– Yo, soy su compañero, Max Verstappen – Respondió el alfa poniéndose de pie, llevaba esperando mucho por alguna noticia de Checo.
– Lamento ser yo quien tenga que decírselo, señor Verstappen – La enfermera bajó la mirada mientras el rubio entraba en pánico – Tuvimos que retirar al cachorro del vientre del omega, estaba muy mal debido a que el paciente se apuñaló un costado, el cachorro... El cachorro no sobrevivió.
– ¿Qué? – Cuestionó, queriendo recibir otra respuesta – No... no, dígame que es mentira... por favor... no puede ser posible – Exclamó el neerlandés en medio de lágrimas.
– Lo siento mucho.
– ¿Cómo está él? – Preguntó, preocupándose también por el estado de Sergio.
– Está en completo shock, no deja que nos acerquemos.
– ¿Puedo pasar a verlo?
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Escuchó la puerta abrirse, iba a empezar a gruñir hasta que vio a Max entrar.
– Sergio...
El mayor negó mientras sus labios temblaban, queriendo que esto finalmente, sí fuera un sueño.
Unos fuertes brazos le rodearon y el aroma de Max lo cubrió por completo, derrumbándose a llorar.
Soltaba lamentos desgarradores, Verstappen juraría que nunca había escuchado a alguien llorar tan desconsolado.
– Lo maté, Maxie – Soltó desesperado.
– No... no, tú no tienes la culpa de esto Checo – Lo apretó más contra su pecho, sintiendo al omega recargar su cabeza en su hombro, olfateando su cuello y llenando su ropa de lágrimas.
– No pude mantenerlo conmigo...no pude mantenerlo sano...soy un mal omega. ¡Soy el peor de los omegas! – Se culpó mientras se arroba a él mismo, cosa que él alfa notó.
– Mijn mooie ster – Llamó tomado por las muñecas al castaño para evitar que se siguiera lastimando – Escúchame...no eres un mal omega eres perfecto y suficiente, te prometo que tú eres suficiente, nunca podrías ser un mal omega Checo – Dijo mientras limpiaba las lágrimas del chico con sus pulgares.
– Deberías estar molesto.
– No lo estoy... estoy triste, claro, pero no tengo porque molestarme contigo, tú eres lo más importante de mi vida mi deber es apoyarte, no dejarte solo. Nunca.
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Nunca debió dejarlo.
El recuerdo pasaba por su mente siempre que miraba por el balcón de su habitación, viendo el auto que pertenecía a Max estacionado, sabiendo que él no estaba ahí. Ahora mismo el menor estaba iniciando sus pruebas con Ferrari. Incluso el rubio ya ni siquiera vivía en esa casa. Ya no era un piloto de Red Bull.
Él era un piloto de reserva, pero el equipo supo de su pérdida y decidieron que lo mejor sería que no se presentara en las primeras carreras.
La temporada había comenzado y él no podía evitar llorar ante la idea de que su cachorro habría nacido en esas fechas. Pero él lo mató, él mismo se clavó esas tijeras.
Desde ahí había cometido innumerables errores. Se fue a su casa, se distanció de Max y de todos sus amigos en general, comenzó a descuidarse. En muchas ocaciones la idea del suicidio le pareció la mejor solución.
Seguía auto-dañándose, sus brazos estaban llenos de vendajes, varias partes de su torso con quemaduras y otros rasguños, todo su cuerpo estaba hecho un desastre.
Sinceramente esperaba que la muerte se lo llevara un día de estos, ya no sabía cuándo era que se desmayaba o se dormía, no tenía control sobre su alimentación, básicamente no comía nada, la tristeza se lo estaba comiendo vivo.
Muchos de sus amigos habían intentado comunicarse con él sin embargo, Pérez solo levantó el teléfono una vez.
– ¿Nando?
– Chequito – Llamó – ¿Por qué nunca me contestas? Nos tienes muy preocupados, a todos.
– Estoy bien.
– No... no lo estás, si estuvieras bien estarías aquí.
– Fernando , estoy bien ¿Si? No tienes que preocuparte por mi, adiós – Bramó en un tono fuerte, sin ganas de seguir hablando.
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– Él está muy mal.
– ¿Contestó?
– Sí, pero parece que no quiere saber nada de nosotros, me colgó el teléfono cuando intenté saber qué le pasaba.
– Debes entenderlo Fernando, él cree que mató a nuestro cachorro. Perdió al bebé sí para mí fue difícil superarlo y todavía no puedo recordarlo sin llorar, imagínate como está Checo. Él piensa que es un mal padre, piensa que es un asesino, se culpa por lo qué pasó. Necesito ir a verlo, ¿Por qué tiene que haber tres carreras en tres semanas?
Alonso suspiró mientras negaba.
– Tan pronto acabe esto iré con él.
Dicho y hecho, Max partió tan pronto le dejaron. Rumbo a Milton Keynes.
Al llegar a la casa del mayor, el rubio tocó la puerta incontables veces, sin embargo, ninguno de sus llamados fue atendido.
Cuatro meses. Cuatro meses sin ver a Checo fuera de su casa, cuatro eternos meses sin volver a ver a su omega. Él intentaba con mucha fuerza volver a lo que eran antes, volver a ser el soporte y escudo de Sergio, pero él se había alejado se había ido de sus brazos.
Y ahora estaba ahí, bajo la lluvia esperando que en algún momento el mexicano respondiera a su insistencia.
Si tan solo supiera que él mayor ahora estaba desplomado en su habitación, con sus muñecas sangrando y la mente perdida. Había comenzado a odiar esa sensación, estar caminando por cualquier lugar de su casa y de repente solo sentir como caía al suelo, Después le seguían las insoportables alucinaciones; sombras, recuerdos, críticas, Max, su hijo.
Hasta que por fin despertaba con lágrimas en los ojos, respiración agitada y unas ganas inmensas de morirse.
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