mano dura, como él.

—. Los años pasaron y él continuaba pidiendo más herederos. Yo quedé embarazada un par de veces más, pero no permití que ellos vieran la luz; las lágrimas de mi Vellham cuando no podía seguir las instrucciones de su padre fueron la fuerza que necesité para no dejar que la culpa me ganara. Fueron 17 años de tortura, pero al final el rey Virgile abdicó al trono y Vellham se casó con una princesa de Quémore que él mismo eligió, porque estaba enamorado.

—Yo, me di cuenta muy tarde, que llevaba un hijo de Virgile en mi vientre. Esa mañana, cuando desperté, lo sentí, sentí los pequeños golpes que me anunciaban que tú querías aferrarte a la vida, me pedías una oportunidad de vivir y yo no tuve el valor de negártela.

Melina comenzó a llorar con angustia, Soobin la miraba con tanto asombro que no se atrevía ni a mover un músculo, ella continuó hablando una vez que se limpió las lágrimas y su voz pudo sonar más tranquila.

—La copa que le serví aquella tarde al rey, estaba llena de las hierbas que Sabinne de Requier me había dado.

Soobin sabía de quien hablaba, los piratas solían visitar la isla de Requier, la que se encontraba a tan solo unos kilómetros de Solitude, ellos iban para pedirle hechizos, brebajes o amuletos, era una mujer muy conocida, temida y respetada en partes iguales por todos, la bruja del mar, era el nombre que ellos le habían dado.

—No me arrepiento hijo mío —Melina siguió hablando —. El rey terminó su reinado de horror y descansó sin despertar, Vellham subió al trono, y la crueldad se había terminado.

—. Y yo sé muy bien que ni la vida que he encomendado a dios me permitirá un pase lejos del infierno, pero no me arrepiento. Así como tampoco me arrepiento de haberte permitido vivir.

—¿Porqué, me...? —Soobin por fin pudo hablar, pero no terminó la pregunta.

—Cuando naciste, yo estaba dispuesta a criarte —Melina le respondió, sus ojos estaban rojos de tanto llorar —, la madre superiora me permitió tenerte conmigo, dijo que ella comprendía y que jamás diría una palabra. Pero aquel día, una pareja de reyes llegó a pedir un bebé recién nacido a quien poderle dar su apellido y heredarle su reino.

—. El rey Rémy me saludó y su sonrisa fue la más amable que hubiera visto en mi vida. Esa noche mientras dormías apaciblemente en tu moisés, supe que merecías las mejores oportunidades, una mejor vida que ésta, enclaustrado junto a una madre que escondía su pasado. Yo...tuve que dejarte ir, tuve que ser fuerte y dejar escapar a mi más grande tesoro, a lo único que me quedaba de felicidad. Pero cuando los reyes te acogieron en sus brazos y te miraron como al más puro de los diamantes, supe que había tomado la elección correcta, supe que ellos te amarían y te cuidarían como a nadie más en el mundo, por eso te dejé ir, ellos te llamaron Soobin, pero para mí siempre serás mi Ever, para siempre, mi tesoro.

Soobin había roto en llanto y sus sollozos inundaban el silencio de la habitación, Melina lo tomó en sus brazos y lo calmó, tal y como hacía cuando era un bebé pequeñito, cuando solo era un pedacito de su ser, y Soobin se permitió sentir el calor de su madre, de recordar el amor que alguna vez lo inundó.

La mitad de su vida, se había basado en el rencor que habitó su alma, el que creció solo por sentir el abandono. Pero ahora que sabía que había tenido una oportunidad de vivir y de ser amado por quien era, se permitió perdonar, perdonar a su madre, perdonarse a sí mismo, reivindicarse y que las lágrimas se llevaran por fin todo lo que había resguardado en su corazón. De ahora en adelante, solo la gratitud, el amor y la felicidad inundarían su ser.

FIN

Rencor©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora