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El aroma a miel inundaba la casa, junto al desastre que se había vuelto por culpa de ciertos pequeños.
- ¡Maxie!, ¿Has visto a Liv? -. Preguntó Sergio desde el primer piso.
- ¡Está aquí conmigo! - Respondió.
Sergio fue a la habitación del alfa con el cachorro en brazos, encontró a su pareja peinando a la niña.
- Hola mami - Saludó la rubia.
- Hola princesa - Devolvió el saludo, acercándose al alfa para dejar un beso en sus labios.
- ¿Puedo dejar aquí a Chequito? Necesito ir a comprar algo para esta noche - Pidió el omega, mirando al neerlandés a través del espejo.
- Claro, tú haz lo que necesites, yo los cuido - Habló Max, mostrándole una sonrisa a Sergio.
Peréz se despidió y salió en busca de lo que faltaba, era 24 de Diciembre y los dos hermanos no podían estar más contentos.
Olivia Verstappen Pérez y Sergio Verstappen Pérez eran los mellizos de la familia, la niña con el cabello rubio, el niño con cabello castaño, ambos con los hermosos ojos azules de Max.
El alfa se quedó platicando con sus cachorros, hasta que un tema que él esperaba no abordar aún, llegó.
- Papá, ¿Cómo se conocieron tú y mamá? -. Preguntó Olivia.
- ¿Mmh? ¿Por qué quieres saber eso?
- Cuéntanos, ándale - Pidió el niño.
- Bueno, su mamá y yo antes eramos compañeros de equipo, nos conocimos por nuestro trabajo de ser pilotos.
- ¡Cuéntanos más!
- ¿Qué quieren que les cuente?
- ¿Cómo fueron novios?
Max se sentía acorralado, claramente no les podía contar a sus hijos que él y Sergio cogían en su motorhome y que además el omega quedó embarazado de un hermanito que ellos aún no conocían.
- ¡Llegué!
- Mamá! - Ambos niños corrieron a saludar al omega, quien dejó las bolsas de compras en el suelo para saludar a sus lindos chiquillos.
- Hola, mis cachorros - Habló abrazando a ambos mientras dejaba besos en sus regordetas mejillas.
Max bajó seguido de ellos, mirando la bonita escena que hizo a su alfa revolcarse de ternura. Él omega soltó a los niños y ahora se dirigió a él rubio, quien le sonrió.
- Me salvaste de tener que contarles cómo nos enamoramos - Dijo con una leve risa.
- Son pequeños aún, no entenderán lo qué pasó con Elián - Respondió, el tema ya no era un tabú, podía hablar de ello sin sentirse mal, la psicóloga les había ayudado mucho a que Sergio viera a Elián como un bonito recuerdo, todos los momentos bonitos ahora importaban más que el momento en que lo perdió.
- ¿Quieres ir a verlo? Podemos ir antes de la noche, sé cuánto quieres que Elián siempre tenga regalos de navidad - Ofreció Max, abrazando a su esposo.
- Hace tanto tiempo, Maxie .Aún duele a veces.
- Y dolerá siempre, era nuestro primer cachorro, pero ahora tenemos dos, la Luna te ama, te cumplió el deseo de criar a nuestros propios cachorros.
- Ya no solo tenemos dos - Dijo levantando la mirada hacía el alfa, quien se asombró al instante - A este si podemos llamarlo Max Emilia, si tú quieres -. Bromeó, haciendo referencia a que el neerlandés siempre quiso que su cachorro y ĺe compartieran nombre.
- ¡Mijn Liefde! ¡Un niño más! Eres lo mejor, te amo, Ik houd van jou - Exclamó acunando el rostro de su omega, dejando besos en todas partes.
- ¿Por qué gritas papá? -. Preguntó Olivia, asomándose desde la escalera junto a su hermanito.
Max miró a Sergio, buscando su aprobación para darle la noticia a los pequeños, quien asintió levemente.
- ¡Van a tener un nuevo hermanito! - Habló emocionado el alfa.
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El nuevo bebé fue llamado Max Emilian, el cuál, al igual que su hermana Olivia, se apacionó en sobremanera por el deporte de motor, lideraron todo en las ligas de karting, no les tomó mucho tiempo entrar en la academia de pilotos de Red Bull, lugar que los llevó a las fórmulas, ambos luchando entre sí en la Fórmula 3.
Sergio Jr. por otro lado, no deseaba seguir los pasos de sus padres, él era más tranquilo que sus hermanos, por lo que siempre estaba con Sergio, quien siempre se quedó con él cuando sus hermanos se iban fuera a correr en los circuitos, Max los guiaba a ellos, mientras Sergio podía tener más tiempo con su cachorro.
Los tres ahora conocían la historia de Elián, y lo habían tomado muy bien, siempre lo visitaban juntos, ya sea solo los tres hermanos o acompañados de sus padres.
Sergio todos los días repasaba la historia de su vida, pensando que en algún momento lo olvidaría, siempre siendo regresado a la realidad por Max, quien todos los días le recordaba que lo amaba y le ayudaba cuando su omega tenía bajones de ánimo, igual que cuando estaban en Red Bull, abrazándolo hasta que de nuevo saliera el Sol.
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Hasta aquí llegamos, les agradezco mucho y con todo mi corazón por todo el apoyo que tuvo esta historia, nos leemos en más obras, felices fiestas, les amo.
