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Al llegar a Abu Dhabi ninguno de los dos Red Bull tenía la actitud que normalmente se les veía en una semana de carrera, cosa que a muchas personas les parecía bastante extraño, esta carrera definiría el campeonato y ninguno se veía con la saciedad de triunfo.
En la conferencia de prensa los juntaron a todos, Sergio se sentó a un lado de Carlos, quien no dejaba de coquetearle al mayor, eso enfureció a Verstappen, teniendo que ser tranquilizado por Fernando, el cual se mantenía firme a seguir al neerlandés hasta que le dejase las cosas claras.
Lo peor es que tuvo que soportar a Carlos haciéndole ese tipo de comentarios al mexicano aproximadamente por una hora, para colmo, el mayor parecía seguirle el juego.
Cuando dieron por terminada la conferencia Max se dirigió con prisa hacía su omega.
– Max – Saludó Carlos.
– Anda con Charles, ¿Quieres?. Deja de coquetearle – Soltó defensivo el alfa.
El español levantó las manos en rendición y para evitar conflictos innecesarios, se dió la vuelta hasta llegar a Leclerc.
– No tengo nada que hablar contigo – Soltó el castaño.
– No, claro que tienes algo que hablar conmigo – Tomó su muñeca sin ejercer mucha fuerza para evitar lastimarlo, llevándolo con él.
Pérez intentó zafarse sin lograr resultado alguno – ¡Sueltame, no quiero ir contigo!
Verstappen no respondió, solo lo arrastrándolo a su motorhome.
Una vez ahí cerró la puerta con seguro y se puso frente a ella, así el omega no podría escapar.
Sergio intentó alejarse lo máximo que le fue posible, quedándose en una esquina de la habitación.
– ¿Es por Kell? – Preguntó.
– No tengo porque responderte nada, tu y yo no tenemos ninguna relación.
– Claro que somos algo, tú llevas a nuestro cachorro, quieras o no tú omega y mi alfa se reconocen como enlazados y es algo que no puedes cambiar en absoluto.
– ¿Tu alfa reconocerme como tú omega?. ¡Jah!, Qué estupidez.
– Checo, estamos hablando bien, no tienes que utilizar ese tono.
– ¿Y tengo que obedecerte por...?
– Checo, ella no es nada mío, no es mi pareja, no tiene ningún cachorro mío. Tú eres el único que porta a mi cachorro, te prometí nunca dejarte y no lo haré.
– No, deja de mentirme, tu te irás cuando el cachorro nazca, me dejaras porqué conmigo, tu carrera en Red Bull peligra. – Dijo mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojitos.
– Eso no me importa.
– ¡DEJA DE MENTIRNOS!, TE MIENTES A TI Y ME MIENTES A MÍ – Lloró desesperado – Tú nunca vas a quedarte.
