Capitulo 30: Todas las cosas que ella dijo

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Capitulo30: Todas las cosas que ella dijo 

Elsase encontraba sentada en el balcón de su habitación, envuelta enuna profunda tristeza que parecía no tener fin. Una chalina de colorpúrpura, un objeto que una vez había pertenecido a su madre, estabaenvuelta alrededor de su cuello. El suave tejido de la prenda lerecordaba a tiempos más simples, a una infancia en la que el mundono estaba lleno de responsabilidades y complicaciones. 

Lahabitación estaba sumida en una penumbra melancólica, y el vientofrío del invierno se colaba a través de las cortinas semiabiertas.Elsa miraba el paisaje helado del fiordo que se extendía frente aella, sus ojos azules parecían vacíos, pero estaban llenos de undolor inmenso.  

Iduna,su madre, entró en la habitación llevando una bandeja con la cenapara su hija. Trató de hacer conversación, pero su hija simplementenegó con la cabeza, indicando que no estaba de humor para hablar. Lamujer adulta notó la chalina y decidió iniciar una conversaciónsobre el significado que tenía para Elsa. 

—Erassolo una niñita cuando solías usar esta chalina —comenzó Idunacon voz suave mientras acariciaba la prenda—. Cuando tenías miedopor la noche, venías a mí y te la ponía. Te cantaba una canciónpara que pudieras dormir tranquila. ¿Lo recuerdas? 

Elsamiró a su madre con una expresión sin emociones, sus ojos azulesreflejaban la tristeza que la consumía. Los minutos pasaron ensilencio, ninguna de las dos parecía dispuesta a romperlo.Finalmente, Elsa habló, con una voz cargada de frustración. 

—¿Porqué tiene que ser así, mamá? —Elsa preguntó, su voztemblorosa—. ¿Por qué no puedo estar con Anna? ¿Por qué todotiene que ser tan complicado? 

Laspalabras brotaron de Elsa como un torrente de emociones reprimidasdurante años. Su voz temblorosa reflejaba la fragilidad de sucorazón herido. La rubia platinada agarró la chalina con fuerza,como si buscara algo tangible en lo que apoyarse en medio de latormenta de sus pensamientos. 

—Nopedí esto —murmuró Elsa, su voz llena de desesperación—. Nopedí ser la heredera de estas expectativas, de esta responsabilidad.Solo quería ser yo misma.  

Laslágrimas que habían estado rodando silenciosamente por sus mejillascomenzaron a mezclarse con su enojo y frustración. Elsa continuóhablando, sin poder detenerse, como si finalmente hubiera encontradoun canal para liberar todas las emociones que había mantenidoencerradas. 

—Desdeque era niña, me dijeron que tenía que ser perfecta, que tenía queser la futura líder de nuestra familia. ¡Pero nunca me preguntaronsi eso es lo que yo quería! No me preguntaron si estaba dispuesta asacrificar mi propia felicidad por las expectativas de los demás.¡No me dieron elección! 

Laspalabras de Elsa resonaron en la habitación, llenándola de unapesadez insoportable. La rubia platinada se había mantenido ensilencio durante tanto tiempo, ocultando sus verdaderos sentimientosdetrás de una fachada de fortaleza. Pero ahora, con su corazón rotoy su alma al borde del abismo, no podía contenerse más. 

Sumadre, la miraba con ojos llenos de comprensión y tristeza. No podíacambiar el pasado ni borrar las heridas que se habían infligidomutuamente, pero estaba dispuesta a escuchar y apoyar a su hija en elpresente. Sabía que Elsa necesitaba este desahogo, necesitabaexpresar todo lo que había estado callando durante años. 

—Losiento, Elsa —susurró Iduna, dejando que sus lágrimas semezclaran con las de su hija—. Debí haber sido una mejor madre,debí haberte protegido. Pero ahora estamos aquí, y yo estoy aquípara ti. Sea cual sea la decisión que tomes, siempre estaré a tulado.  

Elsadejó escapar un sollozo, liberando parte del peso que había llevadodurante tanto tiempo. Abrazó a su madre con fuerza, sintiendo elconsuelo de su presencia. Aunque las respuestas a sus preguntasseguían siendo esquivas, al menos sabía que no estaba sola en sulucha. 

La Chica del Departamento 302 [Elsanna, AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora