Capítulo 19

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La sensación de emoción desenfrenada era incontenible. Me temblaba el estómago, las rodillas, incluso las manos.

El gran Sombra de pie a mi lado, en cambio, estaba preocupado. Aunque fingía muy bien no estarlo.

Estábamos esperando en la dirección que nos habían dado casi a la hora exacta.

Era un callejón oscuro, increíblemente típico.

Los hombres oscuros e importantes en el mundo de la corrupción tenían que actualizarse un poco.

-¿Estás nervioso, cariño?-Le pregunté agitando las pestañas-No lo estés, ya sabes que estás conmigo. Te valgo el doble que todos tus hombres...

Bajo la mirada fría hacia mi.

-La última vez, no valiste ni por uno-Me espeto con dureza-Sigues viva por mi, no lo olvides.

Apreté los labios, mirando al frente con los brazos cruzados.

Me dolía en mi orgullo impecable que hubiera sido así, podía fingir que había sido debido a la sorpresa y pillarme con la guardia baja, pero había sido mi estupidez total y perder el foco por culpa de mi ira hacia Bikram.

Nos encontrábamos solos, sin protección.

Dudaba que se hubiera sentido tan expuesto nunca.

La tensión de su cuerpo al aparecer un coche en la entrada del callejón fue captada por mi ojo.

La puerta de atrás se abrió sola, con el motor en marcha, esperando a que nos subiéramos.

Mis pies no vacilaron al andar hacia el coche, tardando Callum solo un segundo en seguirme.

No iba a quedar como un cobarde.

Me senté en el coche, captando un sutil olor dulzón en el ambiente.

Salía de las rendijas de ventilación.

Frente a nosotros había una pantalla negra que nos separaba del conductor.

Callum entró al coche, gruñendo cuando la puerta se cerró sola. Miro a nuestro alrededor con nerviosismo, causada por una repentina claustrofobia probablemente.

Me acomodé en el respaldo con un suspiro profundo, cruzándome de brazos y a la espera.

-Buenas noches, Callum.

Me lanzó una mirada enfurecida, apoyando la espalda en la puerta para empezar a empujarla, entrando en pánico.

-¿Qué...?

En cuestión de un segundo, un espeso vapor empezó a salir de las rendijas, adormeciendo nuestra mente hasta dejarnos fuera de juego antes de que terminara el minuto desde que lo habíamos inhalado.

Estaba preparada para el gas, pero no para el horrible dolor de cabeza con el que me desperté después.

Solté un quejido de dolor, abriendo mis pesados ojos con todo los músculos de mi cuerpo agarrotados. Notaba un dolor punzante en las cervicales además de las sienes, bajando hasta la mitad de mi espalda.

Estaba tumbada sobre un sofá mullido, con una almohada demasiado alta para mí debajo de la cabeza. Había pasado mucho tiempo dormida, demasiado.

Probablemente me hubieran trasladado en avión o barco, porque sentía que había viajado muchos kilómetros. Mi subconsciente debía haber captado algo mientras estaba drogada, era la única explicación que se me ocurría.

Me levanté empujándome con los brazos débiles, poniéndome en pie lentamente conforme analizaba todo a mi alrededor.

Estaba en una habitación elegante, como la de un hotel. Contaba con televisión, mini bar, una puerta que llevaba a un baño suite y varios sillones junto al sofá donde me había despertado.

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